Crónica: Hellfest (Clisson, Nantes) 18.06.2017

Tras dos días de emociones, llegaba la última jornada del Hellfest. Si en la pasada edición el plato fuerte de la tercera noche era Black Sabbath, este año no sería algo tan impactante pero tampoco menos apetecible y, de nuevo, alejados de los escenarios principales aunque en esta ocasión a petición del propio artista. Muchos fueron los que criticaron al festival -y a otros muchos de toda Europa- porque el nombre de Emperor figurase por debajo de Linkin Park en el cartel, ese tipo de gente tan auténtica que parece querer imponer su gusto sobre el del resto. Lo ocurrido es mucho más sencillo, lejos de los intereses económicos de cualquier festival y banda, en esta ocasión fueron los mismísimos noruegos los que escucharon a sus propios seguidores ya que, tras verles interpretar hace unos años “In the Nightside Eclipse” por su aniversario en los escenarios de algunos de los más grandes festivales europeos, muchos fueron los que entendieron que la naturaleza de semejante obra no debería ser mancillada en los grandes espacios de los escenarios sino en otros más pequeños para capturar toda la magia de una auténtica banda de black metal interpretando una obra maestra. Así, cuando Emperor anunciaron que girarían celebrando el aniversario de “Anthems To The Welkin’ At Dusk” todos sabíamos que, para bien o para mal, les veríamos en un espacio más reducido. En mi opinión y tras haberles visto en ambas giras, es todo un lujo estar en primera fila -entre Ihsahn y Samoth- disfrutando en directo las canciones de un álbum así, pero considero un error el que una banda de su magnitud escuche a todos esos seguidores tan reaccionarios que hoy piden que cambien de escenario y mañana les criticarán por no hacer lo que parece escrito en piedra, por no aparecer vestidos, maquillados o satisfaciendo unos deseos puramente adolescentes.

Fuese como fuese, tres bandas auténticamente únicas y equidistantes como Emperor, Coroner o los míticos Blue Öyster Cult habrían de reinar en la última jornada del festival, como la oportunidad de ver a The Dillinger Escape Plan en la que se supone que será su gira de despedida.

La primera de nuestras citas era con Ghost Bath; verles de nuevo fue totalmente desesperanzador, no sólo poseen uno de los peores directos en una escena con una competencia tan atroz y con un nivel instrumental tan exigente sino que, a veces, llego incluso a dudar de que realmente sean músicos. Quise darles otra oportunidad tras su último álbum, “Starmourner” y me encontré de nuevo a una banda con un sonido atroz, deslavazado, y a unos músicos incapaces de llevar el mismo tempo. No me sorprende en absoluto porque no era mi primera vez con ellos y he escuchado sus discos pero sí que reciban el apoyo de un gran sello como Nuclear Blast y muchas webs se deshagan en críticas favorables. ¿Es que acaso aquellos que escriben para webs o revistas en papel realmente no entienden sobre la música a la que se están refiriendo? Ghost Bath son un compendio de todo aquello que al seguidor de post black metal podría esperar y quizá por ello es que engañen a muchos al principio pero es escuchar uno de sus directos y entender que no, no funcionan… Dennis Mikula no vocaliza, tampoco afinará, supongo que cree que no es necesario para cantar black pero tampoco va al compás en una banda en la que quizá el único que funcionó fue Jamie Schlittenhart con su bajo, quizá porque tampoco se le escuchaba ya que era tapado por las guitarras de Tim y Donovan. Cayeron canciones (nunca mejor dicho) como “Thrones” o “Ambrosial”, “Seraphic”, “Golden Number” y cerraron con “Luminescence” pero fui incapaz de disfrutar una actuación en la que en todo momento me sentí estafado y, al ver cómo el poco público que había abandonaba la carpa de The Temple, supongo que no fui el único. En efecto, “Moonlover”, debió ser un espejismo…

