Crítica: Florence + The Machine "How Big, How Blue, How Beautiful"

Tres semanas escuchando sin descanso este "How Big, How Blue, How Beautiful", no porque sea el mejor álbum de Florence sino porque es, en sí mismo y sin tener la necesidad de compararlo con "Lungs" (2009) o "Ceremonials" (2011), pura y llanamente; un gran disco, una pequeña maravilla que estalla desde "Ship To Wreck" a "Mother"/ "Hiding", atemporal en su sonido. Aquella que nos deslumbró con "Lungs" y dos años después repitió con un gran segundo disco (rompiendo por completo con aquel "Ceremonials" la célebre maldición del segundo paso en toda carrera musical) regresa más personal que nunca, tocando -quizá sin quererlo- la ansiada madurez de todo artista con las yemas de sus dedos. Fue precisamente el éxito de aquellos dos discos y sus constantes giras lo que supuestamente desestabilizó a Florence y la hizo caer en un espiral descendente con crisis nerviosa incluida que casi acaba con ella, por lo que tras la gira de aquel decidió darse un año sabático y trabajar con tranquilidad en las nuevas canciones, su discográfica no le puso problema alguno. Florence no encontraba estabilidad y, según ella; quizá ese sentimiento haya dejado poso en las nuevas canciones, convirtiéndose "How Big, How Blue, How Beautiful" en su disco más personal, si "Ceremonials" hablaba de escapar y llegar a trascender aunque fuese a través de la muerte, en su nuevo disco Florence admitirá, a través de sus textos, que no hay lugar donde marchar sino que la verdadera felicidad podría estár en encontrar las herramientas para vivir y amar en un lugar como este mundo; la tarea más difícil.

Sin embargo, pese a todo esto, sorprende lo claro que lo ha tenido a la hora de elegir los ingredientes para su tercer álbum, quizá mi favorito hasta la fecha. La elección de Markus Dravs en los mandos de la producción no es por casualidad; con el afamado productor de "Sigh No More" de Mumford And Sons, Florence no sólo encontrará el sonido orgánico y básico, que no simple, de éstos sino también lo compacto de un disco como "The Suburbs" de Arcade Fire y, lo más importante; los arreglos de una obra maestra como "Homogenic" (1997) de Björk porque en "How Big, How Blue, How Beautiful" suenan acústicas con extraordinaria claridad, líneas de bajo vibrantes y redondas pero también todo tipo de arreglos que embellecen el resultado final y pueblan las canciones de detalles conformando un disco trabajado y exuberante pero cuya escucha no sobrepasa y empacha al oyente. Sí, claro que sí; aquí están presentes el tono melodramático de siempre, la exageración y el gusto por el exceso de sobra conocido por cualquiera que haya escuchado a Florence, pero tamizado de manera sobria y elegante (como la portada, que podría pertenecer a cualquier disco publicado por Island Records en los ochenta).

Por ejemplo, "What Kind of Man" podría ser firmada por Adele pero lo que en una cansa por lo impostado de su carácter, en la canción de Florence las inflexiones en su voz antes del estribillo ("And with one kiss you inspired a fire of devotion that lasted 20 years, what kind of man loves like this") y esa guitarra de Robert Ackroyd rompiendo como si fuese la de Martin Gore (por cierto, Markus Dravs también trabajó con Depeche Mode; ¡oh, sorpresa!) y las palmas hacen del primer single de este "How Big, How Blue, How Beautiful" una maravilla llena de energia. Pero, ¿quién se pudo resistir a "Ship To Wreck" como segundo sencillo? Markus Dravs le dijo a Florence Welch que no escribiese ni una sola canción más sobre el agua y no deja de resultar irónico que justo el corte que abre el disco se descorche con "Don't touch the sleeping pills, they mess with my head, dredging the Great White Sharks, swimming in the bed" en los primeros versos. "Ship To Wreck" es tan vital que asusta a pesar de que en ella se narre el final de una relación y los lógicos reproches que uno mismo se suele lanzar; "And oh my love remind me, what was it that I said? I can't help but pull the earth around me, to make my bed and oh my love remind me, what was it that I did? Did I drink too much? Am I losing touch? Did I build this ship to wreck? To wreck, to wreck, to wreck, did I build this ship to wreck?" ¿Acaso bebió demasiado, acaso perdió algo de su toque, acaso contruyó aquella relación para hundirla como un barco? La canción es perfecta, sencillamente perfecta y el clímax de Welch cuando rompe su garganta y arrastra la vocal abierta en "to wreeeeeeeeeeeeeeeeck" es soberbio.

