Crítica: Sodom "Decision Day"

Pocas veces, en los últimos meses, y con una banda con una carrera tan dilatada como la de los veteranos Sodom, he visto opiniones tan polarizadas ante el lanzamiento de un álbum que no debería generar polémica alguna, no ahora. Me explico, de Tom Angelripper poco deberíamos esperar ya a estas alturas excepto la continuidad de su proyecto, Sodom, y su inagotable presencia escénica en la que los alemanes pocos rivales tienen pero, inevitablemente y en pocos años, su popularidad ha ido creciendo conforme hemos ido sufriendo importantísimas bajas y gracias al famoso Big Four con el que muchos se percataron de que en Europa también se ha hecho buen thrash y poco o nada teníamos que envidiar a la norteamericana Costa Oeste y otros se apresuraron a comercializarlo junto a Kreator, Destruction y Tankard con lo que las expectativas generadas han terminado consumiendo el trabajo que nos ocupa. Es verdad que Sodom vivieron su peor década en los noventa (¿qué banda de metal pudo sobrevivir a aquel terremoto sin perder su identidad o, peor aún, su dignidad? Pocos…) pero también que “Code Red” (1999) fue un disco magnífico tras aquellos altibajos, que con “M-16” (2001) firmaban uno de los mejores álbumes de su historia y que en “Sodom” (2006) e “In War And Pieces” (2010), Angelripper daba señas de estar atravesando un gran momento creativo (porque “The Final Sign Of Evil” fue tan irregular que prefiero ignorarlo a justificarlo con un par de temas…) pero en “Epitome Of Torture” (2013) el nivel comenzaba a bajar con un disco sólido pero justito. ¿Qué nos quedaba de Sodom? La promesa de un regreso por todo lo alto y, por supuesto, sus conciertos…

No es que me esté volviendo loco y vaya a criticar a los alemanes alegando una terrible falta de originalidad para que, como con el último de Sabaton (“The Last Stand”) y su power épico-bélico que les va a terminar convirtiendo en los Action Man de la escena, los más fans crean que he perdido toda credibilidad cuando confunden esa sana frescura y originalidad que les pido a los suecos con una innecesaria innovación que arruine su propuesta; pero es que aquí, en el caso de Sodom y “Decision Day”, le pido lo mismo a Angelripper, Bernemann y Makka. Obviamente, cuando pincho a Sodom, lo que quiero es una descarga de adrenalina; puro, duro y rapidísimo thrash de la fría Gelsenkirchen pero también el talento de unos tipos con tablas y, en el caso de Tom, la pluma de alguien que lleva dando guerra desde 1986 y sabe perfectamente de lo que es capaz como compositor. Para que nos entendamos; no quiero innovación sino genialidad y de “Decision Day” y esa portada dibujada por el famosísimo Petagno que tanto me recuerda (en colores naranja, azul, rojo y amarillo) a la del histórico pero peculiar “Another Perfect Day” (1983) de Motörhead lo que esperaba era un álbum a la altura de Sodom y esta segunda juventud de popularidad que están atravesando ahora que Kreator han vuelto a ser una más que efectiva máquina de guerra desde aquel desnortadísimo “Endorama” (1999) y Destruction, como le ha ocurrido a Sodom, se muestran irreductibles en directo pero poco acertados en su último álbum, “Under Attack”, que también supone toda una decepción...

“Decision Day”, producido por Cornelius Rambadt (amigo de Angelripper, con quien colaboró en “Nunc est Bibendum” del 2011) ya produjo el EP, “Sacred Warpath” (2014) y, aunque el resultado no es verdaderamente malo y salvó el tipo en aquel, en el último álbum no es una producción que destaque; suena bien en algunos momentos, es un poco plana en otros y perdemos de oído algunos elementos pero se podría decir que, sin ser una maravilla y gracias a la ejecución de la banda, el disco salva el tipo (pocas bromas con un trío tan contundente, tanto en un escenario como fuera de él) pero que en donde de verdad fracasa “Decision Day” es en la originalidad (tanto musical como temática y, claro, en las letras) de unas composiciones que no se sienten especialmente inspiradas y que, a excepción de tres o cuatro de ellas que verdaderamente sí destacan, el resto son francamente grises y anodinas con unas melodías, líneas vocales y recursos poco agradecidos y sí muy manidos (como el crescendo en “Caligula”) que dejan mucho que desear y con los que tendremos la amarga sensación de habernos topado en mil y una ocasiones y haber escuchado ya hasta la extenuación, algo imperdonable en una banda con la experiencia de Sodom. Pero, ahondando más en la herida; esa repetición que nos gusta en otras bandas porque significan su personalidad y las justifica aquí naufraga y se resiente porque no hay suficientes canciones de calidad que sostengan el álbum en su totalidad.

