Crítica: The National "First Two Pages of Frankenstein"

Está claro que, si a estas alturas, no has sentido la menor atracción por la música de The National, "First Two Pages of Frankenstein" (2023) no va a lograr lo imposible. En lo personal (siempre en este terreno, porque las críticas tienen mucho de reseñas impresionistas), aunque "High Violet" (2010) fuese señalado como su gran obra tras la cima que supuso “Boxer” (2010) y se presentase como el disco que todo amante de Salinger debería escuchar, esperando que este le cambiase la vida como lo hizo Holden con tantos, lo cierto es que mi disco siempre será “Trouble Will Find Me” (2013), porque encontré consuelo en él y puedo escucharlo de un tirón, sin saltar ninguna canción, creyéndome que todas hablan de mí, de lo que ha pasado o lo que pasará, incluso de lo que podría y nunca ocurrirá porque está sólo en mi puñetera cabeza, encerrado en ese continente de calcio. Pero, tras él y aquella gira triunfal, llegó un “Sleep Well Beast” (2017) menos inspirado y creíble o ese complaciente “I Am Easy To Find” (2019) en el que The National casi pierden la identidad de mano de canciones poco vibrantes que, en directo, daban paso a los clásicos de siempre. Es por eso por lo que, tras la aventura de Dessner on Taylor Swift (todos mis respetos hacia ella, sin rastro alguna de ironía, sólo admiración), esperaba bastante poco de The National, verlos de gira otra vez y recurrir a “Trouble Will Find Me” (2013), "High Violet" (2010), “Boxer” (2007), “Alligator” (2005), “The National” (2001) o “Sad Songs for Dirty Lovers” (2003), como si fuese poca cosa. Podía esperar un disco continuista, repleto de autoplagio y menos inspiración, pero la sorpresa ha sido mayúscula tras escuchar "First Two Pages of Frankenstein" (2023) y darle su tiempo. Tras varios meses, lejos del apasionamiento o caer víctima de la necesidad por escribir de algo que no he escuchado lo suficiente, creo acertar cuando escribo que el último álbum de The National vuelve allá donde lo dejaron en “Trouble Will Find Me” (2013), pareciéndome claramente superior a “I Am Easy To Find” (2019) o “Sleep Well Beast” (2017), conservando el estilo y la clase de los norteamericanos.

También es verdad que "First Two Pages of Frankenstein" (2023) arranca de manera fulgurante con la emotiva "Once Upon a Poolside" y Sufjan Stevens, siendo muy difícil que decepcione tras su escucha, sumergiéndote poco a poco en aquello que a uno le parece familiar, algo así como reencontrarte con un amigo de la infancia al cual echas de menos o calzarte tu vieja cazadora de siempre (más fácil lo segundo, que lo primero, sin duda). Matt canta con ternura, casi susurrando, pidiendo explicaciones con la intención de hacerte que lo superes, no para ajusticiarte, como ese niño de la portada que busca refugio en ti y no en un estadio repleto de seguidores que te acompañarán hasta el último golpe de pecho en "Vanderlyle Crybaby Geeks" y, claro, cuando la otoñal “Eucalyptus” hace repaso de todos aquellos que echamos de menos y lo que perdimos (impagable la referencia a Greg Dulli y sus Afghan Wigs o a los, injustamente poco reivindicados, Cowboy Junkies), sabes que has encontrado el disco correcto, más aún cuando posee uno de los mejores puentes de este. La guitarra acústica de Aaron dibuja con simplicidad el retrato en “New Order T-Shirt”, mientras que en "This Isn't Helping", con la ayuda de Phoebe Bridgers (quizá lo mejor de la canción), regresa al ánimo de "Once Upon a Poolside" pero sin la emoción de esta, siendo necesario que "Tropic Morning News" (que podría haber sido grabada en "High Violet") nos rescate, ganando sustancialmente en directo, cuando la guitarra eléctrica parece pintar con brochazos eléctricos nerviosos sobre la base post-punk de Bryan y Scott.

Aunque menos efectista, “The Alien” es una de las mejores canciones del disco, con un crescendo magnífico, mientras “The Alcott”, a pesar de su magnífica línea de piano, parece quedar en nada, malgastando la bala de tener a Taylor Swift como invitada, las dobles voces son bonitas y el coro es estupendo con Taylor haciendo la réplica a Matt, pero no posee la intensidad que debería y parece no terminar de despegar. Como el comienzo de “Grease In Your Hair” es bastante más prometedor que el resultado final, por el contrario “Ice Machines” es una de las sorpresas más agradable de la recta final, esa que corona el vals de la tristísima "Your Mind Is Not Your Friend" que quizá debería haber cerrado el disco, en lugar de “Send For Me”.

Como afirmaba al comienzo de esta crítica, está claro que "First Two Pages of Frankenstein" no es su mejor disco, pero sí el mejor en una década, devolviéndolos en plena forma y, aunque no se pueda escuchar del tirón con el mismo interés que su producción más antigua, contiene algunos singles que merecen su escucha en bucle, mientras espero volver a verlos sobre el escenario. Aunque publicado en primavera, este otoño ya tiene su banda sonora. I can't keep talking, I can't stop shaking. I can't keep track of everything I'm taking. Everything is different, why do I feel the same? Am I asking for too much? Can't hear what you're saying. What was the worried thing you said to me?


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