Crítica: Arcade Fire “Everything Now”

Que a crítica y público le haya decepcionado “Everything Now” de Arcade Fire dice mucho de ellos pero más de una banda que desde el principio ya prometía este tipo de sinsabores porque es a lo que aspiraban; me explico lejos de la ironía, no es que su máximo deseo fuese defraudarnos pero tampoco podremos sentirnos engañados por la dirección tomada porque todo apuntaba a esto. No es que considere “Funeral” un mal álbum, todo lo contrario, fui de aquellos que pasó por caja -vía Bowie- y descubrió un grandísimo debut, lo mismo me ocurrió con el a veces desconcertante “Neon Bible” y el genial “Suburbs”, acudí a su gira y he de reconocer que aquello fue grande o así lo sentimos todos los allí presentes, pero no sentí nada en absoluto con “Reflektor” y la banda en que se han terminado convirtiendo tras aquel (es quizá el momento de recordarle al lector que no me gusta deberle nada a los artistas y sí a sus obras; por mucho que sus tres primeros discos tengan calidad no quiere decir que si publican algo que no esté a la altura deba defenderles a capa y espada por toda la eternidad, a eso se le llama fanatismo y con él se termina cayendo en el ridículo. Recurriré a “Funeral” o “Suburbs” pero renegaré de “Everything Now”, no hay problema…)

Pero el cambio en los canadienses es mucho más profundo y actualmente de ellos no me gustan sus ínfulas arty (por las cuales juegan con estrategias ya desgastadas por otros artistas como crear una banda o un disco falso bajo el que ocultarse a modo de jugueteo y estratagema publicitaria; webs, redes sociales o supuestas campañas virales a cada cual más rancia y aburrida. Me refiero, todo esto tiene sentido cuando de verdad llevas el engaño hasta sus últimas consecuencias y logras ese retorno de promoción al descubrirse el simpático pastel pero no cuando todo el mundo sabe desde el principio que eres Arcade Fire jugando a ello y el resto del mundo, lejos de tus seguidores, no sabe siquiera de tu existencia), su pretendida genialidad, su apariencia de colectivo artístico cuando en realidad son tan sólo una dictadura de Win Butler y tampoco me gustan su estética artística, su ya falsa espontaneidad o cómo pretenden camuflar su falta de ideas remozando las geniales de otros. En definitiva, Arcade Fire parecían tenerlo todo y han tardado sólo tres discos en descubrirse y convertirse en la banda indie más mainstream de todas pero nada de esto tendría la mayor importancia más que el gusto subjetivo de cada uno si hubiese canciones que lo soportasen, no es el caso.

Y no es que no lo hayan intentado, la carrera de Arcade Fire -aunque a la postre, poco original- no ha sido precisamente poco valiente. Si en “Funeral” se centraban en el dolor de la pérdida, en el paso del tiempo y “Neon Bible” volvían la vista para mirarse a sí mismos, en “The Suburbs” lograron lo que muchos creían imposible y el gran público finalmente se acercó a su propuesta, la reinvención llegó con “Reflektor”, un álbum necesario y en el que apostaron por el cambio, la posmodernidad se mezclaba con la música; no era la primera banda que jugaba a aquello y el álbum podría haber resultado redondo si las canciones hubiesen acompañado pero, de cierta manera, aquello funcionaba. Sin embargo, en “Everything Now” las musas siguen sin acompañarles y los temas en torno a los que orbitan las canciones del disco son infinitamente menos interesantes o relevantes que en aquel.

El porqué puede resumirse en que la nueva y siempre cambiante sociedad de la tecnología, la crisis de la comunicación interpersonal, el aislamiento, la hiperinformación y esos mitificados millenials (un burro sentado frente a un ordenador no será más listo, tan sólo un burro sentado frente a un ordenador) que hacen interesantes a la absurda generación Y para la que ya no quedaron estereotipos en la literatura tras la X, son tópicos que ya no producen ningún interés en el oyente cuando además la crítica social de la banda es tan flojita que a veces uno duda de su propio carácter, cayendo a menudo en la ambigüedad o directamente en la incomprensión.

Mientras que otras obras de finales de los noventa nos planteaban preguntas que tendríamos que responder con el paso del tiempo y había en ellas una mezcla de frustración, rabia e impotencia dignas de nuestro interés, “Everything Now” (las dos palabras más bonitas de la lengua inglesa, según Arcade Fire, claro) ahonda en cuestiones que aburren al oyente con un mínimo grado de exigencia o a ese otro que se acerca a la obra de Arcade Fire buscando algo diferente y se encuentra un inofensivo jersey de temporada. Con todo y con eso la canción que da título al álbum es quizá de lo mejor, lo más accesible, que encontraremos en él gracias a ese pegadizo piano y el énfasis en el estribillo o “Creature Comfort”, otro buen ejemplo del desaguisado de este disco y es que la canción podría haber funcionado mucho mejor si Win y Régine hubiesen cantado dentro de tono…

Por otra parte, a ese concepto, a esas palabras, hay que sumarle un envoltorio musical aún más rancio; sintetizadores y un sonido tan artificial y vacío que hace un flaco favor a unas canciones ya de por sí poco inspiradas. “Peter Pan” o “Chemistry” con composiciones mediocres en el amplio sentido de la palabra, no por la absurda reinvención reggae del compás o por los efectos y el trabajo de posproducción -incapaz de enmascarar lo que son- sino porque no merecen la pena perse. Como ”Signs Of Life” y la repetición una y otra vez de las mismas palabras, los mismos esquemas, la misma progresión, el mismo compás, alargando de manera innecesaria canciones que no necesitan de ningún segundo de más para llevarnos a ninguna parte o ese fraseo de Butler que él mismo ha defendido que no es rapeo aunque la síncopa de sus palabras evidencien lo contrario. En concreto, “Signs Of Life” o “Peter Pan” (me recuerda a lo peor de Strummer cuando se obsesionaba por el reggae y los efectos, como también “Chemistry”) podrían situarse entre lo peor que los canadienses han firmado y seguramente firmarán.

Como esos “Infinite Content” e “Infinite_Content” de poco más de minuto y medio ambas; bocetos, interludios, fragmentos, píldoras, llamémoslo como queramos para intentar justificar lo absurdo, indignas en todo caso de denominarse canciones y que nos dejan en manos de aquellas como “Electric Blue” con Arcade Fire jugando a ser Daft Punk o “Good God Damn” buscando un rumbo hace tiempo perdido, la supuestamente irónica -pero en el fondo igualmente vacía- “Put Your Money On Me” y de nuevo la copia a otros franceses, en este caso Air. Trece canciones de las cuales se pueden salvar “Everything Now” y quizá “We Don’t Deserve Love”, trece piezas con letras verdaderamente horribles, escritas sin mucho tino y a la Tristan Tzara -ya se sabe- pero sin el encanto de un tipo tan inteligente como Bowie o la precisión quirúrgica de Yorke en su crítica, no hablemos ya de instrospección alguna o análisis posterior.

Es, sin duda, el peor álbum de Arcade Fire hasta la fecha (y esta última puntualización sí que resulta todo lo dramática que pueda sonar por lo mucho que se esperaba y lo poco que parece aguardarnos de seguir por este camino) aunque de él se pueda extraer alguna sonrisa, forzada y de medio lado. Encumbrar a algunos artistas y sacarlos de su liga para querer que compitan con otros sólo genera discos como “Everything Now” y, a menudo, el error no está en el resultado sino en las expectativas…

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