Crítica: Children Of Bodom “Hexed"

Con “Hexed” de Children Of Bodom, sabía que tendría que luchar con grandes expectativas propias y ajenas; no sólo por mi crítica a “I Worship Chaos” (2015) y un entusiasmo por sus canciones que no ha mermado en los últimos cuatro años, sino por saber si Laiho y los suyos serían capaces de remontar definitivamente el vuelo tras “Are You Dead Yet?” (2005), “Blooddrunk” (2008) y “Relentless Reckless Forever” (2011), todos son discos que disfruto, pero no a la altura de sus cuatro primeros títulos, aquellos por los que se han ganado un nombre, y el despertar con “Halo Of Blood” (2013), un disco que me encanta y trajo de vuelta la creatividad y las ganas de trabajar en el estudio, además de la orientación perdida. Sigo imaginándome a Alexi Laiho acariciando el lomo de su gato Azrael, en su mansión con vistas al lago Bodom y es así porque, adicciones aparte, sigo considerándolo uno de los grandes guitarristas de nuestro tiempo; no se trata de rapidez (que la tiene), sino de buen gusto y mejor olfato para los riffs, algo que no está al alcance de muchos más veloces que él, pero con menos alma y talento. En este caso, tras la más que discutible portada de Denis Forkas, se esconde un disco producido por Mikko Karmila (Nightwish, Amorphis, Timo Kotipelto, Stratovarius, Lordi o Timo Tolkki, entre otros) con un excelente trabajo en el estudio (quizá sea uno de los discos de Children Of Bodom que mejor suenan; no sólo por el masterizado, el perfecto balanceado y equilibrio en su mezcla, sino también por lo dinámico de unas composiciones que denotan un trabajo de Laiho frente al papel, que se traduce en una producción cristalina, de sonido afilado y helado en las manos de Karmila, pero en la que cada instrumento respira y se deja escuchar) que le confiere a “Hexed” una atmósfera especial, tan fascinante como extraña resulta la portada de Forkas.

“This Road” entra de manera arrolladora, no hace falta mucho más que las guitarras de Laiho y Raatikainen golpeando sin descanso para engancharnos, cogernos por el cuello y arrastrarnos con ellos a las gélidas profundidades del Bodom. Algo que me gusta en especial de “Hexed” es la contención de Janne Wirman, el teclado es característico de la banda, pero en este álbum no invade la mezcla, está presente; entra cuando debe y desaparece entre las guitarras de Laiho y Freyberg. Quizá el momento más empachoso pueda resultar el single "Under Grass and Clover", único traspiés posible de un álbum que requiere de tiempo y es agradecido en cada escucha, tanto como para reconocer que, igual que Devin Townsend admite disfrutar de la música de Nickelback, no me quede más remedio que aceptar y confesar que, tras la cuarta y quinta escucha consecutiva, incluso "Under Grass and Clover" me gusta y disfruto muchísimo de los armónicos de Laiho, creyendo firmemente que en “Hexed” (no en este single en particular sino en todo el álbum) el finlandés ha crecido como músico; buscando más allá de sus ya conocidos recursos. Me gusta cómo alterna el shredding con esos armónicos, lejos de los más forzados y artificiales, para integrarlos dentro del propio riff.

Buen ejemplo de ello es “Glass Houses” y ese toque neoclásico tan suave, cómo Laiho y Freyberg doblan sus guitarras y Wirman acentúa los staccatos, o la atmósfera creada en "Hecate’s Nightmare", una canción valiente para una banda que busca no defraudar a sus seguidores de toda la vida, pero se sigue atreviendo explorando nuevos territorios. Seguidores a los que, por cierto, da lo que piden en la agresivísima “Kick in the Spleen”, una auténtica salvajada de número en el que Laiho se arremanga y ametralla, igual que en la crujiente “Knuckleduster”. “Platitudes and Barren Words” es puro COB, Wirman esta magnífico y acertado, como también me gusta la sección rítmica formada por Seppälä y Raatikainen y ese estribillo, tan pegadizo y contundente. “Hexed” me parece rica en sus transiciones, logra que el oyente no pierda un segundo de su atención y la outro de Seppälä es genial. Pero, si quieres COB, lo tendrás; "Relapse (The Nature of My Crime)" y mi favorita “Say Never Look Back” son un buen ejemplo de cómo encarar una segunda cara, a golpe de riff y fills, con Wirman aporreando su teclado y Raatikainen haciendo lo propio con el bombo, hasta la lenta "Soon Departed" que, sin embargo, contiene otro de los grandes estribillos de un álbum al que la templanza y “I Worship Chaos” me habían convencido para regalar tres estrellas pero, qué demonios, mi corazón sigue perteneciendo a los niños del lago Bodom; Laiho, Wirman, Seppälä , Freyberg y Raatikainen, gustándome más con cada escucha, disfrutando de su sonido y algunas de las mejores canciones de este año…. ¡Larga vida a Children Of Bodom!

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