Crítica: Sabaton “The Great War"

Atacar a Sabaton es tan fácil que carece de todo sentido y, sin embargo, muchos deberían hacerse mirar la malsana obsesión por ellos; si algo no te gusta, deja de escucharlo, no te sacrifiques y deja de amargar la fiesta al resto. Es verdad que su propuesta es finita y ellos mismos son los que se ponen trabas en su propio camino, siendo como los vikingos Amon Amarth, una banda anclada a sus propias señas de identidad, a saber; guerras, héroes, sangre, honor y gloria pero también héroes y vencidos, que afrontar un nuevo álbum de Sabaton es acudir a una cita periódica con los de Falun (Suecia) en la que ya sabemos lo que va a ocurrir, cómo va a acabar y en la que lo único que podremos argumentar, para saber si el álbum está o no a la altura, es la gracia y el genio para escribir las nuevas canciones. Y con todo, Sabaton guardan un lugar especial en mi corazón; son trabajadores, hacen los deberes, son simpáticos y entrañables, y nos ofrecen lo que esperamos de ellos. ¿Acaso seríamos más felices si Sabaton se pasasen al prog, abandonasen su propia temática y nos sacudiesen con un álbum de death metal? Seamos serios, por favor, a Sabaton no se les pide evolución sino inspiración. Además, viví de primera manera la cancelación de Manowar en la pasada edición del Hellfest y Sabaton, ni cortos ni perezosos, cerraron con fuerza y honor la noche en la que los de DeMaio estaban montando su propio numerito alejados de los escenarios principales, actuando dos veces en menos de veinticuatro horas, mi más absoluto respeto por Brodén y los suyos.

Primer álbum con Tommy Johansson y el conocido Jonas Kjellgren en la producción (recordemos que “The Last Stand” fue producido por Peter Tägtgren), pocos cambios en lo más fundamental, pero sí un loable intento por desmarcarse, por cambiar, en un álbum enfocado en la Primera Guerra Mundial y repleto de referencias a la contienda. "The Future of Warfare" abre el álbum con las dos batallas de 1916 y 1918, de Courcelette y la de Villers-Bretonneux; comienzo épico, voces de tenor, casi operísticas, puro Sabaton, pero muy floja como apertura. No es hasta "Seven Pillars of Wisdom" y la historia de Lawrence of Arabia que las cosas no se ponen serias; un buen estribillo, una parte narrada y la sensación de hervir la sangre que todos esperamos cuando escuchamos a Sabaton, esa misma que sentimos con "82nd All the Way"; sí es obvia, es fácil, es evidente y siento haberla escuchado un millón de veces antes pero entra de un tiro, sube fuerte y las varoniles voces a coro son todo un derroche de testosterona.

"The Attack of the Dead Men" es otro de los grandes momentos de “The Great War”, quizá mi favorita, junto a “The Red Baron” (personaje de sobra conocido por todos) y ese muro de sonido tan grueso como para no dejar espacio a otro instrumento o coro; excesivo es quedarse corto. De los cielos a la batalla del bosque de Belleau con “Devil Dogs”, casi un himno, o el auténtico paroxismo en los coros con “Great War” y Brodén disfrutando en su introducción, sintiendo el personaje. No es hasta este momento que uno no siente que Sabaton se ponen realmente serios; descerrajando canciones efectivas y repletas de su esencia, pasando de buenas y correctas composiciones a aquellas en las que parece que se están jugando realmente la vida; “A Ghost In The Trenches” nos cuenta la historia del condecorado Francis Pegahmagabow o narrando la mayor batalla de toda la contienda, la batalla de Verdún en la épica y potente "Fields of Verdun". El cierre, aunque fallido, nos muestra a unos Sabaton que intentan un acercamiento más maduro, más trabajado en "The End of the War to End All Wars", intentando rizar el rizo con un compendio de anécdotas de la Primera Guerra Mundial, antes de la coral "In Flanders Fields", basada en el poema del coroner John McCrae; todos muertos pero perviviendo el recuerdo y llegando, por primera vez, a los oídos de miles de adolescente, veinteañeros y treintañeros que cantarán en directo "Fields of Verdun" o "82nd All the Way", nada que objetar a la clase de historia.

Superior a “The Last Stand” (2016) y con singles que perdurarán en su directo y engancharán a nuevos fanáticos de los suecos, notablemente ejecutado y acertado en algunos momentos, aunque en conjunto se sienta algo cojo; Sabaton no nos engañan, ni pretenden hacerlo, no es "Carolus Rex" (2012) pero, ¿para qué cambiar la mezcla si el refresco se sigue vendiendo y gustando? Es cierto que, como escribíamos en su anterior álbum, dentro de dos o tres años, regresarán con el mismo pero, ¿a quién le importa? No escucho las mismas quejas de Slayer, Amon Amarth, AC/DC o Avantasia, etre otros. Sabaton encontraron la fórmula hace mucho y de nosotros depende de que nos subamos o no al tren, no pretendamos y critiquemos lo contrario, no seamos pequeños…


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