Muy diferente a lo que ocurrió en un Valley completamente atestado para ver a Ufomammut interpretar canciones de “Ecate” (2015) y “8” (2017) y la verdad es que pese a los agobios sufridos por el calor y la cantidad de gente que acudió, mereció la pena ver a Poia, Urlo y Vita interpretar canciones como “Temple”, “Warsheep” o “Eve pt III” y “Eve pt IV”, un sonido aplastante, denso y poderoso en el cual volvimos a sentir que estábamos en el lugar adecuado y cuando todo acabó con “Stardog” y “God” una sonrisa se dibujaba en nuestras caras pese a la perspectiva de ver a Pentagram en ese mismo escenario interpretando su cancionero con la ausencia del mítico Bobby Liebling, con Griffin asumiendo las tareas vocales. La perspectiva de escuchar esas canciones sin Liebling, por mucho que Victor sea la columna vertebral de la banda y el verdadero apoyo de un Bobby cada vez más perdido (no únicamente con problemas de drogas, adicciones y enfermedades sino de otra índole) que se ha visto forzado a abandonar la gira y Griffin, Turley y Campbell poniéndose el mundo por montera, supongo que cada vez más hartos, para cumplir los compromisos contractuales. Honestamente, Pentagram sonaron bien y, por mucho que me cueste reconocerlo, es obvio que para ello no dependen de Bobby pero es inevitable sentir que falta algo en el escenario; que canciones para que suenen como es debido canciones como “Death Row”, “Sinister”, “Forever My Queen” o la mítica “Sign Of The Wolf”, es necesaria la presencia de ese “loco maravilloso” que es Liebling sobre las tablas. Una pena abandonar el escenario de Valley con una banda tan solvente a nuestras espaldas, dando lo mejor y superando una situación así pero, aunque le pese a muchos, Pentagram es Liebling y Liebling es Pentagram.

De una de nuestras bandas más queridas a Devildriver y su groove con denominación de origen puramente norteamericano. He de reconocer que mis esperanzas nunca estuvieron depositadas en la banda de Dez Fafara (no son lo mío a pesar de haberles visto en directo en más de una ocasión) pero debo ser justo y, aunque nunca escuche a Devildriver en mi día a día, “End Of The Line” fue un comienzo arrollador para arrancar su actuación en el Hellfest. Lejos, muy lejos han quedado los tiempos de Coal Chamber, Fafara parece renegar de aquello, está más centrado que nunca en este proyecto y lo cierto es que sobre el escenario parece vivirlo con toda la intensidad posible a pesar de que “Trust No One” (2016) resultó un poco decepcionante con ese mensaje tan infantil y esa repetición de recursos. Disfruté especialmente de “Grinfucked” o la robusta “Cry for Me Sky (Eulogy of the Scorned)” y me gustó el trabajo de las guitarras de Spreitzer y Tiemann pero, a pesar de que nadie pudo salir decepcionado de su concierto, Devildriver siguen pareciéndome excesivamente anodinos y más aún con el material publicado después de “Winter Kills”. Tras el cierre con “Ruthless” y “Meet The Wretched” tuvimos la oportunidad de conocer en persona a Fafara y su banda, buena gente aunque Dez pareciese completamente agotado, ausente, tras el esfuerzo.


Una de esas bandas que llevo toda la vida deseando ver en directo, Blue Öyster Cult, confirmaba su presencia en el festival galo. ¿Cómo resistirme a ver, por fin, a Buck Dharma y Eric Bloom, sobre un escenario? La desconcertante introducción con la ya clásica melodía de la serie “Juego de Tronos” nos daba la bienvenida a todos y, tras ella, el comienzo puramente hard rock de “The Red & The Black”, con Richie Castellano, Jules Radino y Kasim Sulton, Blue Öyster Cult pisaban a fondo con una acelerada canción de corte clásico a la que siguió “Golden Age Of Leather” o el single “Burning For You”. No puedo describir con palabras lo que sentí al ver a Buck o Bloom interpretar canciones como “Then Came the Last Days of May” o “Tatto Vampire”. Obviamente, el punto álgido fue cuando sonó la mítica “(Don't Fear) The Reaper” con todo el mundo sintiéndose parte de la historia en un concierto en el que nos regalaron dos bises; “Hot Rails to Hell” y, un final muy digno, “Cities on Flame With Rock and Roll”

