Crítica: Jerry Lee Lewis "Live At The Star Club, Hamburg"

Permítanme la osadía de haber cogido una portada diferente a la maravillosa edición de Bear Familiy para hablar de este disco, no sé por qué la que muestra a The Killer con The Nashville Teens sobre las cortinas rojas me parece más apropiada, como si fuese un cuadro en el que nuestro protagonista esté gestando una gran batalla mientras el grupo de acompañamiento permanece con gesto impávido, es simplemente maravillosa. Pero vayamos al grano; a todo esos chavalitos emo, punkies de nueva hornada o metaleros veinteañeros que, en definitiva, no tienen ni puta idea de nada y menos de música (y no siendo ése el problema sino su escasa humildad y ganas de aprender, su absoluta falta de conciencia sobre su ignorancia y poco entusiasmo por descubrir, desdeñando todo lo que no esté dentro de sus pobres coordenadas culturales) me gustaría ponerles este "Live At The Star Club" día y noche, veinticuatro horas al día, como si de un lavado de cerebro se tratase y, cuando hubiese terminado con ellos, pincharles a Gene Vincent, seguir con todo el legado de la Sun Records y apabullarles con Elvis, Orbison, Cash y Lewis durante cinco largos años, como si fuese una carrera, porque para disfrutar de la música, como producto, no hace falta conocer y aprender (basta encender la televisión, la radio o ir a una discoteca como chimpancés y que los medios te tomen el pelo con artistas, más o menos pechugonas, de usar y tirar) pero, desde que internet se ha convertido en la palestra preferida para criajos que han aprendido a usar un ratón antes de saber escribir o leer y vierten sus opiniones como si fuesen axiomas, para poder opinar con fundamento, sí que es necesario saber de lo que se está escribiendo y el verdadero problema de los tiempos que corren es que hay una enorme caterva de analfabetos que escriben sobre grupos, relativamente nuevos y con poco talento o faltos de inspiración y/u originalidad, como si hubiesen inventado la rueda, defendiéndolos a capa y espada.

No entiendo que un mequetrefe de veintipocos sea capaz de escuchar Avenged Sevenfold hasta la saciedad y no conocer o menospreciar a The Killer porque, permítanme de nuevo que les diga que, no hay nadie más salvaje, transgresor, punky, heavy y con un par de pelotas como Lee Lewis. Definitivamente, preferiría tener un encontronazo con Marilyn Manson, Varg Vikernes, Gaahl, Axl Rose o Nikki Sixx antes que con Lee Lewis puesto de anfetaminas en plena década de los cincuenta porque The Killer es un hombre en el más amplio sentido de la palabra y no un adolescente confuso que inevitablemente ha seguido cumpliendo años rodeado de aduladores como cualquier estrella de rock del momento con más tatuajes que cerebro.

Pero pongámonos en situación, en 1964, The Killer no está en su mejor momento; lejos ha quedado el gran éxito de "Great Balls Of Fire", el escándalo de su relación con Myra, de trece años, le ha hecho perder popularidad y estar aún más vetado y su contrato con Sun Records está liquidado, su hijo (Steve Allen Lewis) ha fallecido ahogado con tan sólo tres años, alcoholizado y atiborrado a pastillas, habiendo firmado con Smash Records hace gira por Europa  y ésta recala en Hamburgo, el 5 de Abril de 1964.

Lee Lewis descargaba uno de los directos más incendiarios de la historia del Rock N' Roll en Alemania, acompañado de los Nashville Teens (un grupo solvente que nunca tuvo la misma suerte que, por ejemplo, el Fab Four) que corren al rebufo de un Lewis totalmente poseído y espídico. Son un buen grupo y efectivo, de calidad, pero en más de una canción se les nota al límite de sus posibilidades, incapaces de llevar el ritmo de nuestro protagonista. Como diría la Rolling Stone americana (la española todavía sigue ensalzando a Parchís y Pereza) y no gustándome citarla como si fueran las escrituras; "Live At The Star Club no es un disco, es la escena del crímen en la cual Jerry Lee despedaza como un carnicero a todos sus rivales con un repertorio de trece canciones que se hace sentir como una gran convulsión"

Tras la presentación salta al escenario rugiendo; "grrrrrr"y entona "Mean Woman Blues" que le sirve de calentamiento, el piano está enloquecido y lo toca como si se fuese a acabar el mundo, maneja el tempo como ninguno y hace subir la intensidad cuando quiere, maneja al público y lo conduce como le apetece desde el primer momento. Cuando llega "High School Confidential" la audiencia ya está entregada (¡a la segunda canción!) y así se puede sentir en la respuesta; sus gritos, el clamor y los silbidos, Lewis ya les ha montado en el tren desbocado que es su música. Ya no toca sino que aporrea el piano con toda su fuerza, no cuesta imaginarle pegándole taconazos con sus botas a las teclas. En "Money" saluda parando de cuajo los vítores para hacer puro rock con un tiempo más calmado pero como una apisonadora. En "Matchbox" levanta el pie del acelerador para darnos una clase de blues antes de las dos partes de "What'd I Say" de Ray Charles (quizá su único éxito cuando grabó bajo el sobrenombre de The Hawnk para los Sun), el feeling de Charles aquí se convierte en pura aceleración, del soul al Rock más Punky de los dedos de Lewis que parecen no tener descanso durante toda la actuación. De nuevo, durante "What'd I Say" manejará al público como si fuesen títeres, les hará vibrar, corear y gritar para terminar aullándole después de una buena dosis de gruñidos por su parte.

Volverá a frenar los gritos de "Jerry, Jerry, Jerry" con su clásico "Great Balls Of Fire", noquearles con "Good Golly Miss Molly" y aturdirles en la lona con "Lewis Boog" y la demostración de su virtuosismo. Durante "Your Cheatin' Heart" les dejará descansar un rato para volver a pasar sobre el auditorio como un Panzer con una salvaje versión de "Hound Dog", dejarse la voz en apenas dos minutos de "Long Tall Sally" y sudar con un final de infarto en "Whole Lotta Shakin' Goin' On".

Un disco que acaba con todos jaleando a The Killer y coreando su nombre; "Jerry, Jerry, Jerry", ajenos a la trascendencia de lo que acaban de presenciar, no lo saben pero sus palmas y aplausos, sus gritos y suspiros pasaran a la historia y nosotros seguiremos disfrutándolos cinco décadas después. Escúchalo, aprende y luego comentas si es que tienes huevos. He dicho.

© 2012 Fukk Fairlane