"NEVER ENOUGH" de TURNSTILE

Un recordatorio de que el arte, como la vida, es un proceso imperfecto pero necesario

"Hymns in Dissonance" de WHITECHAPEL, un regreso a sus raíces más brutales...

Un recordatorio de que la brutalidad bien hecha sigue teniendo valor, aunque echemos de menos la valentía que exhibieron en el personal “The Valley"

"The Last Will and Testament", OPETH firman una obra maestra

Los suecos siguen avanzando, labrando su propio nombre, gracias a un disco que aúna lo mejor de su carrera.

"Servitude" de THE BLACK DAHLIA MURDER

La banda supera su luto y regresa con un gran disco como es "Servitude", que sirve como punto de inflexión

"Opera" de FLESHGOD APOCALYPSE, fusionando el death metal con la lírica

El regreso de Paoli nos trae un álbum tan excesivo como delicioso por parte de italianos

"Schizophrenia" de CAVALERA

Los hermanos siguen emulando, con éxito, a Taylor Swift con sus "Cavalera's Version"

Blogozarro #5 "Dooby-dooby-doo..."

"Lover at first sight, in love forever, It turned out so right for strangers in the night... Dooby-dooby-doo..."


Cuando era pequeño, había algunos momentos que eran sagrados para un niño después de acabar las clases, antes de hacer los deberes; el primero, merendar. El segundo, ver los dibujos. Todo era mucho más sencillo por aquel entonces... Únicamente había unas pocas cadenas y, a las cinco y media de la tarde, acababan las películas de  sobremesa y los, por aquel entonces, escasos programas de prensa rosa, además no eran tal y como los conocemos ahora (con gritos y constantes ataques y faltas de respeto) sino que eran tranquilos debates o conversaciones en torno a un mesa, todo en un tono tan distendido como aburrido para los niños de la casa. Pero acababan puntuales y, tras un breve avance de las noticias, comenzaban a echar dibujos animados hasta las ocho y media, cuando comenzaban los concursos, los resúmenes deportivos y uno entendía que le quedaba poco para cenar, acostarse y menos aún para terminar lo que le habían mandado en clase; un suplicio que acabábamos con prisas y de mala gana.

Vimos todo tipo de dibujos; nuevos y reposiciones, más adelante y más mayores fuimos testigos escépticos del moderno manga japonés  pero nuestros favoritos siempre fueron los de toda la vida, aquellos que, sin saberlo, ya habían visto y disfrutado nuestros padres y hermanos mayores (para los que los tuvieran) cuando tenían nuestra edad. Uno de mis favoritos, de nuestros preferidos, era Scooby Doo.

Inspirada en la serie "The Many Loves of Dobie Gillis" ("Los muchos amores de Dobie Gillis") de 1959, cuyo eje principal era Dobie Gillis (Dwayne Hickman), un adolescente falto de popularidad y su compañero Maynard G. Krebs (Bob Denver, también famoso por su personaje en "La Isla de Gilligan", la serie favorita de ALF y cuya perilla sería la clásica de Shaggy), Scooby Doo fue la alternativa de Fred Silverman (presidente de la CBS) para conseguir más audiencia en la mañana de los sábados y acallar a la "Action for Children's Television" que consideraba demasiado violentos los contenidos que se programaban para los niños. Ni que decir tiene que sería interesante conocer su opinión de la evolución de las series de animación y su drástica evolución desde los noventa hasta ahora y saber que podrían opinar de "Family Guy", "American Dad" o "South Park". Las series de ahora quizá sean más innovadoras en algún sentido que no llego a entender, a lo mejor ya no se tratan de "dibujos animados" sino de series para adultos bajo un envoltorio animado y supuestamente inteligente rozando las transgresión más artificial pero lo que es innegable es que no tienen el encanto de aquellas series de los sesenta y setenta, algo en lo que todos estamos de acuerdo.

Así, Silverman tomó "The Many Loves of Dobie Gillis" y "I Love Mistery" queriendo mezclar comedia con misterio y terror. Le encargó a William Hanna y Joseph Barbera (los famosos Hanna & Barbera) la creación de los personajes con la ayuda de los guionistas Ken Spears y Joe Ruby e Iwao Takamoto a los bocetos.

Llamado originalmente "Mysteries Five" ("Cinco Misterios") la idea era que Scooby no hablase, por aquel entonces se llamaba "Too Much", y el resto de la pandilla eran cinco adolescentes rockeros (cuya banda se llamaba "The Mysteries Five") cuya furgoneta era, nada más y nada menos, que la que les llevaba de concierto en concierto y, mientras, resolvían todo tipo de misterios. Si Scooby por aquel entonces no podía todavía hablar sí que tocaba los bongos... ¡Increíble! Poco después cambiaron el nombre de "Cinco Misterios" por el de "¿Quién tiene miedo?".

Frank Stanton lo presentó a los ejecutivos como serie para la programación de los sábados por la mañana pero a éstos les pareció demasiado extravagante y horrorosa. ¿Zombies, fantasmas, monstruos? Además, los dibujos eran demasiado "horrorosos", según sus propias palabras. Fred Silverman, totalmente abatido y de vuelta a Los Angeles, escuchó a Frankie (Sinatra) cantando "Strangers In The Night" y en la parte final, donde "ojos azules" canta "scateando"; "...It turned out so right for strangers in the night... Dooby-dooby-doo..." tuvo una epifanía, la serie se llamaría "Scooby Doo, ¿dónde estás?" que, esta vez, sí tuvo la aprobación de la cadena y comenzaría a emitirse en 1969 hasta 1976 (donde continúo en la ABC) con la voz de Don Messick para Scooby. 

La serie fue un gran éxito, convirtiéndose en una de las más famosas de la historia gracias a su mezcla de humor y misterio, una mezcla que, según Silverman, era totalmente original y refrescante, la auténtica clave del éxito del Gran Danés. Tal ha sido su audiencia y respuesta por parte de los más pequeños que pronto tuvo todo tipo de secuelas ("Un cachorro llamado Scooby-Doo", "¿Qué hay de nuevo Scooby-Doo?", "Shaggy y Scooby-Doo detectives" y "Scooby-Doo! Mystery Incorporated") con mayor o menor éxito.



Además de películas animadas para el consumo doméstico (primero en vhs y después en deuvedé), la versión más recientes con personajes de carne y hueso llamada "Scooby-Doo: La Película" (todo un engendro que sitúa a los personajes a un paso entre los nerds norteaméricanos más recalcitrantes, acercando la cinta al tipo de comedia norteamericana de perfil bajo para niños muy cortos o adolescentes con alguna discapacidad y con un Scooby burdamente animado por ordenador y sin gracia en sus bromas) y la más simpática, la versión porno.