Si algo ha cambiado para Phil Anselmo tras el triste incidente en el Dimebash y su penosa actitud es que sus detractores han encontrado el motivo perfecto para odiarle aún más, como si eso pudiese ser aún posible. Phil es un artista que siempre ha disfrutado del Hellfest y se ha sentido cercano al festival, tanto con los fans como con la organización. No era complicado encontrarle firmando autógrafos, haciéndose fotos, actuando y colaborando con todo tipo de bandas. Llegando a actuar hasta tres veces en el mismo fin de semana. Pero tras su última polémica, Anselmo parece no querer exponerse, no querer tener más contacto que el justo, resultando poco accesible. La actuación de Scour me resultó contradictoria, por un lado tenía a Phil Anselmo (vuelve a leer su nombre, si creciste con su música en los noventa, ese nombre es sinónimo de Pantera y en aquella década eran muy grandes…) interpretando lo que él entiende que es puro black metal y así se empeña, tanto en las entrevistas como en directo, de dejarlo claro; no hay corpse-paint, no hay fuego o cabezas de cerdo empaladas pero no parará de recordarnos a todos que aquellos que hemos llevado en algún momento una camiseta de Bathory no tenemos ni la más remota idea de lo que es el auténtico, puro y duro metal. Entre constantes reivindicaciones y una actitud ligeramente distante, comedida y extraña, Phil no terminó de romper en la actuación de Scour. Acompañado de John Jarvis, Chase Fraser y Derek Engemann, sonaron temas de su primer álbum (ahora que ha anunciado que parece que va a haber una continuidad, de momento con el EP, “Red”) como “Crooked”, “Piles” o “Bleak”. Fugaces interpretaciones con Anselmo arrojando las letras de cada canción entre las primeras filas (como si aquel gesto fuese un alegato artístico), “Shake”, “Clot”, hasta llegar al inevitable fin de fiesta con “Strength Beyond Strength” de Pantera no sin antes dejar bien claro que Bergen es tejana con una innecesaria versión de “Massacre” de Bathory.

Y llegó el dulce momento de ver de nuevo a Emperor pero esta vez interpretando “Anthems to the Welkin at Dusk” (1997), tres años después de su flamante gira con “In the Nightside Eclipse” (1994), ¿puede ser que los noruegos estén pensando en girar interpretando también “IX Equilibrium” dentro de un par de años y lo mismo con “Prometheus: The Discipline of Fire & Demise” (2001)? No me gustan demasiado este tipo de giras pero nos brindan la oportunidad de ver a bandas imposibles interpretando discos míticos, no seré yo el que se queje de ello.

Tras la viscosidad y parsimonia de “Alsvartr (The Oath)” con su majestuoso cierre, el repertorio se encabritaba con “Ye Entrancemperium”. Pocos son los discos que aguantan ser interpretados en directo sin que el repertorio se resienta, con la ayuda de Einar Solberg a los teclados; Trym, Samoth e Ihsahn sonaron como si el tiempo no hubiese pasado por ellos. Tenía mucha curiosidad por saber cómo sonaría “Thus Spake the Nightspirit” y he de reconocer que superó todas mis expectativas (no es que canciones como “Ensorcelled by Khaos” o, la estéticamente romántica, “The Loss and Curse of Reverence”, auténticas bombas sónicas del género, no sean suficiente pero aquella otra tiene un espíritu muy diferente, quizá más venturoso)

Esos que menosprecian una obra como “Anthems to the Welkin at Dusk” en favor de “In the Nightside Eclipse” creo que no han escuchado lo suficiente las canciones del álbum. Por favor, “With Strength I Burn” es pura emoción como “The Wanderer” es el contrapunto justo, melodramática y pausada para cerrar la actuación de un álbum que nos regalaría algunos bises de canciones ya clásicas como “I Am the Black Wizards” o “Inno a Satana”. Una pena que Ihsahn y Samoth partiesen su relación artística por diferencias musicales porque Emperor nos podría haber seguido regalando grandes discos si hubiesen sabido conjugar la vertiente más valiente y progresivo de uno y el black más acerado del otro.

Pero si hubo una banda en esta edición que tuviese ganas de ver era Coroner. Los creadores de una discografía auténticamente magistral; “R.I.P.” (1987), “Punishment for Decadence” (1988), “Punishment for Decadence” (1988), “No More Color” (1989), “Mental Vortex” (1991) y el polémico y a veces no entendido “Grin” (1993), parecen estar viviendo un momento dulce tras su resurgimiento y la publicación del impecable recopilatorio “Autopsy”. Con Diego Rapcchietti tras los parches, reemplazando a Marky. Ron Broder y Tommy Vetterli se dejaron ver por el festival antes de su actuación. ¿Qué queréis que os diga? Conocer a Tommy Vetterli fue un sueño hecho realidad; no sólo tuvo toda la paciencia del mundo firmando toda mi colección de Coroner sino también la inmensa amabilidad de responder a algunas preguntas y confirmar que ya están muy avanzados en la grabación de su álbum de regreso y, tras su gira por festivales (con parada incluida en España), estaban estudiando la posibilidad de girar por salas en Europa. Ojalá así sea y podamos disfrutar del repertorio de Coroner en un espacio más reducido aunque se evidencia la triste realidad de ese público que parece no llenar los aforos.

