Crítica: Portal "ION”

De todos los músicos que nos han regalado las antípodas del rock, Portal quizá sean los más excéntricos, pero no sólo de allí sino de toda la escena metálica mundial. No es que no haya bandas que practiquen un death metal enrevesado y técnico y otras lo mezclen con black, no se disfracen y cuiden su estética, es que Portal lo llevan todo a otro nivel en una peculiar discografía sin parangón que comenzó allá por 2003 con "Seepia", los notables "Outre" (2007), "Swarth" (2009) y el último "Vexovoid" (2013) en el que se permitieron bajar del sobresaliente al notable. "ION" prosigue la misma línea, pero subiendo de nivel, sin llegar al magnífico "Outre" (que podríamos considerar, por el momento, como la piedra angular de su carrera) pero que sí que define mucho mejor la estética de la banda que sus logros más recientes. "ION" es oscuro, aterrador y eléctrico, la pesadilla hecha música y a un nivel instrumental glorioso pero tan deliciosamente caótico como disonante, no apto para todos los públicos. Si tuviésemos que definir la música de Portal podríamos hacerle escuchar a cualquiera este "ION" y concluir que es death metal profundamente técnico, con tintes de black y desarrollos progresivos, al que sazonan convenientemente con elementos de psicodelia y un gusto exquisito y diferente por lo tenebroso. Su imagen y sus nombres, su empeño por mantener el anonimato, es poco menos que anecdótico cuando escuchas su manera de entender e interpretar su propuesta musical.

Odio las introducciones en las bandas de metal, creo que están ya muy vistas, sobrevaloradas y sirven de auténtico relleno, son la grasa de los discos; si las eliminas, en muchas ocasiones, no pasa nada excepto que los estos suelen mejorar considerablemente. No es el caso de "Nth" que parece dejarnos caer a través de un abismo cargado de estática hasta introducirnos de manera acertada en "Esp Ion Age", una constante sacudida de miles de voltios capaz de atravesar nuestro cuerpo mientras resuena su título a modo de estribillo en la voz de The Curator, su vocalista. "Husk" convulsiona gracias a las guitarras de Horror Illogium y Aphotic Mote mientras en "Phreqs" serán capaces de mantener la tensión, a lomos del death más aguerrido, con The Curator menos bronco y más rasgado en su registro vocal, pero una base musical tremendísima.


La introducción de "Crone" es necesaria si no queremos volvernos locos, es la tregua necesaria para sobrevivir a un álbum como "ION" en el que hasta una canción breve de tres minutos lograr sumergirnos en un espiral descendente de oscuridad, como ocurre ne los últimos minutos de esta. "Revault Of Volts" es un aún más imponente, el trabajo de Ignis Fatuus a la batería es de matrícula de honor mientras que la dinámica de Horror Illogium y Aphotic Mote en las guitarras es también digna de reseña, a un altísimo nivel, mientras Mote trabaja los riffs, Illogium complica aún más la composición con su caótica manera de escalar por el mástil.

La única canción menos intrincada es "Spores" que si puede parecer menos compleja es por esa tormenta de guitarras que parecen construir un poderoso muro alrededor de la música de Portal y que si parece avanzar a alguna parte es por la base rítmica de Ignis y Omenous. "Phathom" y "Olde Guarde" parecen recuperar el álbum en su recta final, haciéndonos creer a todos que "ION" se ha vuelto a cargar gracias a la potencia de una despedida en la que Portal no parecen querer ahorrarnos ni un solo segundo de caos.

Un álbum al que los más nuevos deberán echarle paciencia para picar las capas de hormigón que recubre sus canciones y desenmarañar los cables eléctricos a los que los músicos parecen haberse conectado, para llegar a descubrir la esencia de sus canciones. "ION", a pesar de su reciente publicación, es una auténtica referencia de culto que se agotó a las pocas horas de salir a la venta (magnífica la edición fluorescente que aumenta esa sensación de estar viendo girar un generador en lugar de un vinilo sobre el plato) con una portada soberbia de Zbigniew M. Bielak, un artista que nunca defrauda, y convierte al vinilo en una auténtica joya de coleccionista. Del mismísimo material del que se componen las peores pesadillas, de escucha obligada.

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