"Scooby Doo; A XXX Parody" (con Bobbi Starr y Bree Olson, cobrando esta aún más popularidad en los últimos tiempos, si cabe, gracias a su extraña y morbosa relación con Charlie Sheen, al cual abandonó por ser incapaz de mantener diecinueve relaciones sexuales por día) película de la que no diré nada malo porque estéticamente y desde el punto de vista de la producción es bastante superior a la versión para todos los públicos... Películas y películas, secuelas y precuelas, camisetas, pijamas, tazas, peluches, calzoncillos, zapatillas, relojes, nadie, ni siquiera Fred Silverman podía llegar a imaginarse la mercadotecnia que su idea podría llegar a generar.


Scooby se convirtió, por derecho propio, en todo un clásico que ha enganchado a varias generaciones y sigue su andadura cuatro décadas después. Quizá haya series de animación más realistas, más agresivas, más innovadoras, ácidas, irónicas o pretendidamente inteligentes pero ninguna como Scooby, ninguna.


© 2011 Blogofenia

Crítica: Bush "The Sea Of Memories"

Corría el año 94 y a Bush les metieron en el saco alternativo, en el despectivo apartado de "post-grunge", una etiqueta bastante estúpida (como todas) pero que define bastante bien los restos del naufragio en el que se convirtió aquel movimiento que tantos buenos momentos nos ha proporcionado. Es verdad que las potentísimas guitarras llenas de distorsión, mezcladas con las fáciles melodías pop del grupo, las ligeramente pesimistas/existencialistas letras de Gavin Rossdale y su voz (acompañado del físico de éste y de un público y una crítica hambrientos por encontrar a los próximos Nirvana) hicieron el resto. Tampoco mentiríamos si afirmamos que les vino bien; en poco tiempo comenzaron a vender millones y a hacer interminables giras.

Pero el mercado se saturó y, de la noche a la mañana, conforme todos estos grupos "post-grunge" intentaban evolucionar y cambiar (algo bastante lógico y honesto, por otra parte), las discográficas estaban más interesadas en encontrar a otros Oasis (la muerte de Cobain marcó el final de una época y a ésta le siguieron todo tipo de modas a cada cual más tonta y todas auspiciadas por la prensa musical internacional que se empeñaba en encumbrar a cualquiera y sembrar la polémica) y Bush murieron en su tercer disco "The Science of Things" (1999) en el que coquetearon con nuevas sonoridades (la música electrónica parecía la gran salvadora) y esto no sentó demasiado bien a los pocos fans que le quedaban al grupo después de tres años de sequía.

Luego llegó un apático nuevo disco llamado "Golden State" (2001), la separación y el consabido recopilatorio por parte de la discográfica. Bush estaban acabados y Gavin lo intentó de nuevo bajo una nueva formación llamada Institute (que sonaba razonablemente bien), un disco en solitario llamado "Wanderlust" (2008) entretenido pero sin fuerza y ahora vuelven con "The Sea Of Memories" (2011) para intentar recuperar el ritmo y su lugar en la actualidad.

No te voy a engañar, no han inventado la rueda pero por lo menos los ecos grunge se han disipado lo suficiente como para evitar toda crítica pero también, por desgracia, para que pierdan parte de su identidad y, sin embargo y al mismo tiempo, suenen más frescos y originales que nunca, todo un contrasentido. Las guitarras potentes siguen ahí y, lo mejor de todo, la voz de Rossdale que no ha perdido su característico tono que a todos nos enganchó a mediados de los noventa. Olvidémonos de la tontísima (por simple) portada del nuevo álbum y vayamos al contenido. 

Anteriormente llamado "Everything Always Now" y ahora "The Sea Of Memories" ("El mar de los recuerdos"), el quinto disco de Bush está producido por Bob Rock y suena bien a pesar de que éste fue el productor que devoró a Metallica y a otros tantos buenos grupos que se confiaron en sus manos (¿Cómo es posible que produjese el "Dr.Feelgood" de los Crüe y luego a un grupete adolescente como The Moffatts?) pero ahora debe estar en estado de gracia ya que Mötley Crüe y Offspring han decidido trabajar con él para sus próximos álbumes en un momento en que Rubin es el gurú a seguir. Tampoco había por qué alarmarse, Bush no son Metallica, Bon Jovi ni Crüe, no tienen tanta personalidad ni presencia pero el que hayan fichado a Rock es suficiente como para entender lo que quieren; vender.

"The Mirror Of The Signs" es un comienzo potente e intenso como para un buen disco de retorno, la voz de Gavin susurra y te lleva hacia un estribillo demasiado lento pero suficiente como para enganchar. A "The Sound Of Winter" ya la hemos podido escuchar en directo y mejora la nota final, nos devuelve a los Bush de los noventa pero más calmados, no se han olvidado de las distorsiones de las guitarras pero ya no son potentes quintas llenas de cuerpo sino rasgueos con los que intentan crear atmósferas llenas de sentimiento, con un tono melancólico. Por un lado es preferible este cambio de tercio ya que no se han estancado pero uno no deja de echar de menos canciones como "Little Things" que aunque eran muy obvias sonaban fantásticas. Eso sí, el video es malísimo y su comienzo parece el hermano pequeño de "Yellow" de Coldplay (ver para creer).

"All My Life" es el adelanto que el grupo ha querido regalar a sus fans a través de internet, un bonito medio tiempo con un sonido muy diferente al resto, quizá por eso han querido que sea lo primero que se conozca de su nueva obra, a modo de ruptura con el pasado. "Afterlite" me recuerda al tipo de fraseos utilizados en "The People That We Love (Speed Kills)" pero el tema consigue levantar el vuelo justo en el estribillo convirtiéndose en una de los mejores, es todo un single en potencia, quizá deberían habernos dejado conocer este nuevo disco con una canción así como promoción, se pega poco a poco. En "All Night Doctors" llega la gran sorpresa, piano y voz acompañados de brochazos de distorsión, una de las mejores del nuevo disco. "Baby Come Home" podría haber sido incluida en cualquiera de los discos anteriores mientras que "Red Light" es la que suena más fresca e innovadora de todo el conjunto. "She's A Stallion" baja el nivel y es que cuando un grupo quiere copiarse a sí mismo ya se sabe...

