Crítica: Asphyx “Incoming Death”

No exagero si digo que Asphyx llevan veinte años sin publicar un disco que no esté a la altura de su leyenda. “God Cries” (1996) ha terminado resultando el único traspiés de una carrera auténticamente sin mácula alguna, algo que pude comprobar de primera mano en la pasa edición del Hellfest cuando los holandeses literalmente arrasaron el escenario con un death metal tan demoledor que ni el mismo Lars Göran Petrov (sí, el mismísimo Petrov de Entombed) con quien tuvimos la suerte de ver el concierto de Asphyx pudo dejar de mirar como Asphyx demostraban el porqué de su leyenda con un Martin Van Drunen pletórico que parecía que iba a devorarnos a todos con su potente garganta. Pero también es verdad que todo apuntaba a que este “Incoming Death” que hoy tenemos entre manos (en precioso vinilo rojo, por cierto, publicado por Century Media) no iba a ser una prueba fácil. Primero, porque “On The Wings Of Inferno” (2000), “Death...The Brutal Way” (2009) y “Deathhammer” (2012) están a un nivel altísimo, entrando en comparaciones aquel del 2009 con “Embrace The Death” (1996) por lo que las expectativas eran altas y segundo; por la marcha de su batería Bob Bagchus, en quien recaía buena parte de la composición de las canciones de Asphyx, además del sonido clásico de la banda tras los parches, siendo sustituído por Stefan Hüskes y asumiendo Paul Baayens (Hail Of Bullets, Thanatos, First Class Elite) la labor de Bagchus en la escritura. Obviamente, este cambio se siente en “Incoming Death”; sí suena a Asphyx y es una más que dignísima continuación de “Deathhammer” pero también hay tiempos más calmados (no por ello menos agresivos o pesados) alternados con canciones más clásicas y veloces del death en las que Hüskes parece sentirse más cómodo y un toque a veces más doom que las convierte en auténticos monolitos, por no mencionar que hay algunos momentos en los que la pluma de Baayens es más que evidente en ese acercamiento a Hail Of Bullets. Como también es imposible no mencionar la magnífica labor de Dan Swanö quien dotará al álbum de un abrumador sonido, tan masivo que sorprende la calidad de los matices que ha sabido capturar. ¿Me ha decepcionado “Incoming Death”? En absoluto, es un grandísimo álbum de death metal, a un nivel aplastante por parte de unos veteranos que, como indicaba líneas más arriba, todavía no han firmado un disco mediocre y nos muestra al mítico Van Drunen en un magnífico estado de forma que ya quisieran muchos para sí.

“Candiru” abre fuego con Van Drunen y ese tono tan típico suyo, entre gutural y desquebrajado, entre demente y caótico, que le convirtió hace décadas en uno de los cantantes de death por excelencia y cuya obra magna, “Consuming Impulse” (1989) de Pestilence, estoy convencido de que debería enseñarse en las clases. Un sucísimo riff lleno de mala leche con Alwin Zuur y Hüskens siguiendo el ritmo a toda velocidad para mostrar más calma (pero con pesadez y visceralidad) en “Division Brandenburg”, un ritmo más marcado y pesado en el que Van Drunen puede desplegar todo su poderío y la banda se convierte en un carro de combate. Algo parecido ocurre en “Wardroid” ese cruce entre doom y death que tan bien les sienta (majestuoso el riff de Baayens) y en el que parecen desenvolverse con la misma soltura que cuando se encabronan en “The Feeder”, convirtiéndose en una versión brutal de Motörhead y es que, cuando pisan a fondo, pocas bandas de death suenan tan crudas y demoledoras.

Pero todavía queda una de las mejores piezas de todo “Incoming Death” que es “It Came From the Skies” en la que literalmente aplastan a cualquier banda de groove que ose plantarles cara, una auténtica bestialidad de canción en la que nos confirman que para sonar así no hace falta subir el tempo o convertirse en una banda de brutal death sino tener a Van Drunen. “The Grand Denial” es una verdadera apuesta, un órdago del que salen victoriosos con sus siete minutos de doom y que repetirán con la final “Death: The Only Immortal” de más de ocho minutos en las que, por el contrario, la influencia de Hail Of Bullets es más que evidente, “The Grand Denial” es un esfuerzo titánico en el que Baayens firma uno de los momentos más épicos y emocionante de todo el disco mientras que “Death: The Only Immortal” parecen dos canciones (los cinco primeros minutos de Asphyx y los tres últimos de Bullets) unidas por esa guitarra que las atraviesa como una espina dorsal junto al pantagruélico bajo de Zuur. Esta apreciación, sin embargo, no debe tomarse en detrimento de la calidad; ambas composiciones nos muestran a una banda sólida y enorme, con unos desarrollos lentos y precisos pero magníficos que arriesgan en piezas que superan la barrera de los siete minutos y resuelven de manera excepcional sin que ese tempo más contemplativo llegue a aburrirnos o hacernos perder el interés.

“Incoming Death” podría haber pertenecido a “Deathhammer”, verdaderamente salvaje y Hüskens en su salsa (así se siente en las canciones más aceleradas). Quizá la única que menos encaja en el conjunto es “Forerunners Of the Apocalypse” no porque nos decepcione (nos romperá las vertebras haciendo ‘headbanging’ como la que más) sino porque quizá no está a la altura del resto de “Incoming Death” y de vuelta a ese toque más doom en “Subterra Incognita” con una primera parte instrumental que sirve de introducción para que entre Van Drunen o el pildorazo de “Wildland Fire”, una de esas que podrían pertenecer a los medios tiempos de “Incoming Death” pero que recupera el tono más militar de “Division Brandenburg” con Baayens en estado de gracia, de mis favoritas del álbum...

Era difícil que superasen un disco como “Deathhammer” pero Asphyx han demostrado con “Incoming Death” que su legado y valía están muy por encima de la pérdida de Bagchus, que Baayens ha asumido con valor y buenos resultados el peso de cargarse sobre los hombros la tarea de escribir y Van Drunen es un auténtico monstruo, que quien tuvo retuvo y que nunca olvidaré a Petrov mirarme y decir “Oh yeah, maaaaan” cuando Asphyx descargaban "Death the Brutal Way" o "Deathhammer" bajo el cielo de Clisson, nunca…

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