Crítica: Tribulation “Down Below”

Parece más claro que nunca que la carrera de Tribulation puede ser interpretada de dos maneras muy diferentes: Una, por aquellos que creen que es descendente, siendo "The Horror" (2009) su mejor álbum, seguido de "The Formulas Of Death" (2013) y "The Children Of The Night" (2015). Y esos otros, que consideramos que lo que han hecho ha sido evolucionar hacia una suerte de rock gótico o deathroll melódico con tintes de hard rock que les sientan maravillosamente bien, siendo "The Children Of The Night" el verdadero punto de inflexión y, por mucho que algunos lo lamenten (seguramente aquellos tan auténticos que ni siquiera sabían antes de su existencia), el álbum con el que se han dado a conocer a un público masivo. Y, claro, tras aquel se planteaba la gran prueba de fuego de Tribulation, ¿serían capaz de evolucionar o, por el contrario, se estancarían con una segunda parte de "The Children Of The Night"? La respuesta a esa pregunta ha tardado tres años en llegar con "Down Below" tras la marcha de Jakob Ljungberg, siendo sustituido por Oscar Leander.

Realmente me cuesta entender por qué no hay ninguna banda que haya sabido entender el nicho que han ocupado Tribulation y cómo es posible que una propuesta tan rancia y poco innovadora suene tan fresca y mágica, suene tan jodidamente evocadora y cautivadora en manos de unos músicos que no han inventado absolutamente nada pero cuya mezcla de estilos suena tan genuina y particular en sus dedos como, por ejemplo, Ghost. Tribulation no son death metal, ni siquiera quieren serlo, tampoco es black metal o, la buscada etiqueta por muchos, doom. Su música bebe de tato de Sisters Of Mercy pero también Opeth, aunque no en la misma proporción que, por ejemplo, Mercyful Fate. Todo ello mezclado, no agitado, con una actitud a caballo entre lo gótico, el black y el hard más glam. Cuesta entender a Tribulation si uno intenta encasillarles sin saber que toman todo lo que les rodea como influencia, desde lo musical hasta del séptimo arte, de Dissection a Danny Elfman.

El primer gran acierto de un álbum como "Down Below" es ese "no emborracharse" del éxito de "The Children Of The Night", grabando un álbum doble o con más canciones de las justas (soy de los que creen que lo bueno, si breve, dos veces bueno), es mejor quedarse con ganas de más que sufrir el tedio de escuchar un disco que se haga infinito. El segundo gran acierto, al margen de la producción de Martin "Konie" Ehrencrona o la portada del propio Jonathan Hultén ("Necromantic Art"), es el orden de las canciones. "Down Below" está perfectamente estructurado y uno tiene la sensación de estar escuchando un concierto, siendo las canciones que lo abren auténticos valedores del álbum y, tras un apropiado interludio, un final a la altura.

"The Lament", por ejemplo, muestra un trabajo magnífico de Adam Zaars y Jonathan Hultén en el que la raposa voz de Olof Wikstrand encaja a la perfección, un toque progresivo y unas notas de piano lograrán la magia en ese "in crescendo" soberbio que sirve como puente. "Nightbound" nos sumerge de lleno en la noche y en los ochenta, de la épica de las guitarras de Zaars y Hultén. Como el pegadizo single "Lady Death", órgano incluido, y ese riff que funciona como un torbellino o la lección bien aprendida de Paradise Lost en "Subterranea" en la cual se atreven con el piano para marcar el riff o un sintetizador sin que nada de ello les aleje del resultado estético buscado (y, aunque no sea un fundamentalista de los guturales, agradezco muchísimo que Tribulation no se dejen seducir por la moda de las voces melódicas y pierdan parte de su identidad; de esa mezcla entre la pulsión gótica de sus arreglos y la agresividad de Johannes).

"Purgatorio" funciona a la perfección, como si de una pieza de Elfman se tratase, y divide "Down Below" que vuelve a despertarse con "Cries From The Underworld", tirando aún más de épica con campana incluida, o la más agresiva del álbum; "Lacrimosa", en la que suenan más que nunca a unos comedidos Satyricon sino fuese por su desarrollo central y, de nuevo, el uso del sintetizador que en "The World" será el que lleve por completo la melodía o ese final (si no contamos "Come, Become, To Be" cantada por Johannes como si se tratase de un hechizo), de siete minutos y medio, con "Here Be Dragons" en la que -nunca mejor dicho- parecen ser conocedores de estar adentrándose en un terreno por explorar y dejar el capítulo abierto para su próxima grabación.

"Down Below" suena a recorte de tejados apiñándose bajo la luna; a estufas de gas y frío invernal, a noche cerrada y gárgolas oteando la ciudad; a vampiros y fantasmas, a goticismo urbano y crímenes y pasiones desatadas bajo un cielo pintado con los colores de un corazón desangrándose. Tribulation son grandes y han firmado un grandísimo álbum que les sobrevivirá, sólo el tiempo nos dirá si son tan enormes como alargada parece su sombra…

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