Si la segunda cara de este disco prometía algo diferente con "All Night Doctors" o "Red Light"; "I Believe In You" nos devuelve a los Bush de toda la vida, aquellos de "She's A Stallion" o "Stand Up" que tampoco es mala pero no aporta nada al álbum. "The Heart Of The Matter" suena increíble pero no deja de ser un tema flojo bajo una buena producción, aprobada por los pelos gracias a la carismática voz de Rossdale. "Be Still My Love" nos dice adiós con un bostezo en un disco en el que uno tiene la constante sensación de ver buenas maneras que no terminan de cuajar, en el que se agradece el esfuerzo y las ganas pero que no convence, si lo llegan a sacar Foo Fighters habrían vendido millones y tocarían ante miles de personas pero son Bush y les veremos en directo unos pocos nostálgicos en Noviembre y allí sí que no habrá canción mediocre alguna.

© 2011 Capitán Koons

Concierto: George Michael 25.09.2011 (Madrid)

SETLIST: Through/ My Baby Just Cares For Me (Nina Simone)/ Understand/ Cowboys & Angels/ Going To A Town (Rufus Wainwright)/ Kissing A Fool/ Let Her Down Easy (Terence Trent D'Arby)/ You Have Been Loved/ Idol (Elton John)Brother Can You Spare A Dime (Bing Crosby)/ John & Elvis Are Dead/ Roxanne (The Police)/ Wild Is The Wind (David Bowie)/ A Different Corner/ Where I Hope You Are/ You've Changed/ True Faith (New Order)/ Love Is A Losing Game (Amy Winehouse)/ Russian Roulette (Rihanna)/ Praying for Time/ Feeling Good (Nina Simone)/ Amazing / I'm Your Man / Freedom'90/ I Remember You (Frank Ifield) 

Hay artistas que parecen estar malditos y, aún siendo poseedores de una voz sobrenatural y un talento desbordante, son condenados por la opinión pública. Da igual que cantes bien si has estado en un grupo como Wham!, poco importa si has vendido más de veinte millones de discos con un sólo álbum si eres guapo y todo un sex symbol para miles de jovencitas que sueñan contigo, si has plantado cara a una discográfica como Sony cuando éstas eran las dueñas del cotarro, si haces pública tu homosexualidad, si muere tu pareja de toda la vida o pierdes a tu madre, todo eso no importa porque nadie te va a entender y sólo te caricaturizaran y serás pasto de la prensa más amarilla por tus problemas con  el alcohol o las drogas blandas. De poco importa que seas un genio si la gente es incapaz de escucharte sin prejuicios. 

Comienzo con "Through"
(Foto de 20minutos.es)
"Symphonica World Tour" llegaba a España en tres fechas ante las críticas más feroces de la prensa internacional y nacional. Últimamente muchos músicos se han dejado seducir por los encantos de los arreglos orquestales, sinfónicos, maquillando su repertorio. He estado en tres conciertos de este estilo; Peter Gabriel, Sting y ahora George Michael siendo el ganador éste último. ¿Por qué? Muy sencillo, mientras los otros dos intentaban hacer una mezcla imposible entre sus grandes éxitos y las orquestas con las que venían acompañados (distorsionando en muchas ocasiones sus mejores canciones con resultados de lo más rocambolescos), George Michael ha sido mucho más inteligente y ha venido acompañado de una orquesta sinfónica pero a modo de acompañamiento, sin ninguna pretensión de profundidad ni trascendencia más allá de hacernos pasar una noche inolvidable con su voz como verdadera protagonista. ¡Y qué voz! Obviando todas las críticas de aquellos que auguraban una gira recaudatoria, una de las mayores fortunas del Reino Unido, pisaba de nuevo los escenarios después de haberlos abandonado. ¿Por qué motivo? Cantar sus canciones favoritas ante miles de personas totalmente entregadas. Estamos hablando de una de las mejores y más bonitas voces de la historia de la música, el sucesor natural de Freddie Mercury, sobran las palabras.

Con media hora de retraso se apagaban las luces de un Palacio de Deportes totalmente lleno y sonaba únicamente su voz en primer plano cantando "Through", un tema precioso de su disco "Patience" (2004) para, acto seguido, arrollar con "My Baby Just Cares For Me" para volver a la calma con "Understand" y la maravillosa "Cowboys & Angels". Rescató "Going To A Town" de Rufus Wainwright y la hizo suya por completo. He podido escuchársela a Wainwright en directo pero debo reconocer que George Michael le da un toque muy personal que la eleva por encima de la interpretación de Rufus. "Kissing A Fool" y todo el recinto cantándola con él, recordando aquel bonito vídeo en blanco y negro.

Seguimos con las versiones con "Let Her Down Easy" de Terence Trent D'Arby, de su disco "Older" (1996) rescata la sentimental "You Have Been Loved" mientras que de su amigo Elton John la comprometida "Idol". "Brother Can You Spare A Dime" es una de sus favoritas de Bing Crosby (que ya grabó para su "Songs from the Last Century" de 1999) y en esta gira queda soberbia gracias a los impresionantes arreglos que la arropan. Se despide y vuelve en veinte minutos que pasan volando.

Ayer en Madrid
(Foto de noticiasdenavarra.com)
"John & Elvis Are Dead" es una canción que produce cierto desasosiego, la enorme pantalla del fondo proyecta el videoclip de la canción mientras se alternan imágenes de iconos de los sesenta y setenta dando especial importancia a Lennon y Presley. Nos vamos a los bajos fondos, a todos los barrios rojos del mundo con una delicadísima interpretación de "Roxanne" que se rompe por la mitad al ritmo lento de Bowie y su "Wild Is The Wind". Y de vuelta a su universo con "A Different Corner", "Where I Hope You Are" y " You've Changed".

Pero las verdaderas sorpresas de la noche son "True Faith" (una de mis favoritas de New Order) y su particular homenaje a Amy Winehouse con "Love Is A Losing Game", si uno lo piensa bien no hay tanta diferencia entre Amy y aquel joven que se vio en lo más alto (incapaz de dominar los acontecimientos) con un disco como "Faith" (1987) y la mastodóntica gira que le siguió. Quizá lo más extraño fue verle cantar un tema de Rihanna pero, claro, lo hizo mejor que ella y puso "Russian Roulette" entre lo mejor de la noche, una versión intensa y potente.

La emoción  volvió de la mano de "Praying for Time" y un "Feeling Good" con imágenes de Dita Von Teese tras de sí, esta canción le sienta como un guante a su garganta. Llegó el momento de los bises con "Amazing", "I'm Your Man" y el himno en el que se ha transformado "Freedom'90". Con todo el pabellón en pie y corriendo hacia las primeras filas mientras sonaba "I Remember You" de Frank Ifield. Prometemos no olvidarlo.

