Crítica: Red Hot Chili Peppers "Return of the Dream Canteen"

Me gustaría coger por el hombro a ese seguidor medio de Red Hot Chili Peppers y espetarle el consabido; “ten cuidado con lo que deseas, porque puede hacerse realidad”. Y es que, durante muchos años, propios y ajenos han suspirado por el regreso de John Frusciante, yo el primero, para constatar que lo ocurrido que “I'm with You” (2011) o “The Getaway” (2016) no fue un mal sueño, sino la certificación de que la banda firmó sus últimas mejores canciones con el irregular "Stadium Arcadium" (2006) y que a “I'm with You” (2011) o “The Getaway” (2016) los haría buenos “Unlimited Love” (2022) y ahora; “Return of the Dream Canteen” (2022). Si lo pienso, Flea ha querido demostrar que en un año han grabado el equivalente a cuatro discos, mientras que en diez años sólo fueron capaces de grabar dos discos. El problema son las canciones, “Return of the Dream Canteen” (2022) es el descarte hecho disco, un tour de forcé innecesario por demostrar que han recuperado una creatividad que se les resiste; los Peppers, pese a sus aciertos, siempre han sido una banda de canciones, no de discos y el formato doble se les queda muy grande, como para tener tres en su discografía y dos dobles en el mismo año.

Ayudados por el gurú que es Rick Rubin; Flea, Kiedis, Frusciante y Smith grabaron cincuenta canciones de las cuales, las más efectivas ("Black Summer", "These Are the Ways", "Aquatic Mouth Dance"), que no las mejores, se colaron en “Unlimited Love” y da toda la sensación de que a “Return of the Dream Canteen” han llegado aquellas con menos brillo, las menos resultonas. Es un auténtico horror escuchar setenta y cinco minutos, una media de cuatro minutos por canción, de composiciones que parecen constantes improvisaciones en las que todo el peso recae en Flea y Smith, con Frusciante adornando la base rítmica con bastante poco acierto y unas letras (por favor, ¿puede alguien escucharlas de verdad o leerlas?) en las que Kiedis parece haberlas escrito sin mucho esfuerzo o interés, en un disco a medio camino entre el funky más descafeinado y el rock sesentón.

"Tippa My Tongue" o “Eddie” son los singles más claros. La primera aporta poco a lo ya grabado en “Unlimited Love”, mientras que el supuesto homenaje a Eddie Van Halen flaquea, no sólo porque la letra es mala, sino porque la melodía no evoca nada en absoluto el espíritu ni de Van Halen, ni de Eddie, como tampoco la guitarra de Frusciante refleja ni el talento de uno, ni del otro; una pena cómo se pierde la oportunidad y dos de mis guitarristas favoritos se diluyen en una canción indigna de ambos, mientras Kiedis suena tristón y el bajo de Flea, omnipresente en todo el disco (demasiado alto en la mezcla) parece saltar e ir a destiempo sobre el ruido de la guitarra. “Peace And Love” o “Reach Out”, como el resto del disco, resuenan tristes, melancólicas, la antítesis de lo que debería ser un disco de los Peppers y ni siquiera el cambio de ritmo en la guitarra de "Fake as Fu@k" consigue que saltemos. “Bella” parece otro descarte y, siendo consciente de que es de las más fáciles de recordar, tarda poco en desaparecer cuando suenan “Roulette”, la irritante “My Cigarette”, la zappiana pero sin pimienta; “Afterlife”.

Lo peor de todo es que este es el momento en el que uno tiene la sensación de llevar una eternidad escuchando las mismas canciones sin sentir el más mínimo atisbo de emoción o excitación y quedan siete por delante; “Shoot Me A Smile” o “Handful” se desperezan lentamente y consiguen que “The Drummer” parezca mejor de lo que es o la siamesa de "Whatchu Thinkin'". “Bag Of Grins” transmite la misma desidia en un disco gris, "La La La La La La La La", con una triada final aún más triste y apagada; "Copperbelly", "Carry Me Home" y la castrante evocación de “Sexual Healing” en "In The Snow”. ¿Qué demonios es todo esto? ¿Por qué tengo la sensación de que “The Getaway” no era culpa de Josh como mucha gente podía creer? ¿Por qué Frusciante no suena indómito? ¿Por qué Kiedis parece tan triste y Smith es el único que parece conservar la energía y estar constantemente conteniéndose? ¿Cómo es posible que alguien crea que “In The Snow” es un digno cierre de una banda como eran los Peppers, con Kiedis y su narración? ¿Por qué Flea ha conseguido caerme tan mal cuando en los noventa me parecía uno de los tipos más divertidos y talentosos de la galaxia?

A todos esos seguidores que acuden a sus conciertos y creen estar viviendo un sueño cuando la banda comienza con “Can’t Stop” sólo les puedo desear otro doble de la banda de sus desvelos. Disfruten de Frusciante, aunque este no sea el que recuerdo de las giras de “Californication” (1999), “By The Way” (2002) o incluso “Stadium Arcadium” (2006), disfruten de muchos discos dobles, triples y cuádruples, me bajo del tren. Esto no es excitante, es un auténtico y puto bodrio. 

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