Crítica: Within Temptation "Resist"

Me resulta muy complicado describir mis impresiones tras la escucha de “Resist”, séptimo álbum de Within Temptation. Para aquellos que crecieron con "Mother Earth" (2000) o "The Silent Force" (2004) su escucha será algo verdaderamente traumático, mientras que para esos otros que llegaron a la fiesta cuando ya muchos recogían, "The Unforgiving" (2011) o "Hydra" (2014), este nuevo y esperado álbum será todo un manjar. Un disco que muestra las heridas del éxito, del auténtico monstruo en el que Within Temptation se han convertido, al que hay que mover y alimentar, pero también se cobra y devora vivas las vidas de sus integrantes, Robert Westerholt y, por supuesto, Sharon Den Adel que buscó la inspiración y la tranquilidad creativa lejos de Within Temptation, en su inane proyecto My Indigo. Complicado describir las impresiones de un álbum que suena a superproducción, gracias a Daniel Gibson y Mathijs Tieken, pero al que, a pesar del tiempo transcurrido desde “Hydra”, sólo es posible entender si tenemos en cuenta que su génesis es aquel y lo que ahora parece la máxima de la banda; mantener el éxito, seguir ocupando las primeras posiciones de los grandes festivales europeos y mantener las ventas de “Hydra”, sin que el estrés, la ansiedad y la agenda les pase factura, complicado equilibrio.

Y quizá lo que más me irrita de Within Temptation sea eso; la sensación de que su esencia, aquella de la que hacían gala en, por ejemplo, "The Silent Force" (2004) se ha diluido, completamente aguada, en un mar de pop rock alternativo en el que tiene más que ver Evanescence que cualquier atisbo de metal sinfónico que habrá que buscar, sin dudarlo, en nuestro recuerdo y no en los surcos de ninguno de sus discos más recientes. Recuerdo perfectamente cuando Within Temptation alternaban momentos de éxtasis sinfónico revestido con gruesas guitarras y otros de mayor sensibilidad, rozando con las yemas de sus manos el pop melódico pero sin tocarlo, sin quemarse, logrando que esos instantes de fragilidad no pareciesen fáciles o forzados; tocando nuestro corazón tras un fortísimo riff, gracias a la voz de Sharon y no como ahora, estando la banda al servicio de su garganta, así es como lo siento.

Además, a ello hay que sumarle, por si fuera poco, la manía de incluir invitados sorpresa del mundo del metal, de cierta naturaleza crepuscular; Jacoby Shaddix o Anders Fridén, además del descafeinado Jasper Steverlinck procedente del pop-rock más fatuo y superficial. Shaddix hace un trabajo discreto en “The Reckoning”, quizá la canción más contundente pero un cruce imposible entre emo de estudio, techno y la banda de Amy Lee con un cantante como es el de Papa Roach, que no atraviesa su mejor momento y cuya voz no aporta nada en absoluto, escuchar a Within Temptation con Jacoby Shaddix en una canción tan flojita es un bajón considerable para iniciar un álbum tras cinco años de ausencia. “Endless War” es algo mejor pero no lo suficiente como para arreglar el estropicio perpetrado en “The Reckoning”, suena a Within Temptation pero unos muy descafeinados, esos que son capaces de traerse a Ander Fridén de In Flames para intentar lograr que “Raise Your Banner” suene más dura pero ni con esas, o graban una canción tan tontorrona como “Supernova” en la que se acercan dramáticamente al pop más blandurrio y prefabricado.

Con todo, “Holy Ground” es quizá el agujero más negro de “Resist”, ese en el que Within Temptation caen con gusto, tanto como para que Den Adel sincope algún que otro verso dando vergüenza ajena ese intento de rapeo o el estribillo suene a Lana Del Rey. De “In Vain” me quedo con la letra y la interpretación de Sharon, aunque la canción no me termine de convencer, y “Firelight” termine por rematarme en el suelo, una composición ideada originalmente para “My Indigo” que ha terminado colándose en “Resist” de manera incomprensible, mientras que en “Mad World” pierden por completo la vergüenza queriendo abrazar las listas con un envoltorio electrónico tan barato que pica, del mismo material que “Mercy Mirror”, poliéster musical.

Quizá la única sorpresa sea “Trophy Hunter” en la que me recuerdan a algo de lo que una vez fueron, aunque sea remotamente y el álbum haya perdido por completo el rumbo hace muchas canciones, si es que alguna vez lo tuvo. Siento que el título de este disco, tras su horrorosa portada con sabor a videojuego de saldo, es un ruego a todos los que nos hemos atrevido a escucharlo; resistid, aguantad. “Hydra” y “Resist” nos lo ponen difícil, la verdad…

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