"How Big, How Blue, How Beautiful" pretende reclamar su parte del pastel, esa que han logrado otros artistas con mucho menos que decir e infinitamente menos talento pero cuando la escuchamos, a pesar de su apetitoso envoltorio, encontramos a una artista abriéndose; "Now there's a few things we have to burn, set our hearts ablaze and every city was a gift, and every skyline was like a kiss upon the lips and I was making you a wish in every skyline. How big, how blue, how beautiful" y la canción se despliega como un árbol en flor entre arreglos y una coda final que nos llevará, esta vez sí y de manera inequívoca, al "Homogenic" de la islandesa más famosa. "Queen Of Peace" es iresistible desde su ritmo a la voz de Welch y es que si algo confirma este álbum es la capacidad de Florence para crear magníficas melodías. "Queen Of Peace" se resuelve con un estribillo magnífico tras el que las trompetas se desatan; "Suddenly I'm overcome dissolving like the setting sun, like a boat into oblivion 'cause you're driving me away". "Various Storms & Saints" es su contrapunto perfecto, la calma tras la batería machacona de Lloyd Hayden y un verso que Welch dispara a bocajarro; "You sing it out loud, "who made us this way?" I know you're bleeding, but you'll be okay. Hold on to your heart, you'll keep it safe. Hold on to your heart, don't give it away" antes de atacar la recta final, doblarse su voz y subir la intensidad de los arreglos para confundirse con ella mientras la canción se desvanece con su garganta. En "Delilah" esperará a que su chico la llame e incluso beberá tan sólo por pasar el tiempo, y encontramos que el título de la canción no es por casualidad sino una referencia bíblica (no será la única, cuando no mitológica) cuando al final de la segunda estrofa canta; "Never knew I was a dancer 'Till Delilah showed me how". 

En "Long & Lost" se mostrará de nuevo vulnerable; "Without your love I'll be, so long and lost, are you missing me?" mientras Mark Saunders convierte la percusión en un cálido latido y la voz de Welch se torna en lamento gracias a su falsete; "Is it too late to come on home? Are all those bridges now old stone?Is it too late to come on home? Can the city forgive? I hear its sad song". "Caught" parece comenzar de manera más ligera hasta que prestamos atención a la letra y en ella encontramos a la chica enamorada; ésa que se vuelve para mirar a esa otra persona y le encuentra en cada libro que lee para, de nuevo, llegar a un estribillo delicioso; "And I'm caughtI forget all that I've been taught I can't keep calm, I can't keep still pulled apart against my will" en el que la tensión la llevará el bajo, en primer término, junto a la voz de Welch en varias pistas. "Third Eye"suaviza la carga de la segunda cara de "How Big, How Blue, How Beautiful" con pop lleno de buen gusto y todos sus ingredientes; de nuevo la voz de Welch doblada, palmas y Saunders en la percusión, palmas y los brillantes arreglos de Will Gregory bajo la producción de Dravs.

"St. Jude" ahonda en la desolación de una relación ya perdida; "Another conversation with no destination, another battle, never won and each side is a loser so who cares if I have grown? And I’m learning, so I’m leaving and even thought I’m grieving. I’m trying to find the meaning, let loss reveal it let loss reveal it. St. Jude, the patron saint of the lost causes. St. Jude, we were lost before she started. St. Jude, we lay in bed as she whipped around us. St. Jude, maybe I’ve always been more comfortable in chaos" en la que Florence Welch dejará de sonar como Tori Amos, PJ Harvey, Björk o una Adele con fondo y forma para hacerlo como Annie Lennox en solitario cuando entre verso y verso apenas toma aire y parece convertir el estribillo en un salmo.

"How Big, How Blue, How Beautiful" se cierra con "Mother" y en ella que se puede apreciar perfectamente el cambio de sonido ya que está producida por Paul Epworth y suena más cortante, más cruda, más directa y más colérica cuando estalla con violencia en el estribillo. Pero todavía queda una sorpresa más y es la escondida; "Hiding", que supone un auténtico regalo con el que esta vez sí, acabar el álbum de manera excitante y coherente con el sonido de las diez primeras canciones (sin olvidar que la edición especial contiene grandes temas como "Make Up Your Mind", con un ritmo adictivo, o "Which Witch" en la que nos deleita con una auténtica exhibición vocal). Tan excitante como pasional, inspirado y repleto de grandes momentos; si alguna vez un hombre tuvo de verdad curiosidad por saber en qué piensan ellas, quizá este álbum sea una magnífica oportunidad de pasar una hora en la cabeza de Florence Welch.

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