Crítica: Calligram “Position | Momentum"

Cuando escuché “The Eye Is the First Circle” (2020) no tuve más remedio que apuntar el nombre de Calligram, la crítica especializada lo alabó y los seguidores se subieron al carro pero todo, claro está, de manera moderada, ya que los ingleses todavía no tienen un nombre y eso es lo que precisamente puede cambiar a partir de “Position | Momentum” (2023), un álbum difícil de encasillar (cuando las etiquetas nunca han tenido sentido, pero sirven para delimitar el estilo de cada artista y que el lector se haga una idea de lo que se va a encontrar) y que muchos se siguen empeñando en catalogar como crust o punk, cuando lo que Calligram firman es un black metal abigarrado y potente, mezclado con hardcore o, como quieras llamar, a la barbaridad que han firmado con este, su último álbum. Un quinteto joven, pero que derrocha talento y en el que la potencia no es sinónimo de agresión gratuita y sin sentido, sino de unas guitarras que suenan como un muro cuando así lo requiere la canción, pero también dibujan nerviosos trémolos sobre los que la voz de Matteo Rizzardo parece vomitar sus cuerdas vocales, acercando el musculoso black de los ingleses a una especie de black sludge por el que las canciones poseen la misma melodía y mala leche del black pero también la misma testosterona de un subgénero cargado de rabia y sufrimiento. Con la producción de Russ Russell y la efectista portada de Deborah Sheedy, no hay duda del artefacto al que nos vamos a enfrentar una vez pinchemos el vinilo de Calligram, en efecto, el vendaval que es “Sul Dolore” no deja dudas al respecto, cuando la batería de Ardo Cotones golpea con rabia, como si de un caballo alado se tratase y su trote lo hiciese sobre el empedrado infierno, mientras que el puente de la canción encuentra el contrapunto en la bajada de revoluciones de las guitarras de Bruno Polotto y Tim Desbos, sonando tan cercano al black clásico como sus dramáticas voces evocan.

Pero es la batería de Cotones abriendo “Frantumi In Itinere” la que nos recuerda que tras Calligram hay calidad y una producción realizada con mimo por el sonido más cristalino que posiblemente escuches en un disco de black; como tampoco es casualidad la línea melódica de la voz o los coros enfatizando uno de sus versos, antes de caer de nuevo en un puente que parece romper la canción dejando a Rizzardo a solas, levantando una canción pesadísima que, poco antes de culminar, nos centrifugará con una de sus guitarras, como si Calligram hubiesen tomado buena nota no sólo de las clases de Craft sino también de Sonic Youth. “Eschilo” es la tregua necesaria pero su introducción es tan sólo una trampa para sorprender al oyente, convirtiéndose en la canción más infecta (en el mejor sentido) y blasfema de todo “Position | Momentum” con un riff machacón como él solo. “Tebe” es puro noventas, su comienzo recuerda a Dissection, pero pronto recupera parte de esa tensión sludge por la que Calligram parecen sudar mientras hacen brotar black de sus venas, dejando buena muestra de sus influencias, pero también del camino que quieren recorrer cuando las mezclan a su antojo, con el mismo buen gusto que habilidad.

“Per Jamie” es un bonito interludio que, esta vez sí, no esconde ninguna sorpresa, como “Eschilo”, mientras “Ostranenie” parece irse cargando con la energía cinética de un auténtico monstruo tras los parches como es Cotones, formando base rítmica con Smittens, en lo que es una de las mejores labores de todo “Position | Momentum”, cerrando con la adrenalínica “Ex-Sistere” y la intranquila calma que transmite “Seminario Dieci”, para concluir un álbum que ha sido toda una sorpresa por la madurez que demuestra en el seno de Calligram, como si entre “The Eye Is the First Circle” (2020) y este último hubiese pasado toda una vida, resaltando la labor de una banda que parece estar dispuesta a tomar el relevo de las grandes, como un espectral y arcaico monstruo de un apetito voraz e infinito.

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