Crítica: Opeth "Heritage"

La portada del nuevo disco de Opeth lo dice todo; el presente del grupo florece lleno de luminosidad mientras el pasado (representado por las raíces del árbol) se adentra, tierra adentro, para llegar hasta el infierno. Grabado en los estudios Atlantis de Estocolmo y bajo la atenta mirada del propio Åkerfeldt que lo ha tratado con mimo, este "Heritage" abandona ya todo rastro de la brutalidad gutural de Mikael en servicio de la melodía recordándonos en más de una ocasión a la voz de Steven Wilson (Porcupine Tree) quien, por cierto, ha mezclado el disco. Supongo que este giro desagradará a los seguidores más "deathmetaleros" y ganará adeptos a los sonidos más clásicos dentro del progresivo, como es mi caso ya que, si bien me gustan los Opeth más contundentes, prefiero apreciar las guitarras, teclados y preciosas armonías acompañadas por una voz limpia y cristalina. Tampoco hay tanto de qué sorprenderse, es el paso lógico después de su "Watershed" del 2008 y, aunque hayan abandonado ciertos terrenos del metal, es de agradecer que este disco tenga tanto de King Crimson, Deep Purple o Yes como de sus antiguas obras.

Destilando melancolía y sensibilidad a raudales abre "Heritage" con un piano capaz de captar toda la atención del oyente, sonando el eco de la sala, representando con su lenta cadencia el crecimiento de ese precioso árbol regado por los rayos de un dorado sol en el que se ha convertido la música del grupo sueco. Imposible no emocionarse.

"The Devil's Orchard" rompe la tranquilidad de las aguas con una guitarra llena de distorsión y un teclado que zumba detrás de cada nota, la batería de Axenrot corre a su encuentro hasta que entra la voz, el desarrollo del tema es tan preciosista y delicado en su parte central que te atrapa por completo, como un hilo de araña que se va tejiendo en torno a las notas. La guitarra de "I Feel The Dark" y la voz  son tan hermosas que ponen el pelo de punta, entra la batería (con un sonido casi en crudo durante todo el disco) y suenan nocturnos hasta que, a golpe de caja, se estremece toda la composición con un ride y la voz en falsete.

Un riff duro y afilado es el comienzo de "Slither" en la que rinden tributo a Dio (la canción se iba a llamar ''Kill The Queen'' en homenaje a "Kill The King"), uno de los temas que se filtraron en la red antes de tiempo, entran a la melé y convierten a canción en un tema de rock n' roll sin complejos, el solo es para quitarse el sombrero como el final de guitarras limpias y clásicas que te devuelven a la calma. El comienzo vacilante de "Nepenthe" con una batería que acaricia el jazz y la voz en primer plano, el bajo atrona y retumba como nunca mientras la canción termina por convertirse en una fiesta jazzy despidiéndose de nuevo con la voz en primer término. Me sorprende que a muchos de los seguidores no les guste este enfoque ya que lo veo como un escalón más en su evolución.

La estrofa de "Haxprocces" es una golosina que se transforma en una melodía inminentemente nocturna de la mano del punteo de unas guitarras de rica herencia clásica que despliegan sus alas de la mano de un ritmo sincopado de batería. La percusión étnica de "Famine" nos adentra en una gruta en la que terminamos viendo la luz gracias a las notas de piano que arropan la voz hasta que entra un riff de guitarra que rasga la canción en dos.

"The Lines In My Hand" es la más rítmica y vuelve a colorearse de punteos de guitarras que terminan por verse abrigados por los acordes de las guitarras eléctricas y una acelerada batería que nos acompaña hasta "Folklore", gloriosa y con unos cambios y progresiones que te atrapan desde el comienzo, lo único que me desagrada es el final del tema ya que se limita a desvanecerse y no me gustan este tipo de detalles en las producciones, quizá sea algo buscado...

"Marrow Of The Earth" despide el disco tal y como comenzaba. Es una composición muy diferente al resto del álbum pero que lo hace terminar como "Heritage" lo abría; de manera delicada. Mikael dijo que este nuevo álbum sería diferente pero que seguiría sonando a Opeth y no nos ha defraudado. Un disco para paladares refinados, para escucharlo una y otra vez sin parar, todo un cinco estrellas.

© 2011 Jesús Cano