© 2011 Jesús Cano

Crítica: Thurston Moore "Demolished Thoughts"

Los proyectos paralelos de muchos artistas que han conseguido renombre con sus grupos de siempre suelen ser aburridos, meros experimentos y entretenimientos mientras el resto de compañeros recuperan fuerzas para resucitar a la banda que les ha dado la fama. Así suele ser y así será excepto para alguien como Thurston Moore, no le hace falta publicar nada, no le hace falta llenar ese espacio que hay entre un disco y otro de Sonic Youth porque su sólo nombre es  sinónimo de respeto dentro del mundillo de la música y sabes que si graba algo es porque lo necesita de verdad, porque su corazón se lo pide. ¿Cuál es el verdadero problema de Thurston Moore? Que no publique más discos fuera de los Youth.

Si en "Trees Outside the Academy" (2007) se intuía el nervio latiente de Sonic Youth y en "Sensitive/Lethal" (2008) llegaba a aburrirnos, en "Demolished Thoughts" nos acompañará durante lo corto del otoño con un disco BONITO, en mayúsculas. Producido por Beck, acústico y alejado de lo que suele hacer con Lee Ranaldo y Kim Gordon es un disco especial, remoto a "The Eternal" (2009), que se adentra en esos terrenos "folkies" y "lowfi" que tanto me gustan.

Suaves rasgueos en "Benediction", voces dobladas y temas de cinco y seis minutos que pasan en un suspiro, mayormente acústicos (algún que otro arreglo de cuerda), minimalista y tremendamente bellos. La guitarra de "Illuminine" me recuerda al tipo de composiciones de Elliott Smith en su "Roman Candle" (pero no me hagáis mucho caso, es que me pierde ese disco).

"Circulation" es lo más parecido a un concierto de Sonic Youth acústico en el caso de que eso sea posible, quizá la más frenética porque "Blood Never Lies" vuelve a la tranquilidad de las guitarras y mandolinas mientras "Orchard Street" y esos acordes abiertos se van intensificando con un "in crescendo" a mitad de canción que consigue que alcances el clímax, eso sí, con influjo hindú.

"In Silver Rain With A Paper Key" comienza minimalista y termina arremolinándose de nuevo entre su guitarra acústica y los arreglos de cuerda que dominan por entero el disco. Dedicado a la poetisa, "Mina Loy" es el siguiente tema y resulta verdaderamente inquietante con la fantasmagórica voz de Moore repitiendo una y otra vez "Without shame" mientras que "Space" es una muestra de júbilo, como si el disco amaneciese, y en "January" echase el freno, casi instrumental, con un final entre guitarras, armónicos y una caja de música que nos dice adiós.

¿Conoces esa sensación de cuando llueve y entras en un sitio cálido con el abrigo aún empapado, te sirven una taza caliente y, a través del ventanal, ves como la lluvia de otoño mece los árboles y piensas que no te importaría estar ahí fuera mojándote? Pues este disco es todo eso y más.

© 2011 Jim Tonic

Blogozarro #4 "Bésame, Vader"

Todavía tengo grabada en la retina la escena en la que las tropas imperiales entran en la nave Tantive IV acabando con los soldados rebeldes y aparecía el enorme y solemne Darth Vader. El impacto de los soldados imperiales (con sus impecables armaduras blancas) en contraste con la negra, brillante y majestuosa de Lord Vader era suficiente para atemorizar a cualquier niño. Bastaba hacer sonar la marcha imperial de Williams para imaginarse aquella respiración asmática y temblar de miedo. En realidad, Darth Vader era una víctima de la sociedad galáctica de la época que no supo aprovechar su enorme potencial y, a causa de un deficiente sistema educativo dirigido por los maestros Jedi (una infernal mezcla entre funcionarios espaciales e inútiles profesores de Universidad privada) que dejaron que el jovencito y superdotado Anakin se juntase con los peores de la clase, saliese de juerga por los más infectos antros de la Galaxia y conociese a todo tipo de mafiosos y políticos corruptos que le prometieron ilimitado poder interplanetario. Pero, aún así, daba miedo, mucho miedo.

El impresionante tamaño de David Prowse, la voz de James Earl Jones, la respiración del ingeniero Ben Burtt y la agilidad del instructor Bob Anderson junto con los diseños de Ralp McQuarrie bajo las indicaciones de un George Lucas fascinado por la cultura japonesa (basta comparar los cascos del imperio con los de los samuráis y los del ejército aleman de la Primera Guerra Mundial) dieron en la diana para crear al malo más malo de todos los tiempos pero al que tampoco supieron dar un final digno, por medio de la contención, y si malo era el aspecto cuando le vemos en "El Retorno Del Jedi" interpretado por Sebastian Shaw, (que justificamos pensando que era un hombre consumido por El Lado Oscuro de La Fuerza) peor eran sus pintas cuando lo cogió por banda el imberbe de Hayden Christensen. ¡La de veces que jugué con Darth Vader! ¿Cómo iba a imaginar que luego lo iba a interpretar ese niñato que necesitó alzas para poder interpretar al personaje y un casco diferente para meter su cabeza? Después de su primera y orwelliana película ("THX 1138" de 1971 basada en un cortometraje suyo, aún anterior, llamado "Electronic Labyrinth THX 1138:4EB" de 1967 de cuando tenía veintitrés añitos), George Lucas, firmó un contrato con "United Artists" para dos producciones, una de ellas más convencional "American Graffiti" (1973) y la otra más fantástica; "The Star Wars" cuyo argumento escribió una y otra vez para terminar mezclando a Akira Kurosawa con Flash Gordon (ya que no pudo obtener los derechos para realizar su propia adaptación).

La verdad es que nadie creía que semejante historia llegase a tener éxito pero lo más llamativo no es esta historieta de la película que crece de la nada y se convierte en todo un fenómeno sino que el propio George Lucas y ya totalmente asentado en el star system galáctico no pagó a David Prowse, que encarnaba a Darth Vader en "El Retorno del Jedi" (de 1983, cuyo título original iba a haber sido "La Venganza del Jedi") por no haber conseguido beneficios. ¡Increíble! Hablamos de una de las películas más taquilleras de la historia, con una inversión de poco más de treinta millones de dólares y unas ganancias de casi quinientos millones que, sin embargo, han ido a parar a todo tipo de empresas asociadas a los estudios de Lucas con lo que, a día de hoy, muchos de los actores de reparto (no sólo Prowse, que ahora cuenta con setenta y seis años) todavía no han percibido su parte proporcional, únicamente el salario base. Por tanto, no es de extrañar que el entrañable Prowse se dedique a pasear palmito por todas las convenciones de frikis fanáticos de la trilogía y venda, a través de internet, todo lo que pueda de su pasado en el Lado Oscuro, totalmente lógico.