Su actuación, ya bien entrada la noche, tuvo una buena afluencia de público y sonó todo lo sólida que podemos esperar de ellos en un escenario sobriamente decorado con su bonito logo y en el que no hacía falta nada más excepto la presencia de los músicos sobre las tablas. “Golden Cashmere Sleeper, Part 1”, “Internal Conflicts” y “Serpent Moves” nos mostraron a un trío que son capaces de sonar como ya quisieran otras bandas con más miembros. Ron y Diego forman un tándem magnífico y dejan a Tommy toda la libertad para poder entrar y salir de las canciones con sus riffs y solos. “Masked Jackal” y sobre todo “Grin (Nails Hurt)” terminaron por sumergirnos en un concierto que supieron despedir con “Die By My Hand” y en el que eché en falta muchas canciones, más quizá de “No More Color” (1989) o “Mental Vortex” (1991) y es que los suizos tienen un repertorio al que cuarenta y cinco minutos se les quedan cortos. Otro sueño cumplido.


Tras ver a Emperor y Coroner, el Hellfest del 2017 parecía despedirse de nosotros no sin antes dos platos fuertes; Slayer y The Dillinger Escape Plan. Cierto es que Araya, King, Holt y Bostaph se prodigan en festivales (en la pasada edición, sin ir más lejos) y también por salas pero, como puede ocurrir con Kreator, me resulta francamente difícil negarme a verles una vez más y así desde hace más de veinte años. El resultado es siempre el mismo y ello no debe entender como algo negativo, todo lo contrario; desde hace mucho tiempo, Slayer han logrado convertirse en una apisonadora en directo y desde la introducción de “Delusions of Saviour” y se cañonazo que es “Repentless”, poco tardaron en llegar clásicos que sí, que es cierto que hemos escuchado ya en mil ocasiones; pero que siguen sonando magníficos en directo. Y no me refiero a canciones menores sino a “War Ensemble”, “Postmortem”, “Dead Skin Mask” y una recta final como “Seasons In The Abyss”, “South Of Heaven”, “Rainning Blood” y “Angel Of Death” recordándonos a Hanneman allá donde quiera que este; al norte o al sur del cielo. Podemos criticar a Slayer pero esa regularidad y fama de ser infalibles que les hizo grandes en el pasado es la misma de la que siguen haciendo gala en todos y cada uno de sus conciertos…

Todo lo bueno se acaba, no solamente la edición de este año del Hellfest sino también la carrera de una banda como The Dillinger Escape Plan tras publicar uno de los grandes discos del año pasado, “Dissociation” (2016). Cancelaron algunas de sus fechas europeas por un accidente de bus y España nunca tuvo la oportunidad de verles por última vez, es por eso que el escenario del Hellfest resultaba ideal. ¿Qué decir? Espídicos, hipervitaminados, caóticos, echaremos de menos a The DIllinger Escape Plan, esa mágica unión entre Weinman y Puciato. Es verdad que el sonido pudo resentirse por el escenario en el que les tocó actuar pero “Panasonic Youth”, “One of Us Is the Killer” o “Farewell, Mona Lisa” sonaron como tenían que sonar, mi favorita fue la intensísima y desgarradora “Symptom of Terminal Illness” por su interpretación en una actuación con amargo sabor a despedida con “Limerent Death” o “43% Burnt”.

Caminábamos hacia el coche, cansados pero contentos, y recordábamos la mítica ciudad de Tim Burton en la que los habitantes cuentan los días que quedan para Halloween. Así nos sentimos cuando aún sonaban algunas bandas a nuestras espaldas y nosotros ya pensábamos en la próxima edición del 2018 y los posibles artistas que tendrían que confirmarse. El Hellfest no es grande, es simplemente enorme…

© 2017 Jim Tonic/ Albert Gràcia