Crónica: Bon Iver (Madrid) 09.11.2022

SETLIST: Yi/ iMi/ Towers/ 666 ʇ/ U (Man Like)/ Heavenly Father/ Flume/ Hey, Ma/ 10 d E A T h b R E a s T/ Jelmore/ Faith/ Blindsided/ Woods/ Blood Bank/ ____45_____/ Skinny Love/ Perth/ 33 “GOD”/ Holocene/ The Wolves (Act I and II)/ re: Stacks/ RABi/

A las nueve y cuarto de la noche, como si no fuese algo casual, sonaba “Yi”, Bon Iver saltaba al escenario y el clamor del público lo arropaba, demostrando que al de Eau Claire le acompaña el éxito haga lo que haga y su intento por esquivarlo no siempre resulta, cuando intentaba exorcizar los demonios del abandono en “For Emma, Forever Ago” (2007), grabar la música que le pedía el cuerpo tras aquel rotundo éxito, "Bon Iver" (2011) y deconstruir su voz, su papel en su propia banda, con “22, A Million” (2016) y, de paso, acompañarme con él en incontables momentos, además de la posibilidad de ver aquella gira, algo que podría repetir un frío miércoles de noviembre en Madrid. “I,I” (2019) es un disco que tarda en entrar, no posee la inmediatez de muchas de las melodías de “22, A Million” pero aquellas canciones que sí (como "Hey, Ma", "U (Man Like)", "Naeem" o "Holyfields”) se te clavan en el alma, a una profundidad de la cual es difícil que las olvides y es entonces cuando te das cuenta de la grandeza del álbum y todas y cada una de sus composiciones terminan calándote. Así, tras varios cambios de fecha por culpa de la pandemia, la colaboración con Taylor Swift que lo ha catapultado a un nuevo público que ha descubierto su música (nada que objetar) y la caída definitiva del cartel de Aaron Dessner (The National), Bon Iver llegaba a nuestro país con un WiZink center lleno hasta la bandera y todos rendidos desde el comienzo (pero un público, al fin y al cabo, del que evitaré pronunciarme en demasía por respeto al resto, pero cuya masa borreguil, aquellos seres unicelulares que decidieron congregarse la noche del martes no mostraron el menor interés durante el transcurso del concierto o el mínimo conocimiento por unas canciones que ya son eternas y que merecen más aire por propagarse que los alvéolos de sus pulmones).

Porque ver a Bon Iver en directo es toda una experiencia, olvídate de los grandes despliegues, de pirotecnia o enormes pantallas escupiendo animaciones mezcladas con la realización del concierto, nada de eso. Justin toma el escenario, acompañado de su banda, e intentan replicar todos y cada uno de los sonidos contenidos en sus discos y en ese reto es en donde el músico parece internarse, como si se tratase de un espeso bosque, y contar con sus amigos en tan difícil objetivo, pero también adentrarse él mismo, a solas, armado tan sólo con un looper y su voz, para hacernos partícipes de la música que oye en su cabeza. Así ocurrió con “Yi” o “iMi” y su sección de viento, dando la sensación de estar presenciando algo muy diferente a un concierto de rock (me da igual como lo quieras etiquetar, su música está muy por encima de todas estas tonterías), cambiando constantemente de guitarra (e incluso un resonador), “Towers” de su segundo disco o “666 ʇ”, de mi querido “22, A Million”, sonaron magníficas, logrando lo imposible en un gran recinto; sonando íntimas pero repletas de matices, como si un pabellón repleto de miles de almas, se quedase pequeño y lograse parecer una habitación, “Flume” consiguió el espejismo o ese single con Mike Merton, llamado “Heavenly Father”.

“Hey, Ma” sonó pletórica con Justin interpretándolo repleto de sentimiento, nada que no lograse con “10 d E A T h b R E a s T”, “Jelmore” o “Woods”, o el góspel elevado a la enésima potencia, mezclado con arreglos jazzy, de “____45_____”, algo parecido a “Skinny Love” y la ayuda de Matthew McCaughan, entrando con potencia en la batería, cuando la canción lo requería. “33 “GOD”” y la inevitable “Holocene” nos acercaban a un final de concierto que, sin embargo, no mostraría sus dos mejores cartas para concluir tras “The Wolves (Act I and II)”, con “Stacks” o “RABI”, quedándose por el camino otras tantas que sí eché de menos, como “Naeem” o mi favorita "715 - CRΣΣKS" pero esto es lo que ocurre cuando escribes tantas y tantas canciones memorables, siempre al hilo de la obra maestra. Un concierto tan bello e interpretado con tanta pasión, que contagia sus ganas de vivir.

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