Crítica: Draconian "Under a Godless Veil"

Me suele ocurrir que hay bandas a las que admiro y respeto, pero con las que soy especialmente crítico, quizá porque son esas de las que más espero y con Draconian me ocurre que las expectativas eran muy altas tras "Sovran" (2015). En aquel había melancolía y sensibilidad, claro que sí, pero con profundas descargas de telones metálicos a cargo de inexpugnables muros de guitarras, era gótico, pero también doom. Con “Under A Godless Veil”, lo que me ocurre es que, a pesar de las guturales del diálogo de “Sorrow Of Sophia”, parece que son las fuerzas del bien son las que ganan a las del mal, parece que la voz femenina de Heike gana en presencia a la de Anders. El resultado es bello, no podía ser de otra manera en Draconian, los suecos saben perfectamente lo que hacen y son sinónimo de calidad, pero la victoria de Heike, el exagerado melodrama en arreglos, los lentísimos tempos y la ausencia de guitarras, logran que “Under A Godless Veil” se convierta en un parsimonioso paseo repleto de drama impostado, en el que hay momentos (“The Sacrificial Flame”) en el que uno llega a agradecer el atisbo de metal, la profundidad en las guitarras, pero cansa que Heike sea la melodía y Anders el recitado, cuando no -menos original- el gutural. 

 

Por otra parte, las composiciones de “Under A Godless Veil” no brillan por su originalidad en el amplio sentido de la palabra; a los arreglos de cuerda les siguen guitarras etéreas o con una distorsión tan taimada que cuesta identificarlas en la mezcla final, el mismo esquema y el abuso de la angelical Heike. ¿Suena bien? Por supuesto, Draconian son maestros, pero en “Under A Godless Veil” (bajo la producción de Johan Ericson) se repiten una y otra vez los mismos trucos. “Moon Over Sabaoth” tiene mayor pesadez y cuerpo, se siente más robusta, Heike adorna, pero sin empachar y, claro, sentimos estar escuchando a los Draconian de "Sovran". En la bonita “Burial Fields”, el recitado, sin embargo, pertenece a Daniel Neagoe y sirve como coda de una pieza de tintes cinemáticos de cuatro minutos y medio que parece dividir el disco y enlazar con “The Sethian” en la que disfruto enormemente del trabajo de Jerry Torstensson y cómo acompaña a Seike en las estrofas para desbocarse cuando entra Anders. “Claw Marks on the Throne” es preciosa pero, de nuevo, siento que un poquito más de riesgo no le habría venido mal o, por lo menos la sensación, de peligro de “The Sethian”.

 

La misma que derrochan en el cierre que es “Ascend into Darkness” y sus nueve minutos en los que cabe un poquito de todo lo que he echado de menos en “Under A Godless Veil” y no he tenido en canciones como “Night Visitor” en la cual, por ejemplo, Heike brilla con luz propia gracias a su bonita voz pero, en definitiva, lo que separa a la amargura sensible de Trees of Eternity o los mejores y más góticos Paradise Lost, de una banda como Within Temptation (con todo mi respeto hacia sus fans, inversamente proporcional a su gusto). Una pena, de “Under A Godless Veil” salvo algunas canciones y la constatación de que Draconian son incapaces de firmar un mal álbum, pero no puedo evitar volver a “Sovran”, escuchar una pieza como “The Wretched Tide” y sentir que algo se ha perdido por el camino.


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