Blogozarro #10 "El monstruo Grunge"

Cuando en 1984, New Line Cinema apostó por el proyecto de Wes Craven, nadie, ni siquiera él mismo, pensaba que harían historia en el mundo del terror con un personaje que ha terminado por convertirse en todo un clásico, un ícono cultural y del género.  Amanda Krueger toma los hábitos y el nombre de María Elena es violada y torturada por los pacientes del hospital psiquiátrico de Westin Hills dando a luz, nueve meses después, a Frederick Charles Krueger. Dado en adopción, el joven Freddy tiene la mala suerte de dar con el Sr.Underwood como padrastro, un alcohólico que no dudará en maltratar al niño quien años después se vengará y terminará acabando con la vida de su tutor. ¿Recordáis aquella película (no diré el nombre para que nadie se piense que estoy obsesionado con ella) en la cual se dice la frase; hasta Hitler tenía una novia?. Pues bien, Freddy no sólo tuvo novia sino que se casó con ella, se llamaba Loretta y tuvo una hija llamada Kathryn (que he de reconocer que me sorprende el respeto que las productoras guardan a ésta ya que no quiero imaginarme la cantidad de secuelas y películas que podrían hacer tirando de este enfermizo pero atractivo hilo argumental). El problema está en que Freddy, a pesar de haber asentado la cabeza, no puede refrenar sus instintos y termina asesinando a decenas de niños antes de dar con sus huesos en la cárcel y después de asesinar a su mujer delante de la propia niña que, obviamente, será dada en adopción. Una vez es puesto en libertad por una supuesta falta de pruebas, su madre se suicida (imagino que horrorizada por el monstruo al que dio vida) y esa misma noche, los padres de los niños asesinados, le persiguen hasta el cuarto de calderas de su casa y allí le prenden fuego. Y es en ese momento (sí, querido lector, en ese preciso momento) donde al mortal Freddy Krueger se le aparecen los tres demonios del sueño ofreciéndole la inmortalidad. ¡Vaya argumentito! ¿Cómo no iba a tener éxito?

Además, la estética de Freddy encajaba perfectamente con la sociedad de la época y su consecuente crisis económica, la clases medias bajas y el inminente desembarco de la música alternativa como medio de expresión y la filosofía del "no hay futuro" de los jóvenes de primeros de los noventa que adoptaron a Freddy como ícono de los ochenta y antihéroe de los noventa cuya imagen era fiel reflejo de la suya. En pocas palabras, para vestirse de Drácula o Frankenstein había que elaborarse y trabajar el disfraz, para hacerlo de Freddy bastaba un jersey de rayas, poco más. Fue el primer "villano o monstruo grunge" que se olvidaba de la capa y el pelo engominado para calzarse unas viejas botas y un pantalón sucio, al alcance de todos y encima se te podía aparecer en sueños.

Así que, en 1984, Wes Craven se descuelga con "Pesadilla en Elm Street", una maravilla slasher de principio a fin. ¿Qué es el slasher? Es un subgénero dentro del de terror, el cual se caracteriza por la matanza descontrolada y sistemática de estúpidos adolescentes y explosivas lolitas mientras mantienen relaciones, hacen barbacoas en la piscina de papá, se quedan a solas en casa, organizan fines de semana en casas rurales y/o campamentos y bosques abandonados. Pero no sólo esto sino que son asesinados de manera brutal a la par que original por asesinos cuyas patalogías tienen por origen la humillación o la desgracia originada por los propias víctimas o familiares de éstas. ¿Y esto qué origina? Primero, que asistamos al sangriento festín deseando ver cómo de extraña u original será la siguiente defunción. Segundo, que nos alegremos cuando caen y hagamos extrañas y divertidas apuestas sobre cuál de los niñatos caerá primero (por que hay toda una simbología y reglas acerca del orden de las muertes basadas en el sexo, la edad, el color de la piel o la talla de pecho). Tercero, que sintamos cierta lástima por el asesino, veamos una justificación en su "misión" y hasta lleguemos a sentirnos ligeramente identificados con él porque el mal siempre es más atractivo que la estupidez e ignorancia de los supuestamente bondadosos (que en este tipo de películas son representados como auténticos imbéciles) y cuatro, quizá lo más importante, nos quedemos con ganas de más y terminemos devorando secuelas, precuelas, camisetas, muñecos y todo tipo de mercadotecnia referente al psicópata. ¿Interesante, verdad? Sin duda. Pero sigamos con Wes Craven y su primera pesadilla.