Pero si se aprovechó de Prowse también manipuló a su antojo a Richard Marquand (director de "El Retorno del Jedi"), lo que no entiendo ya que la anterior película; "El Imperio Contraataca" (1980) es la mejor de las tres (por favor, desterremos todo tipo de referencias y menciones a la segunda y plenamente prescindible trilogía) y fue dirigida por el simpático Irving Kershner (fallecido hará casi un año)  que hizo un magnífico trabajo en el "Capítulo V" en donde no sólo le amputan la mano derecha a Luke sino que se desvela uno de los grandes golpes de efecto de la historia del cine (¡la paternidad de Vader!), congelan en Carbonita al carismático Han Solo después de la encerrona urdida por Lando Calrissian, Jabba El Hutt y un Vader mafioso y siniestro como nunca. Lo que quiero decir es que, para la tercera parte, no era lógico, en vista de los buenos resultados de Kershner, utilizar a Marquand como si de su marioneta se tratase, un director desaprovechado pero que le dio poca "guerra" a Lucas. La habría dirigido Steven Spielberg pero pertenecía a DGA, Lucas también busco a David Cronenberg (cuyo resultado habrían sido interesantísimo) y David Lynch que, con inteligencia, se escapó de sus garras alegando que no tendría toda la libertad que deseaba en una producción tan propia de Lucas (sin duda, la película habría ganado bajo la personalísima visión de Lynch). Como la lucha con Lawrence Kasdan (guionista junto con Leigh Brackett) y de la cual nunca sabremos qué habría ocurrido si Lawrence hubiese ganado. ¿Habrían desaparecido los simpáticos pero infantilones Ewoks de la última entrega?

Para colmo, como si no fuese bastante, en la reedición supuestamente definitiva (con Lucas nunca se sabe, ya que la edición definitiva para él siempre es la que esté promocionando) en la que se mezclan todo tipo de efectos digitales de última generación con los maravillosos pero evidentemente más pedestres de la época, se le ocurrió la "magnífica" idea de eliminar a Sebastian Shaw de la última escena en la que aparece él como Anakin Skywalker acompañado de Yoda y Obi Wan (Alec Guiness), sonriendo satisfechos. Todo un sacrilegio, una ofensa para todos aquellos que crecimos con estas películas.

¿Hay acaso algo peor que abandonar al gran villano del cine del siglo XX en las manos de un Justin Timberlake de segunda? Sí, sustituir digitalmente al actor original e incluirle en la escena final de una película con la que millones de personas hemos crecido. ¿Era Anakin tan malo como nos pensamos? Era una víctima; ¡el auténtico villano de la saga no era Darth Vader sino George Lucas!

© 2011 Blogofenia

Crítica: Pearl Jam "PJ20"

¿Qué mejor forma de celebrar veinte años en el mundo de la música que con una película en la que cuentes tu historia y la aliñes con lo mejor de tu música? Eso es "Pearl Jam Twenty", un viaje a la juventud de los músicos y la adolescencia de todos sus seguidores. Estrenada el 10 de Septiembre en Toronto y el 20 en el resto del mundo, "PJ20" es un recorrido trepidante por la mejor música de los noventa, que arranca en un sótano, un garaje y la ciudad de Seattle con un jovencísimo y malogrado Andrew Wood queriendo comerse el mundo y acaba con un Eddie Vedder adulto y con canas recordando lo que ha sido la carrera de su grupo. 

Sorprende ver el paso del tiempo en tus héroes pero produce la misma felicidad que verles cómo han superado sus problemas y siguen ahí porque cuando llevas escuchando a un artista tantos años llega a ser también un amigo del que te alegras cuando las cosas le van bien. Pero si produce alegría ver a Eddie, Mike, Stone o Jeff actualmente, también produce cierta aprensión las vaporosas presencias de otros menos afortunados como el anteriormente citado Wood o los carismáticos Layne y Kurt Cobain y descubrir con pasmo como los años no sólo han pasado sobre nuestros ídolos sino también sobre nosotros mismos que ahora somos más mayores que el propio Cobain.

¿Alguien podía imaginarse en los noventa, cuando les contemplábamos con admiración adolescente, que llegaríamos a tener más edad que nuestros hermanos mayores? Así, hiela la sangre el contraste entre un Eddie Vedder maduro en comparación con un Cobain de aspecto juvenil y apocado que, sin embargo, devora la pantalla del cine en los pocos segundos de aparición. Lo que no le ocurre al patético Chris Cornell cuya patología sería digna de estudio; ¿qué le ocurrió a este tipo después de 1997? ¿Cómo es posible que llegase a ser quien es con Soundgarden y después haya caído en el ridículo más espantoso perdiendo toda su credibilidad por el camino? Temo el regreso de Soundgarden por lo mismo que ignoro el de Smashing Pumpkins y aborrezco al pesado de Dave Grohl que, por una vez y en mucho tiempo, hace lo correcto no apareciendo en toda la película con sus innecesarias y pueriles opiniones.

El documental, dirigido por el regular Cameron Crowe (del que únicamente podemos rescatar "Casi Famosos" del 2000), comienza con Mother Love Bone y continúa con aquella cinta sobre la que Eddie grabó su voz y envío a aquel grupo sin nombre que buscaba cantante después de perder a Wood. Son de gran valor las imágenes de los músicos, de Eddie surfeando y la evolución personal de éste, la transformación que experimenta el cantante desde el primer ensayo, los primeros conciertos, la química surgida en Temple Of The Dog a la vorágine que fue "Ten" (1991) y "Versus" (1993) con sus respectivas giras.

Me sorprende la poca repercusión que se le da a un disco tan enorme como "Vitalogy" (1994), lo poco que se habla de "Mirrorball" o el poco caso que se le hace a un disco tan bello como "No Code" (1996), por "Yield" (1998) pasan como si de una apisonadora se tratasen mientras que a "Binaural" (2000) le dan poco menos que la importancia del momento de publicación y la crisis interna que precedió y engendró al álbum. Ambos son grandes discos cuya única mala suerte fue estar precedidos por tres auténticas obras maestras. Mientras que la única referencia a "Rioct Act" (2002) son las canciones y la incorporación de Gaspar a los teclados en el directo. De sus últimos discos; "Pearl Jam" (2006) y "Backspacer" (2009) ni mención, como también resulta superficial el gracioso corto para explicar el constante peregrinar de baterías que a nadie parece interesarle.

