Crítica: Destruction "Under Attack"

Lo primero que me vino a la cabeza al ver la portada ilustrada por Gyula Havancsák (Annihilator, Grave Digger o los propios Destruction) fue la del mítico “Overkill” (1979) de Motörhead pero entiendo el homenaje (o así lo quiero creer) tanto del artista como de los propios Destruction y, además, aunque la música de los alemanes poco o nada tiene que ver con la que practicaban aquellos, sí que tiene ciertas similitudes su actitud en directo cuando ves a Schirmer (o “Schmier”, como prefiramos) y entiendes que –dando igual como lo llamemos; sea thrash, death, nu, prog, speed, doom, black o simplemente rock ‘n’ roll como a Lemmy le gustaba presentarse antes siquiera de tocar una nota- cuanto más alto y rápido mejor y Destruction son fieles a ello. Y, por un lado, es de agradecer esa fidelidad a su estilo, los alemanes cumplen y con “Under Attack” vuelven a facturar un disco en el que la estabilidad de la formación con el sempiterno Mike Sifringer como alma fundadora, Schirmer desde el 99 y Wawrzyniec "Vaaver" Dramowicz durante los últimos seis años logra que el álbum suene verdaderamente sólido con los músicos perfectamente engrasados. Pero, ¿entonces qué pega podemos ponerle a “Under Attack” en apenas unos días de escuchas? A estas alturas está claro que los alemanes nunca más van a publicar álbumes como “Infernal Overkill” (1985), “Eternal Devastation” (1986), “Release From Agony” (1987) o, si nos apuramos, un más reciente “The Antichrist” (2001) para que nadie pueda tildarme de agorero al creer que estoy insinuando que de su larga trayectoria tan sólo merecen la pena los dos primeros años porque si hay algo que está fuera de toda duda es el talento de Schirmer y Sifringer, su dedicación o fe en el evangelio del thrash que ellos tan bien predican pero es que “Under Attack” son diez canciones (doce si contamos la versión de Venom, “Black Metal” y “Thrash Attack” de la edición especial) de las cuales podemos salvar, tan sólo, únicamente la mitad.

No es que vayamos a esgrimir los clásicos argumentos de aquellos que no los poseen y digamos que en el nuevo álbum no haya rumbo, poca originalidad o falten nuevas ideas porque eso no es lo que busco en un álbum de Destruction y la producción de “Under Attack”, a cargo de la propia banda y el suizo VO Pulver, suena todo lo bien que podría sonar en manos de cualquier productor porque estamos hablando de un chirriante, disonante y velocísimo disco de thrash en el que no meterá mano ningún ingeniero que quiera lograr un sonido masivo que se cargue la mezcla, no. Además, “Under Attack” es superior a “Spiritual Genocide” (2012) en el que todo se notaba más forzado pero, claro, tampoco es “Day Of Reckoning” (2011) en el que sí parecía que Destruction habían encontrado, por fin, su nicho tras años de cambios. 

Aquí el auténtico problema es que la mitad de las canciones, aún sonando brutales, no están a la altura. Por ejemplo, la homónima “Under Attack” es una buena forma de comenzar el disco; una guitarra acústica y "Vaaver" pisando a fondo mientras Sifringer se luce sobre el mástil y “Schmier” fuerza la garganta, todo perfecto, la banda suena como una apisonadora, rejuvenecidos y dejando atrás, muy atrás, a otros compañeros infinitamente más famosos pero la siguiente, “Generation Nevermore”, es tan mediocre que asusta y la hemos escuchado en mil bandas antes que a ellos, los gruesos riffs de “Dethroned” son impresionantes con Sifringer en estado de gracia y el ritmo machacón y esos coros de “Vaaver” que son ideales para la voz principal de “Schmier” y su bajo lleno de groove pero la alegría dura poco cuando nos damos cuenta de que “Getting Used to the Evil” suena tan, tan actual y es tan blanda –con esas dobles voces tan forzadas- que puede colocarse entre lo peor que Destruction posiblemente hayan firmado en años. A estas alturas de “Under Attack” ya empezamos a degustar el perfil de un disco que se convierte en una montaña rusa como cuando suena “Pathogenic” y respiramos aliviados; ¡esto es justo lo que buscamos en Destruction! No me gusta emplear el adjetivo “infeccioso” pero es lo que siento cuando escucho “Pathogenic” (y le viene muy bien a la canción en general); una buena patada de thrash en toda la cara y, de nuevo, Sifringer magnífico y "Vaaver" a los coros.

Pero las cosas van ligeramente a peor en su segunda cara, “Elegant Pigs” es otra de esas canciones que poco aportan y mucho restan; no posee un estribillo pegadizo o un riff como la siguiente “Second to None” cuyo principal problema, sin embargo, es que peca de intentar ser demasiado “pegajosa” y termina por convertirse en una caricatura con la voz de “Schmier” dialogando como si fuese el Pato Donald mientras que en “Stand up for What You Deliver” suenan infinitamente mejor pero tampoco termina de cuajar o parecen robarle la cartera a todas las bandas de la Bay Area en “Conductor of the Void” pero con menos gracia. Por suerte, en “Stigmatized” vuelven a situar el listón a algo de altura para despedir el álbum allá donde habían perdido la inspiración y a nosotros nos habían hecho perder la fe.

La versión de la celebérrima “Black Metal” de Venom con la bronca garganta de Alex Camargo de los brasileños Krisiun poco aporta al cariz general de “Under Attack” y tan sólo debería ser entendida como un regalo o un divertimento de la propia banda y la instrumental “Thrash Attack” tampoco ayudará a sumar enteros al decimocuarto álbum de los thrashers.

Como antes señalaba, sin poner en tela de juicio el talento, la veteranía y los galones de una banda obrera del metal como son Destruction, es agradable comprobar que tienen más energía y reaños que muchos artistas a los que doblan la edad pero, a pesar de ello, y siendo levemente mejor que “Spiritual Genocide”, "Under Attack" posee todos los defectos de “los últimos Destruction”. ¿Lo disfrutaremos en directo? Por supuesto que sí y es allí donde “Schmier” y compañía se comen a miles de artistas y hacen seguidores pero, honestamente, esperaba algo más de este “Under Attack” que tras las primeras escuchas se descubre con los puntos débiles lógicos allá donde la pluma no llega; en la composición.


© 2016 Albert Gràcia