Tomando el jersey rojo y verde de cuando era niño (y debido a que la mezcla de color rojo con verde es más difícil de procesar por el ojo humano), la inestimable ayuda de Louis Lazzara al maquillaje (tan importante para un personaje como Freddy), y con un coste de producción de poco más de un millón y medio de dólares, la película no sólo salvó de la quiebra a la productora (que a mitad de rodaje incluso se quedó sin distribuidora), New Line Cinema, sino que recaudó veintiséis millones de la época convirtiéndose en una de las más taquilleras y recibiendo elogios por parte de la crítica y del público.

¿Era para tanto? Desde luego que sí, debemos tener en cuenta que, al margen de la bromas sobre el macabro y rocambolesco orígen de Krueger, la idea era de los más original; un asesino que mata mientras dormimos, dentro de los sueños. ¡Eso es algo imparable! ¿Cómo vamos a capturarle, cómo no vamos a dormir? ¡Estamos muertos! 

Esta primera película es ya todo un clásico imperecedero del terror. Freddy ataca a los adolescentes y aparece por primera vez en la gran pantalla (sin que se le termine de ver por completo) acaparando todas las miradas y capturando a toda una generación que nunca más volverá a afrontar el descanso de la misma manera. Tina, la primera joven en soñar con Freddy, muere brutalmente asesinada mientras su noviete (Rod Lane, que morirá igualmente después de ser el primer sospechoso) es testigo de todo. Freddy la corta en mil pedazos mientras la golpea contra el techo y las paredes del dormitorio. Pero quizá la muerte más original de todas es la de un jovencísimo Johnny Depp en su primer papel como Glen Lantz, un chaval sin sustancia alguna (que de tan bueno aburre) que es engullido por su cama para luego ésta escupir litros y litros de su sangre como si de un géiser se tratase. Aunque el truco de rodaje fue montar la habitación al revés y arrojar por el agujero del techo en el cual habían montado la cama toneladas de sangre artificial, a día de hoy sigue siendo una de las escenas más macabras del séptimo arte. Y es que a mediados de los ochenta los efectos especiales, y más con tan poquito presupuesto, eran poco más que meros recursos escénicos en los cuales los técnicos y especialistas se dejaban horas y horas de rodaje, muy lejos de los perfectos y pulidos efectos digitales por ordenador que a día de hoy a todos nos maravillan pero que carecen del mismo encanto.



Ejemplo de ello es la escena en la que la protagonista y única superviviente, Nancy (interpretada por Heather Langenkamp, papel para el que se barajaron más de doscientas actrices, entre ellas Demi Moore o Courteney Cox) descansa tomando un baño y aparece la mano de Freddy entre sus piernas, arrastrándola a lo que parece una profundo océano, se logró construyendo la bañera sobre un enorme tanque gracias al ingenio de Jim Doyle que no dudó en calzarse el equipo de buzo con la mano de Krueger. Sorprende la escena y provocaba pavor ver a la chica tan confiada con semejante mano llena de cuchillas entre sus piernas pero más sorprendente es la mojigatería norteamericana actual ya que en el remake de hace un par de años esta misma escena era interpretada por una adolescente que no dudaba en mantener las piernecitas bien cerradas, quitándole parte del encanto psicológico a una escena en la cual Heather Langenkamp las abría como parte del relax tras los horribles acontecimientos y Freddy, más transgresor que nunca, se adentraba entre sus muslos para intentar asesinarla. ¿Si las tiene cruzadas o juntas, por dónde demonios mete la mano Freddy? También sorprende el final de la película en el cual, Freddy mete la mano por la ventana de la puerta y se lleva consigo a la madre de Nancy. Si somos pacientes y utilizamos la "cámara lenta" de nuestros reproductores, veremos como la actriz es reemplazada por una burda muñeca. ¿Le resta encanto a la producción? ¡Por supuesto que no, eran mediados de los ochenta, y resulta maravillosa en todo su conjunto! Dos finales alternativos, uno feliz ideado por Wes Craven y el horripilante (y el cual pudimos ver todos) ideado por Robert Shaye quien le echó el ojo a la historia y supo ver el filón que tenía entre las manos.

