Crítica: Amenra “IIII”

Lo que me gusta de Amenra es que me hacen conectar conmigo mismo a un nivel más profundo que la mayoría de la música actual pero es que además, con su música soy capaz de conectarme a otra persona que siente lo mismo que yo, como si estuviésemos unidos. Puede parecer difícil de entender pero si la música de otros grupos similares es a veces oscura y forzada pero vitalista, la de Amenra te hace querer automutilarte el alma o desnudártela ante alguien. Oscura, tortuosa, dolorosa e inquietante pero fascinante, sorprendente y  visceral, desoladora pero también llena de fuerza e intensidad. Hace tiempo que me dejaron de interesar las etiquetas porque considero que no son de gran utilidad y estamos en una época en la que el mestizaje está a la orden del día a todos los niveles. ¿Cómo se supone que debería hablar de su propuesta? ¿Sludge, Black, Post-Black, Experimental Sludge con tintes Progresivos? Me siento ridículo intentando etiquetar una música que, para colmo, me hace olvidarme del mundo y llegar a lugares recónditos de mi mismo. La música de Amenra no está hecha para todos los paladares, estridente, musculosa, negra como un pozo pero también llena de luz entre tanta desesperación. Es abrumador escucharles pero al mismo tiempo es imposible dejar de hacerlo, podríamos decir que produce placer tanto dolor.

Pero si su música está llena de contrastes, sus letras orbitan entre la oscuridad de la muerte y la luz de la esperanza. Sería injusto hablar de sus canciones como una derivación de un género, a veces tan rancio, como es el Black Metal y no entender que hay belleza tras toda esa negrura.  Podemos encontrarnos la súplica de un muerto que no desea yacer a solas para toda la eternidad y espera la mano de ella (en “Dodenakker”), la transformación en ángel en “Aorte. Nous Sommes Du Même Sang” o el amor más puro en “Razoreater” y esa estrofa: “Stay close and you will see. That light will always reign over your shadow. And you will never die like I did. Your fire will always be inside of me.You will always be a part of me. The heart of me.” ("Mantente cerca y verás que esa luz siempre reinará sobre tu sombra y  nunca va a morir como yo lo hice. Tu fuego siempre estará dentro de mí, siempre serás parte de mí, mi corazón”)

Tras cuatro minutos de un sinuoso pasaje, como si nos guiasen a través de la oscuridad, "Silver Needle, Golden Nail" nos golpea la cara, las guitarras no suenan sino que parecen tener espasmos mientras la voz de Colin, totalmente afónica, desquiciada y chillona llega al orgasmo cuando grita "ascend and rise, above the whole" y termina en un pasaje calmado; "I will beat you without, this is a calling on you". Me gusta, sin embargo, el contraste de "Razoreater" y la manera en que arranca, cómo las guitarras van tejiendo melodías y es que la música de Amenra no es tan robusta para carecer de armonía y, aunque rítmica y disonante, a veces se refugian mucho en la templanza de una guitarra, un bajo y el suave acompañamiento de la batería. Son capaces de pasar de la virulencia más tormentosa al delicioso misterio cercano al minimalista Post Rock; "I'll be bathing in blood flow and I, I call my own, only then I wish I had no, no glory I will fall" 

Los diez minutos de "De Dodenakker" son desperezados con una guitarra muy cruda que pronto se desgarra como la voz de Colin y parecen sacudirnos con latigazos. Cantan "I buried the day in that field and grew my past there. Reach when I reach out my hand. Will you be near then? Buried myself in that field. I hoped to find you there. When I call out your name will you appear then?" Algo que me llama poderosamente la atención del grupo belga es que, a pesar de esa pulsión entre el dolor físico y mental que saben llevar a su música, como todo ser humano son incapaces de separar su filosofía y llevarla todo lo lejos que quizá su música necesitaría. Sorprende escucharles, a pesar de lo morboso del relato en primera persona, cantar la historia de un fallecido que pide la mano de su amada y la llama porque lo que le duele no es la muerte en sí misma sino la soledad. "De Dodenakker" se reviste de tintes épicos y románticos y rápidamente nos percatamos que, por mucha dureza o contundencia, desesperación o dolor, a todo artista le mueve el amor por algo y siempre hay un atisbo de luz en la oscuridad, sí, incluso en la música de Amenra.

Y seguimos con amor o con destrucción, a gusto del oyente, "Thurifer. Et Clamor Ad Te Veniat" y su letra son suficientemente devastadores por sí mismos: "I want to see you burn I want your ashes to fall at my feet" ritmo férreo, monolítico y a veces marcial con un puente angelical en el que subiremos el volumen para, acto seguido, quedarnos sordos en el cambio de ritmo. "Terziele" es puro ruidismo, instrumental, siguiendo el mismo patrón que el resto de composiciones de "IIII" pero aún más pesada y con un final abstracto y atmosférico con sus acoples. "Le Gardien Des Ràves" continúa donde lo ha dejado "Thurifer. Et Clamor Ad Te Veniat" y bucea en esa épica y esa oscuridad, se ralentiza, arranca, despega y acaba como ha empezado, como una tormenta. Entre medias, texturas entre el grano de las guitarras, la pesadez de la batería y un bajo asfixiante.

Para rematar, "Aorte. Nous Sommes Du Meme Sang" quizá la más "seca" en cuanto a sonido, con unos coros jodidamente magníficos coronados por unas guitarras aéreas, impropias de la pesadez de Amenra, pero igualmente negras y que saben levantar toda la ira de Colin una vez más antes de acabar este "IIII" de manera densa, dejándole a uno la sensación abrumadora de haber estado en otro plano de la propia consciencia.

© 2014 Jim Tonic