¿Qué puedes hacer cuando publicas discos como "Salvation" (2004), "Somewhere Along the Highway” (2006), "Eternal Kingdom” (2008), "Vertikal" (2013) o "A Dawn To Fear" (2019) y, como artista, sientes la presión creciente de tener un estándar de calidad tan alto que cualquier cosa que publiques va a ser examinada con lupa por miles de personas? Siempre he creído que los directos (como aquel en Bélgica junto a Julie Christmas) y EPs como "Vertikal II" (2013) o, en este caso, "The Raging RIver" (2021) aligeran esa carga, aliviando el peso entre álbum y álbum. Y es justo lo que siento con este último, tras un monstruo como "A Dawn To Fear", en el que continúan por la senda del anterior álbum pero, al mismo tiempo, Johannes Persson y los suyos parecen disfrutar de esas atmósferas tan sobrecargadas, esta vez teñidas de tanta oscuridad que parecemos regresar a "Eternal Kingdom” (2008). Nada que objetar cuando en tan sólo cinco canciones (treinta y ocho minutos) son capaces de decir mucho más que otras bandas en discos, supuestamente, de larga duración. Producido por ellos mismos, Magnus Lindberg y Kristian Karlsson, "The Raging RIver" se muestra igual de inexpugnable que el anterior pero más robusto en sus riffs, más musculoso en su dinámica, a pesar de que suenen como una pesadísima losa de hormigón, con la ayuda del ya también mítico Mark Lanegan en la canción “Inside Of A Dream”, articulando las dos partes de un EP que se siente con entidad propia.
Me encanta la letra de “Three Bridges” pero más aún su sinuosa introducción y cómo, sin romper su cadencia, parecen rompernos el cuello por la mitad. La atmósfera sigue siendo tan inquietante y pesada como en anteriores discos, pero no reina el caos como en "A Dawn To Fear", prima la melodía sobre la pesadez, la instrumentación sobre la presión, los arreglos y la épica. Ni siquiera cuando todos los instrumentos se amenazan unos a otros y la canción debería implosionar, perdemos de vista el camino que Cult Of Luna nos han marcado, ese que acaba de manera silenciosa hasta que “What I Leave Behind” parece convertirse en un inexorable avance de lava ardiendo que, tarde o temprano, dará con nosotros. La voz está repleta de grano, del sentimiento caústico del post pero también del black, de Neurosis y los Behemoth de “Zos Kia Cultus (Here and Beyond)” de 2002.
El delirio de la belleza es “Inside Of A Dream”, ¿qué decir del bueno de Mark? Llevo siguiendo su carrera desde los noventa, con Screaming Trees, y aquella primera vez que vino a nuestro país con Ben Shepherd (auténtica génesis de esta web) presentando el mágico “Scraps At Midnight” (1998) y es cierto que siento que sus discos en solitario han ido perdiendo fuelle y magia a medida que ha ido incorporando electrónica petarda en ellos siendo, paradójicamente, sus colaboraciones aquello que me sigue resultando interesante. Mark suena tan hipnótico como siempre, aunque el viejo lobo haya perdido empaque en su voz y suene inusitadamente agudo y calmado, lejos del tono aguardentoso y pitillero que tanto me gustaba, pero “Inside Of A Dream” es la parada necesaria antes de “I Remember” en la que sentimos, por primera vez en “The Raging River”, que Cult Of Luna pueden hacer lo que quieran; sentimos la incertidumbre de cómo parecen alejarse de su propia estructura y así, entre arremetidas post, concluye la canción entre riffs de guitarra, pero lejos de la mar gruesa. Y así ocurre con la final “Wave After Wave”, el gordo que se hacía de rogar; doce minutos, quizá la mejor canción que hayan firmado en mucho tiempo, un poderosísimo “tour de forcé” con Thomas Hedlund ejecutando una cuadriculada batería más cercana a una caja de ritmos y Cult Of Luna resultando puramente sludge tras un sintetizador que hará las delicias de aquellos que amamos las texturas electrónicas.
No suelo reseñar EPs o splits, no son lo mío, disfruto escuchándolos como curiosidad pero no me gusta escribir sobre una, dos o tres canciones que muchas veces poco tienen que decir de los próximos pasos de las bandas pero "The Raging RIver" se siente de otra manera, más que un EP es un mundo en el que sumergirse para ser despedazado por gigantescas criaturas cósmicas más propias de Arkham House que de una banda de post-metal, sludge, progresivo o como más cómodos se sientan algunos etiquetando a los suecos. El hermano pequeño de "A Dawn To Fear" es igual de acojonante que aquel, evitando la belleza del caos monolítico de sus canciones, pero igual de impactante. Cinco canciones que se cuelan, desde ya, entre lo mejor del año.