Pero si muchos de sus discos no se mencionan de manera explícita sí que suenan durante toda la cinta, mezclándose canciones clásicas con algunas más recientes. ¿El resultado? Notable. Por tanto, es un buen documental de celebración que repasa de manera muy general la vida del grupo sin detenerse en los detalles (por otra parte, algo razonable) que sirve de magnífica introducción a los seguidores más nuevos y todos aquellos que quieran iniciarse en el grupo y encandilará a los seguidores de toda la vida por la inclusión de imágenes nunca vistas antes, declaraciones del propio grupo, fotos y canciones perdidas en el túnel del tiempo o, directamente, nunca antes publicadas.

Hay grandes momentos como las primeras apariciones de Eddie, el segundo concierto del grupo como tal, las frenéticas imágenes de las dos primeras giras, los conciertos con Neil Young, Vedder trepando por las estructuras de los escenarios y techos de las salas, sus declaraciones en las diversas entregas de premios, las diferentes y comprometidas giras con trasfondo reivindicativo, el análisis de la carrera del grupo y el por qué de sus cambios de rumbo, Stone enseñando sus "recuerdos" del grupo en su casa (creo que cualquiera de sus seguidores tenemos más material del grupo que él mismo, es tan hilarante como entrañable) o encontrando un Grammy olvidado en el sótano y, por supuesto, la pureza y amistad reinante entre ellos. Los más dramáticos; la muerte de Wood y Cobain o el festival de Roskilde. ¿Recomendable? Por supuesto. Es más, auténticamente imprescindible.


© 2011 Jesús Cano

Crítica: Primus "Green Naugahyde"

Nadie ha dicho que los discos de Primus sean fáciles de escuchar. Si no te gustan no te puedes forzar a que te gusten, es inútil escucharlos una y otra vez y convencerse de lo genial que es Les Claypool (que lo es) si no lo sientes. Su anterior disco, "Antipop" (2009) fue notable y, aunque nunca llegó a las cotas "Sailing The Seas Of Cheese" (1991), sí que fue lo suficientemente importante como para confirmarles entre los nuevos seguidores del rock alternativo  que estaban sedientos de nuevos artistas y experiencias. ¡Vaya si Primus nos las ofrecía! En aquella época no entendíamos ni la mitad de lo que Les Claypool nos decía, ni siquiera sus influencias. ¿Quién presumía de escuchar a King Crimson o Frank Zappa en plenos noventa siendo adolescente? Nadie. Pero allí estaba aquel sonido de bajo de Claypool y ya era suficiente para justificarte de cara a tus amigos, además éste era lo suficientemente freaky o más que tú, un inadaptado anacrónico con sus perillas y sus extrañas ropas. ¿Y su música? Compleja, venusiana, diferente. ¡Qué tenía que ver Primus con Alice In Chains, Nirvana o Soundgarden? Nada, tan sólo tu adolescencia.

Así que, después de varios proyectos en "solitario", Les Claypool ha vuelto en compañía de Larry LaLonde y Jay Lane para retomar Primus por todo lo grande con su nuevo disco "Green Naugahyde", algo así como como "Skay verde". ¿Existe? Quizá en norteamérica, seguro que en el mundo de Primus sí. 

"Prelude To Crawl" da la bienvenida a todo aquel que se adentre en el universo de Claypool, a simple vista no es diferente a otro tipo de introducciones de otros grupos, ecos de Pink Floyd y Crimson anuncian la llegada de "Hennepin Crawler" con una guitarra cortante, afilada y un bajo lleno "slaps" y un groove típicamente del grupo que te llevará a "Sailing The Seas Of Cheese", cuando apenas eras un crío y presumías de entender esta música sólo que ahora la entiendes, la disfrutas y la razonas, Claypool se adapta un poco a esa extraña y analfabeta definición del jazz por parte de los neófitos más esnobs ya que sólo entiendes su música cuando eres músico o te has quemado los oídos escuchando miles de álbumes y cientos de actuaciones en directo, vibratos y acordes disonantes acompañando su voz, llena de distorsión, como un Frank Zappa "grungy" que canta a través de un megáfono de segunda o tercera mano prestado por Tom Waits.

"Last Salmon Man" es más tradicional si es que este término puede utilizarse con Claypool y los suyos, escalas en el bajo y su voz,  la guitarra se agita, se encabrita y se llena de trémolo antes de un solo lleno de distorsión. ¿Es un solo? Eso parece, así suena. Unos magníficos coros cierran el tema repitiendo "Is The Last Salmon Man", no te preguntes qué significa; tan sólo siéntelo. Como ocurre con la árabe "Eternal Consumption Engine", esquizoide y divertida pero con un fondo musical sobresaliente. "Tragedy's A' Comin'" es el single. ¿Tiene Primus singles? Mejor llámalo "adelanto", el bajo es una auténtica delicia y quizá sea la más llamativa y pegadiza del conjunto, maravillosa, el "slap" y los gritos de la gente pregrabados que te hacen sentir como si estuvieras en pleno concierto.

El zumbido setentero con el que se inicia "Eyes Of The Squirrel" es soberbio en cuanto la batería le sigue el fraseo; ¡qué maestría! La guitarra se adapta perfectamente y resuelve la canción con los agudos. Siempre he pensado que debe ser difícil seguir el ritmo de Claypool pero no en directo sino en el estudio, en su vena más creativa. El efecto "flanger" espacial de "Jilly's On Smack" avanza con la entrada de la batería para convertirse en un "loop" jalonado por un sonido de mantra electrónico y la voz de Les como un susurro en la noche, al final hay un cambio de ritmo y de tercio que explica en segundos la grandiosidad de Primus; ¡son auténticos músicos dejando volar su imaginación!

El bajo de "Lee Van Cleef" deja en ridículo a Flea (con su permiso), es una de las más pegadizas, es auténticamente pegajosa, un blues espacial. Si el bajo de la anterior te ha cautivado espera a escuchar "Moron Tv" y la guitarra punteando sobre él. "Green Ranger" es la más "normal" del conjunto, la más "alternativa" si es que esta etiqueta alguna vez significó algo, como "HOINFODAMAN" y esa guitarra llena de distorsión y "fuzz", más cercana al rock de los noventa que a otra cosa, el problema son los cambios de ritmo y las estrofas de Claypool, una golosina que te deja boquiabierto al primer segundo.