“In Retribution” es un comienzo realmente flojo; no en cuanto a contundencia que en Sodom siempre habrá más que de sobra sino en la misma canción, una forma más que cuestionable de abrir un álbum para unos músicos que, sin ir más lejos; hace seis años, nos volaban la cabeza con “In War And Pieces” pero supongo que si te conformas con el trabajo de Makka y confundes la velocidad del thrash con el tocino de una canción que, desde su estribillo, nos ofrece más y más de lo mismo pero con infinita menos gracia que en anteriores entregas, “In Retribution” te valdrá. Pero no todo es cuestionable en el nuevo de Sodom, el riff de “Rolling Thunder” vale su peso en oro y, sin inventar la rueda o darle una vuelta de tuerca al género, funciona bastante mejor que la anterior.

La homónima “Decision Day” sitúa las cosas en su sitio con estilo, Sodom no resuelven la melodía de la estrofa como deberían pero volvemos a lo mismo; el riff de Bernemann es fabuloso (como su solo, tan lleno de sabor) y, sin ser una canción genial, sí que entra tan bien que cumplirá la función del espejismo y nos hará creer que el álbum, en sí mismo, no es tan irregular. Pena que “Caligula”, lo que fue el adelanto (por favor, que alguien pare la maldita y estúpida moda actual de hacer vídeo con letra, “lyric video”, de todas las bandas), sea un auténtico horror en cuanto a forma y estilo. Con una letra tan simple y efectista que asusta por su poco atrevimiento y hace parecer James Joyce a Kerry King, seamos serios; “Caligula, reign of violence, king of defiance. Caligula, demonic creature. Unholy preacher…” Y este tema me duele especialmente porque Angelripper juraba y perjuraba en todas las entrevistas promocionales que las letras de “Decision Day” serían las más profundas y trabajadas de la historia de Sodom cuando el pueril resultado no da lugar a engaños; “Sperm profusion. False decision. Inner rotting. Pervy kisses….”

Como esa previsible “Who Is God?” que ni siquiera parece alcanzar cierta velocidad y convertirse en un malsano tema thrash pero, con todo, suena más digna que “Caligula” y consigue alzarse en el estribillo, convirtiéndose en un tema entretenido. “Strange Lost World” termina en un medio tiempo con varios cambios de ritmo pero poca sustancia, como la rapidísima “Belligerence” que de lo único que puede presumir es de tempo o esa horrorosa despedida que es “Refused To Die” y que nos hará plantearnos si “Decision Day” no habría funcionado mucho mejor como EP que como larga duración. Pero me dejo lo mejor para el final y es que “Vaginal Born Evil” es adictiva y “Blood Lions” con ese riff tan crudo y esa manera tan macarra de acometer las estrofas por parte de Tom (aunque yo no escuche ni rastro de esa influencia en su garganta procedente del “Persecution Mania” del 87, como él mismo asegura) o “Sacred Warpath” son de lo mejor de un álbum que parece incluso mal estructurado en el propio orden de sus canciones.

Si sirve para que disfrutemos de Sodom una vez más en directo; no hay problema pero que no nos hagan creer que estamos ante un “In War and Pieces”, “Sodom” o el potente “M-16” porque no podríamos estar más lejos de ellos y, por supuesto, el lector deberá notar que, desde el principio, he evitado mencionar “Agent Orange” (1989) porque no tendría ningún sentido a estas alturas pero sí que es verdad que Destruction y Sodom han publicado dos discos mediocres que les hacen un flaco favor y seguro que el nuevo de Kreator borra de un plumazo… No es un mal álbum si contemplamos la carrera de los alemanes como un todo y aceptamos que es un lujo tenerles en activo y que sigan publicando discos, más o menos solidos, pero tampoco eso nos hará volver a ninguna de las once canciones que lo integran u olvidar momentos de mayor gloria.


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