Crítica: Devildriver "Dealing with Demons I"

Si hace cuatro años, no sabía qué esperar de Devildriver y, dos años después, volvían a decepcionarme con "Outlaws 'til the End, Vol. 1" (2018), es ahora cuando me doy cuenta de que el problema soy yo y no ellos. Dez Fafara lo ha pasado mal, a la pandemia que estamos sufriendo todos, y los constantes incendios que han devastado su hogar, se le ha sumado el cáncer -por suerte, superado con éxito- de su mujer, a lo que hay que añadir el habitual estado de humor de Dez, su sempiterna lamida de heridas a través de las canciones de Devildriver que, últimamente, han convertido sus discos en amargos lamentos adolescentes y su última preocupación en forma de defensa de La Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América. Pero, en el plano puramente musical, lo más hilarante es leer a esos pseudo-críticos que sitúan discos como el que nos ocupa, “Dealing With Demons I”, “Outlaws 'til the End, Vol. 1” (2018) o “Trust No One” (2016) entre lo mejor de los de Santa Barbara. Es por eso que propongo un sencillo ejercicio; si “Dealing With Demons I” es uno de los mejores discos de Devildriver, ¿qué ocurre con títulos como "The Last Kind Words" (2007) o "The Fury of Our Maker's Hand (2005) o, en último lugar, "Winter Kills" (2013)? Pues algo muy sencillo y es que a Devildriver, tras los cambios de formación, y la caricatura de Fafara (un tipo con casi sesenta años, cantando letras de metal-púber), no han sido capaces de superar los discos mencionados y, salvando por los pelos "Winter Kills", el resto de sus obras quedan lejísimos de "The Last Kind Words" (2007) o "The Fury of Our Maker's Hand (2005), con momentos de auténtica vergüenza como “Outlaws 'til the End, Vol. 1” (que pintaba estupendo sobre el papel pero no supieron llevarlo al estudio).

 

Es por eso que no entiendo que hayan vuelto a trabajar con Steve Evetts tras el resultado anterior, un tipo que parece condenado al relleno y que incluso cuando ha trabajado con bandas como Incantation (splits y EPs), Sepultura o Prong, ha obtenido resultados irregulares, pudiéndose salvar únicamente su trabajo con Warbringer o Symphony X. Pero tampoco entiendo el empeño de Fafara por mostrarnos su enfado en letras verdaderamente infantiles o canciones tan genéricas que parecen metal de marca blanca. La única interesante es “Keep Away From Me”, hasta que entran los armónicos y se cargan la atmósfera, o el músculo de pollito y arroz en “Vengeance Is Clear” en la que parecen unos Lamb Of God venidos a menos, con menos virulencia pero queriendo sonar más inflados. Las guitarras de Spreitzer y Tiemann en “Nest of Vipers” y su slide, me recuerdan demasiado al intento fallido de “Outlaws 'til the End, Vol. 1”, aunque es la más melódica y, por tanto, la más accesible de un disco en el que lo más interesante es el cambio de dinámica en “Iona” pero contiene errores flagrantes como “Wishing” o la incorporación a capón de Simon Fafara (su propio hijo, ese que nos ha vendido en Instagram, como el mejor vocalista del mundo) en una canción menor como “You Give Me a Reason to Drink”.

 

Me gusta “Witches” y creo que es un gran single, salvado por ese monstruo llamado  Austin D'Amond, pero también hay relleno del bueno, como “Dealing with Demons” (de nuevo, robando el alma a los de Randy Blythe), cosillas entretenidas como “The Damned Don't Cry” y peñazos insoportables que, para colmo, cierran el álbum; “Scars me Forever” y dejan con buen sabor de boca a aquellos que no han escuchado lo suficiente a Devildriver o tiene que volver, necesariamente,  a hacerlo. Si este “Dealing With Demons I” y su posible segunda parte, son cuatro estrellas, cuatro manos cornudas, cuatro rayos, cuatros descargas o lo que quiera el que escribe, "The Last Kind Words" es el puto "Vulgar Display of Power" (1992) y, obviamente, nada de eso. Este álbum es entretenido, para un ratito, poco más, no nos compliquemos…


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