Tan sólo un año después e intentando repetir el éxito, aprovechándose de él y mancillando el nombre de Freddy y el de Craven, Robert Shaye produce un auténtico engendro de secuela llamada "Pesadilla en Elm Street: La Venganza De Freddy" cuyo argumento es realmente estúpido ya que elimina de la mayor parte de las escenas a nuestro querido Krueger, encargándole éste a Jesse Walsh (el aburrido Mark Patton) que asesine por él y, para colmo, saliendo Freddy del mundo de los sueños para acabar asesinando en la realidad siendo la escena más patética de toda la cinta cuando Freddy realiza una carnicería en la famosa fiesta de la piscina. Ni que decir tiene que la crítica la despedazó y se ensañó con ella pero aún así hay grandes aciertos como la incorporación de Kevin Yagher en el maquillaje y la secuencia de apertura en la cual Freddy hace de conductor de un autobús escolar, una maravillosa locura por la que merece la pena ver los diez primeros minutos y a la que el cartel promocional supo sacarle todo el jugo. Incluso nuestro queridísimo Robert Englund reniega de semejante producción, una lástima pero funcionó realmente bien en taquilla, por supuesto que debido al tremendo terremoto que produjo la original.

Ya en 1987, Wes Craven decide retomar a su personaje y realizar la tercera parte de la saga a la que frecuentemente todos se referirán como la auténtica segunda parte, ignorando la horrorosa "Venganza de Freddy". En esta nueva entrega no sólo nos encontramos de nuevo con nuestro monstruo más querido sino también con Nancy, la única hasta a fecha que ha podido con él, que le ha quitado todo su poder. "Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del Sueño" es una de las mejores de toda la saga y así se tradujo en resultados. La crítica volvió a rendirse a sus pies pero no sin cierto síntoma de fatiga ante lo que se presentaba como una franquicia. Presentaba tres importantes puntos a destacar; la esperadísima muerte de la repelente de Nancy y el recién inaugurado sentido del humor de Freddy. No es que en las dos primeras no apareciese así reflejado sino que, a partir de esta tercera entrega, éste será uno de sus rasgos más marcados e incluso en algunos momentos (posteriores, por supuesto) rozará el ridículo más estrepitoso y, por último, la aparición de toda una leyenda como Zsa Zsa Gabor.

Para la cuarta parte dejan pasar un poco el tiempo y ya en 1988 se estrena "Pesadilla en Elm Street: El Maestro De Los Sueños" en la que Freddy asesina a Kristen (interpretada por Tuesday Knight y no por Patricia Arquette que se encontraba embarazada), la última guerrera de los sueños de la anterior secuela (debemos recordar que cada uno de ellos posee un poder muy especial relacionada con el mundo onírico). En esta ocasión la crítica no tiene piedad y arremete contra la cinta aún teniendo escenas tan inolvidables como la de la playa pero, paradójicamente, éste es el episodio que más recauda de toda la saga, uno de los más exitosos. Incomprensible.

Pero para casos extraños el de la quinta película, "Pesadilla en Elm Steet: The Dream Child" en la cual Alice sueña que es Amanda Krueger, engendrando a Freddy de nuevo en sueño. Un argumento de lo más extraño e increíble (si es que se puede decir en semejante serie) que incluso extraña a los más fanáticos del universo Krueger. Aún así la película posee cierto encanto inherente a toda producción en la que aparezca nuestro churruscado amigo. Y ya para acabar; "Pesadilla en Elm Street: La Muerte de Freddy" en la cual vuelve a tomar los mandos nuestro querido Wes Craven para narrarnos la muerte del psicópata a manos de Tracy, una adolescente que se supone que es la propia hija de Freddy, y con esto dar carpetazo a una de las sagas más exitosas de las últimas décadas.

¿Y fue la última? No si tenemos en cuenta "La nueva pesadilla de Wes Craven" en la que el director reúne a algunos de los actores para estos terminar dándose cuenta de que Freddy no es únicamente un personaje de película, el penoso "crossover" llamado "Freddy contra Jason" del 2003 y la insípida "Pesadilla en Elm Street; El Orígen" del 2010 en la que, para colmo, se osaron a prescindir de los servicios de Robert Englund y de la que amenazan con estrenar dos secuelas más. Y es que el universo de Freddy nunca duerme...

© 2011 J.Cano