Crítica: High On Fire “Cometh The Storm”

Siempre he tenido muy claro que ganar un Grammy no afecta a todas las bandas por igual. Me explico, estando claro que es un caramelo y que a todo el mundo le gusta que su trabajo reciba semejante reconocimiento, no es lo mismo que Metallica o U2 reciban un Grammy, a que lo reciban, por ejemplo, Sleep, Mastodon o High On Fire. Lo que para unos puede significar perpetuar su popularidad, para otros puede no significar nada y que sea respaldado con un empujón económico puede o no llegar a ocurrir. Muchas de las bandas que más escuchamos en nuestro día a día, aunque necesiten el dinero para llegar a fin de mes, no graban la música que aman para enriquecerse porque, si así fuese, muchos habrían aparcado sus carreras musicales hace muchos años. En el caso de Matt Pike, puede jactarse de ser parte de dos bandas seminales como bien son Sleep o High On Fire, formaciones que son tan apreciadas por nosotros, sus seguidores, como ignoradas por un público más mayoritario que prefiere llevar una camiseta de Mastodon o Kvelertak a darle la oportunidad a discos como “Death Is This Communion” (2007) o “The Art of Self Defense” (2000), títulos a los que la banda de Dailor y Hinds debe tanto. Pero, volviendo a High On Fire, ¿fue un espaldarazo grabar el Grammy? Imagino que sí por lo que supone, pero no creo que aquellos que antes no conocían a la banda de Pike, hayan hecho los deberes escuchando toda su discografía y pasando por caja con este “Cometh The Storm” (2024) que sigue la línea de “Electric Messiah” (2018) aunque, a mi gusto, no llega a la altura de este. No porque “Electric Messiah” (2018) sea “Blessed Black Wings” (2005), sino porque las canciones de este no me convencen. Kurt Ballou a la producción y grabación, con Pike, Matz y Willis dando lo mejor de sí mismos, pero “Cometh The Storm” (2024) no termina de resultar, no sé si es el orden o, simplemente, una cuestión de inspiración cuando el disco suena estupendo y la ejecución de la banda está a la altura (a la veintena de escuchas me he percatado de que son las canciones; algunas son geniales mientras que otras parecen, claramente, relleno).

Algo que se puede constatar en composiciones como “Lambsbread”, cuando es todo lo que esperas de un disco de High On Fire, como “Burning Down” o la propia “Cometh The Storm”, la guitarra de Pike llena de grano, la clásica progresión, y Matz y Willis sonando tan robustos como siempre. Y, aunque “Lambsbread” es tan salvaje como podríamos esperar (además de incluir ese influjo oriental que más tarde eclosionará en la instrumental que divide el álbum), lo cierto es que la fuerza se diluye con las mencionadas “Burning Down” y “Cometh The Storm”; buenos ejemplos de que High On Fire conservan intactas la sangre y el sudor, pero no dejan de ser canciones medianas, que no destacan como “Trismegistus” y el torbellino en el que la banda se convierte. La instrumental “Karanlık Yol” suena magistral, plenamente oriental, High On Fire con sabor a especias y curry, antes de una segunda cara que guarda sus mejores joyas, como “The Beating”, y la sensación de que a Pike no se le van a acabar nunca los riffs, y se hubiese tragado el espíritu del mismísimo Lemmy, al igual que la genial “Lightning Beard” e incluso “Hunting Shadows” con una línea melódica marcadísima, demostrando el talento de la banda, pero también hay otras canciones como “Sol’s Golden Curse” o “Darker Fleece” que parecen improvisaciones en el local de estudio que han terminado cuajando hasta ser grabadas para el disco, lo que no es demérito por la calidad de High On Fire, pero sí repercute en el resultado; no es posible que te descerrajen “The Beating” o “Lightning Beard” y cierren con la deslavazada “Darker Fleece”, como si sus musas se hubiesen pasado por la alcoba de Pike para unas canciones, mientras que para otras le mirasen desde lejos con desdén.

Un buen álbum, que no llega a la altura de, por ejemplo, “De vermis mysteriis” (2012), por citar alguno más reciente, pero por el que matarían centenas de bandas con menos historia, experiencia y pedigrí. Aunque no sea redondo, High On Fire son una apuesta segura, vaya si lo son…

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