"Extinction Burst" rompe los medios tiempos (me repito; si es que éstos existen en un grupo como Primus) y acelera el ritmo del disco con un fraseo infantil en las voces y un estribillo saltarín. Despídete del álbum porque "Salmon Men" es una "croante" "outro" propia de una banda de ranas en plena escapada a la charca. Es raro, muy raro y es bueno, muy bueno, es Primus sin cortar y a nosotros, a estas alturas, no nos extraña sino que lo agradecemos. ¡Gracias, Claypool!

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Bendito Lemmy

Ya me extrañaba a mí, con la cantidad de iluminados que últimamente se nos venden como líderes generacionales y portavoces de verdades irrefutables, que todavía no hubiese salido ninguno de esos muchos gurús a declarar a los cuatro vientos la muerte del formato físico ahora que, desgraciadamente, Steve Jobs vuelve a estar de baja después de haber anunciado la famosa "Nube" de Apple, una idea que llevaba años (si no décadas) alojada en la memoria colectiva de muchos (basta con leer cualquier novela distópica de ciencia ficción de antes de los ochenta) y materializada en la cabeza de su propio creador.

No me voy a dejar llevar por el histerismo de muchos consumidores; esos mismos que se rasgaban las vestiduras porque el cedé y sus datos no tuviesen una larguísima vida de, por lo menos, quinientos años, a prueba de catástrofes nucleares o humedades amazónicas, el vinilo se rayase y se lanzasen a la compra compulsiva de Blue-Rays alegando la mejora indiscutible en la calidad de la imagen porque, de todas maneras y como estos consumistas se deben haber dado cuenta a estas alturas; no había que ser Nostradamus para predecir la muerte del cedé (ya que se le defenestró desde su mismo nacimiento), siguen existiendo vinilos a precio de escándalo (es más, hay todo un revival), el deuvedé sigue siendo el formato más vendido (soy incapaz de distinguir entre  dos soportes digitales diferentes en una buena televisión como millones de personas), no sé dónde estaré dentro de quinientos años y hasta creo que me da igual dónde estén mis discos, nunca me iré a vivir al Orinoco con lo que el peligro de la humedad me trae sin cuidado y en caso de emergencia nuclear de lo último que me preocuparé será de mis cedés de la Creedence, manías que tengo...

El mayor desgaste al que se somete al consumidor (que en ningún momento llamaré aficionado, amante o coleccionista porque éstos nunca se plantearán tal dilema) es la cantidad de dinero que ha gastado en películas, discos o libros; la inutilidad de haber comprado cuando ahora puede elegir entre seguir comprando o directamente obtener gratis y, para colmo, ahorrar espacio en casa. Pero lo que más le duele a estos consumidores no es ya el espacio o el no saber qué van a hacer con todos esos deuvedés, cedés y libros que llenan sus estanterías sino aguantar el regodeo y descojone de esos otros que durante años justificaban su desmedida avaricia de descarga ilegal alegando todo tipo de motivos (a cada cual más ridículo y peregrino) llegando a bajar tanto material que ni viviendo doscientos años podrían llegar a consumirlo y, todo hay que decirlo, en calidades tan mediocres que luego resulta descacharrante a todos los niveles la extraña obsesión de éstos mismos por comprar carísimos reproductores con mayor definición, resolución, más pequeños, más grandes, más planos, HD y la madre que les parió a todos ellos juntos.

Al final, todo se resume a una opción vital, a la elección que cada uno hagamos en nuestras vidas y luchar por llevar la razón o enfrascarse en batallas morales y legales carece de sentido alguno. Hace poco, veía de nuevo el magnífico documental de Lemmy (para los no iniciados, el alma máter del grupo Motörhead), en el que el artista enseña orgulloso en su apartamento de alquiler (lo que ya es de por sí una declaración de principios) toda su colección de discos, libros, revistas, muñecos, espadas, dagas, puñales, sables, en definitiva recuerdos que atiborran desordenadamente, a modo de síndrome de Diógenes, toda la estancia. Lemmy, consciente de la cantidad y del peso, sonríe orgulloso; "las cosas que uno almacena durante su vida son lo que realmente ha ocurrido" y bajo esta reflexión tan pueril y sencilla se esconde una verdad universal; puede llegar a resultar igual de patético aquel que arrastra toneladas de recuerdos como el que presume de almacenarlos todos en su corazón y cabeza y acaba su vida con lo puesto (sin posesiones) como un monje tibetano porque quizá, la verdadera sabiduría, no resida ni en uno ni en otro sino en el término medio, en el de aquel que disfrute de las ventajas del presente y sea capaz de disfrutar también de las ventajas que nos ofreció el pasado y que ahora muchos ven como una rémora.

Disfruto de los soportes digitales, de la velocidad de propagación del mensaje en internet y las ventajas que ésta me proporciona. Adoro mis reproductores, mi teléfono móvil, el ordenador en el que escribo y todo aquello que me haga la vida más fácil pero no reniego de todos los libros que tengo; del olor de su tinta y el amarilleo de sus páginas, mis discos (en cedé o en vinilo, me da igual), sé quién me regaló cada uno, dónde los compré e incluso guardo fotos o comprobantes en su interior, son parte de mí y puedo entender mi vida a través de ellos.

Entiendo la comodidad de llevar miles de discos en el bolsillo (yo soy uno de esos que llevan toneladas de discos aún cuando el día tiene sólo veinticuatro horas) pero no cambiaría por nada del mundo aquel momento en el que compré en vinilo el "...And Justice For All" de Metallica o en el que fui descubriendo, poco a poco y según mi bolsillo me lo permitía, la discografía de los Beatles o Led Zeppelin. El mismo Lemmy no podría haber firmado una carpeta de archivos de mi ordenador, sólo mi "Overkill" en vinilo. Entiendo que un chaval de ahora no vea ningún sentido en comprar un cedé o un vinilo pero yo sí; las cosas son lo que ocurren, tenerlas y disfrutarlas no es ni mejor ni peor, es sólo una opción y tú decides. Bendito Lemmy...

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Crítica: Lenny Kravitz "Black And White America"

Los golpes de timón son a veces necesarios que no siempre justificados y acertados. Después de aquel infame "5" (1998) Lenny Kravitz tenía que dar un giro a su carrera pero lo que hizo fue seguir la misma senda con pocas variaciones, "Lenny" (2001) era mucho mejor que su antecesor y su gira estuvo realmente bien (doy fe de ello) pero no era lo que se esperaba de él. "Baptism" (2004) fue un bajón considerable mientras "It Is Time For A Love Revolution" (2008) supuso un buen intento que se quedó en nada (directamente me largué del concierto). Así que en este "Black And White America" Lenny ha querido resarcirse de todo, cambiar, escarbar en sus raíces y la música que sonaba cuando era niño e intentar aunar éxito comercial con crítica. ¿Lo ha logrado? No.

