Crítica: Sigur Rós "Kveikur"

Lo mejor que podría ocurrirles a todos los seguidores de Sigur Rós es fenecer siendo víctimas de cualquier asesino en serie o desgracia de proporciones bíblicas acompañados de una música indigna de su existencia como Gorgoroth  o Robbie Williams como banda sonora de su último estertor porque sólo así llegarían a entender que la vida es una gran y absurda aventura en la cual no merece la pena tomarse tan en serio a un grupo como Sigur Rós y es que soy de esos que creen que lo peor que ha podido ocurrirles a los islandeses es ser respaldados por una caterva de pretenciosos  esnobs de universidad privada, tabaco de liar y gafas de pasta. Después de haberles descubierto gracias a una reseña como ésta que lees allá por 1999 cuando  "Ágætis Byrjun" era su último disco y toda una novedad que causaba sensación entre lo más selecto de la prensa europea y haberles podido ver un par de veces en directo (lo poco gusta, lo mucho cansa) creo que ya he tenido suficiente experiencia "sigurrosiana" de por vida a pesar de que, una vez más, ante este "Kveikur" no pueda hacer otra cosa que quitarme el sombrero. Superior a "Valtari" (2012), "Kveikur" posee esas grandes canciones que, personalmente echaba en falta en el anterior, pero si soy honrado -y he de serlo- tras el nuevo lanzamiento de Sigur Rós podemos confirmar que, a pesar de lo crudo que puedan llegar a sonar canciones como "Brennisteinn" o la desoladora "Yfirbord", el grupo ha entrado en un punto muerto estilístico contra el que no tengo nada en contra mientras sigan componiendo piezas de la altura de, por ejemplo, "Isjaki" pero, al fin y al cabo, un disco en el que ya nada sorprende; en el que el único sobresalto lo damos al comprobar que "Valtari" ha quedado lejos y, aunque "Kveikur" no deje de ser una continuación, es suficiente motivo de alegría.

¿Qué hay de malo en que un grupo como Sigur Rós repita una y otra vez y practique el mismo tipo de rock durante más de una década? Personalmente les pedía más. Claro que veo grandes diferencias entre, para mí, su obra maestra del 2002 ( ), "Takk..." (2005) y "Hvarf-Heim" (2007) o -discúlpenme que copie/pegue este título- su "Með suð í eyrum við spilum endalaust" (2008), hasta un sordo podría ver una evolución y un intento por cambiar pero también es verdad que hasta un discapacitado podría señalar que todos y cada uno de estos discos pertenecen al mismo grupo, a ése que no ha sabido salirse de su "zona de confort" y ha evolucionado -suavemente y sin sobresaltos- hacia donde su férrea base de acólitos ha deseado en todo momento a pesar de algún que otro sobresalto como el anteriormente mencionado; "Valtari" 

¿Pero cómo hubiese sido humanamente posible que éstos no se convirtiesen en sectarios cuando el grupo de sus desvelos se inventó una lengua propia y dadaísta como el "vonlenska"? Pero, claro, todo eso ocurría hace mucho, mucho tiempo en la pacífica Islandia, cuando el grupo de Jónsi parecía un gigante que acababa de despertar, capaz no sólo de parir lenguas sino todo un universo propio en el que perderse. Nos equivocábamos.

"Azufre", así se llama la primera canción de "Kveikur", "Brennisteinn" y ciertamente huele a azufre, suena inusualmente potente y la voz de Jónsi resuena angelical sobre ella, planea sobre las bases y se eleva allá cuando el clímax de la canción lo requiere para acabar con unos arreglos de cuerda exultantes entre los jadeos de las guitarras. Si todo "Kveikur" hubiese sido como esta canción, estaríamos hablando de un auténtico punto de inflexión en la carrera de Sigur Rós. Pero llega "Hrafntinna" y no podemos quejarnos aunque bajen las revoluciones y nos recuerde a "Valtari"porque posee una intensidad digna de todo elogio, tan magnífica como intensa. Y volvemos a la senda de lo que debería haber sido la totalidad de "Kveikur", "Isjaki" resuena mágica sí pero también tiene ritmo y un estribillo que se mete dentro de la cabeza y se queda ahí, esperando a que la pinches de nuevo. Pero también es el comienzo del déjà vu sonoro ya que recuerda demasiado a "Með suð í eyrum við spilum endalaust" y su "Inní Mér Syngur Vitleysingur", algo que ocurrirá siempre en este disco aunque las referencias sean distintas, claro.

"Yfirbord" inaugura la parte más nocturna y oscura de "Kveikur", levemente electrónica en su ritmo y con unos "overdubs" en la voz de Jónsi (eso sí, más vistos que el tebeo a estas alturas) parece que va a explotarte en las manos pero se convierte en desilusión cuando acaba tal y como lo ha empezado, como un rumor.

"Stormur" y "Kveikur" continúan a oscuras en lo que sería la mitad del disco, tirando de intensidad; en una llegando a sonar épicos, en la segunda sonando saturados y eléctricos (como si les hubiesen conectado a la corriente) que sazonan con la alegría de su revisión poppie y alegre en un tema como "Rafstraumur". "Blapradur" (de la que sólo podríamos salvar la segunda parte llena de emoción) es un escollo que resuelven con lo que parece un descarte de "Valtari" con la instrumental "Var" que, francamente, poco aporta al conjunto y, para colmo de males, sirve como coda. ¿Queda algo más que decir? Sí, los supuestos descartes de "Kveikur"; "Hryggjarsula" y "Ofbirta" no están a la altura del resto a pesar del refrito.

Tenemos por lo tanto otro buen disco de Sigur Rós, con grandes canciones en la primera cara que gustará a la secta fundamentalista que poseen los islandeses como fans, que no aportará nada a los que buscamos algo que justifique nuestra militancia en sus filas y la consecuente compra de sus discos y que aburrirá al resto de los mortales que no entenderá que vemos algunos en un grupo como Sigur Rós. A pesar de su calidad, la vida es muy corta para seguir escuchándoles y si queremos disfrutar de su mejor obra tendremos que recurrir de nuevo al ( ) y de ese trabajo hace más de diez años. Por favor, permítanme que me ponga en vena el "Vulgar Display Of Power", tanto misticismo me mata.

© 2013 Coronel Kilgore