Hay una especie de silencio y acuerdo en la mayoría de críticas a ese tipo de álbumes en los cuales se han tomado influencias intachables pero, por muy buenos ingredientes que tengas a mano, no todo depende de ellos sino de la pericia del cocinero. Así, he leído críticas que aúpan a este disco a lo más alto. Pero, claro; ¿quién es el listo que va a criticar un álbum con influencias de Funkadelic, Sly Stone o George Clinton? "Black And White America" es un buen disco desde un punto de vista técnico, Lenny toca casi todos los instrumentos y únicamente se deja acompañar por Craig Ross a la guitarra, Drake o Jay-Z (estos últimos con resultados harto incómodos).

"Black And White America" es una buena canción, negroide y bailable pero no llega a ningún sitio a pesar de tener unos arreglos maravillosos en los metales. "Come On Get It" bebe del soul y del funky pero se queda sin fuerza y tira de un estribillo rockero para intentar salvar el conjunto pareciéndose demasiado a lo que Lenny ya ha hecho en el pasado. "In The Black" es demasiado comercial y fácil para un supuesto disco de raíces. "Liquid Jesus" es interesante por su falsete y las bases programadas pero es tan repetitiva que parece un mantra discotequero y llega a ser irritante, se hace eterna. "Rock Star City Life" es más de lo mismo, el mismo Lenny Kravitz de hace cinco o diez años antes pasado por la túrmix de sus supuesta autenticidad. 

Con Jay Z firma "Boongie Drop" en un intento sonrojante por acercarse al rap, no tengo nada en contra de este subestilo pero hay que saber cuándo y cómo, en este disco no tiene cabida. "Stand" es el insufrible single que ha sonado en todas las emisoras y canales, no es malo pero sus arreglos son ridículos, me recuerdan a una conocida sintonía comercial de helados, el videoclip produce vergüenza ajena, no veo la ironía ni el supuesto esfuerzo que dicen haber volcado en él. Me gusta el bajo de "Superlove" pero es un medio tiempo sin fuerza, no lo imagino en un concierto, no tiene pegada.

En "Everything" se desata ligeramente la vena rockera de Kravitz, como en "I Can't Be Without You", otro medio tiempo que llega a ser directamente prescindible. La obligada balada que es "Looking Back On Love" tiene un desarrollo musical setentero verdaderamente logrado pero el tema en sí mismo es insípido, "Life Ain't Ever Been Better Than It Is Now" no es mucho mejor, que nadie se deje engañar por  ese bajo ya que no es una buena canción. En "The Faith Of A Child" ya hemos entrado en el tedio más absoluto y abandonado toda esperanza en este disco.

¿Cómo puede haber incluido una canción como "Sunflower" con Drake? ¡Es demasiado infantil escuchar a Lenny cantar "You're my Sunflower!"  Llegamos a "Dream" quizá el mejor tema del disco pero el problema de éste es que está al final y antes nos hemos torturado con catorce canciones con lo que nuestra paciencia ha estado constantemente a prueba y no estamos predispuestos a encontrar una balada sensiblona con Lenny al piano. La última, "Push" desentona tanto que parece un mero relleno. ¿Era necesario hacer un disco de dieciséis canciones? Desde luego que no. Cuando un disco es mediocre doblar su duración es un desastre.

Llama poderosamente la atención la falta de unidad en este disco, un conjunto deslabazado de temas que gravitan entre el pop y rock más setentero, mezclado con funky, música disco y canciones que parecen descartes de álbumes anteriores. Parece como si Lenny hubiese querido meter algunas de las canciones de aquel disco funky que su discográfica nunca quiso publicar, haya grabado el resto de canciones sin mucho criterio y haya querido adornarlo bajo el emotivo envoltorio de la música que sonaba en su casa cuando era crío, podría haber tenido las mismas posibilidades de hacer un buen disco o hacer uno malo pero esta vez ha preferido hacer un disco pésimo que pasará sin pena ni gloria. Auguro que el próximo álbum será una vuelta a los orígenes más rockeros; es lo que las cuentas bancarias suelen susurrar a los oídos de todos aquellos artistas que se dan cuenta tarde y mal de que se han equivocado.

© 2011 Jim Tonic

Concierto: In Flames 16.09.2011 (Madrid)

SETLIST: Sounds Of A Playground Fading/ Deliver Us/ All For Me/ Trigger/ Alias/ Swim/ The Hive/ The Quiet Place/ Where the Dead Ships Dwell/ Fear Is The Weakness/ Come Clarity/ Only for the Weak/ Delight and Angers/ Cloud Connected/ The Mirror's Truth/ Take This Life/

Tal y como sospechábamos tras escuchar su último disco  durante los últimos meses; "Sounds Of A Playground Fading" es de esas obras que crecen conforme se les va dando la oportunidad. ¡Y hay que dársela! Así que la sorpresa de ver medio vacía una sala como La Riviera fue mayúscula. ¿Cómo es posible? ¡Son In Flames! Apenas un tercio de la pista y los balcones cerrados. He visto conciertos mediocres llenos hasta la bandera pero parece ser que los seguidores más recalcitrantes no le perdonan al grupo el cambio de rumbo, la salida de Jesper y el corte de pelo de Anders. ¡Vaya estupidez!

No era nuestra primera cita con el grupo en esta gira ya que pudimos verles en el Sonisphere de Suiza en un escenario más acorde a su categoría y no defraudaron. Es cierto que lo que en aquel momento vimos fue un concierto en el que desplegaron un repertorio cuajado de éxitos y con ese tipo de artillería es imposible defraudar, además el público reaccionó con verdadero histerismo cuando sonó el polémico single "Deliver Us" haciéndonos olvidar las miles de discusiones que desbordaban internet. Miles de personas se apretujaban contra las primeras filas mientras en el centro de la pista se hacía un "circle pit" verdaderamente impresionante. Así que, meses después, ver la entrada de La Riviera a media asta no dejaba de causarme un sentimiento de indignación. Por supuesto que "Sounds Of A Playground Fading" no es "Jester Race" o "Clayman" pero es que yo no quiero otro disco como éstos. Puede ser que yo no sea un "fan fatale" de In Flames y no les haya considerado nunca como un religión por eso que disfruto con todos y cada de uno de sus discos sin complejos; no me siento engañado si escucho este último después de "Whoracle", no fue un trauma la salida de Jesper y me da igual si Anders Fridén se ha cortado o no el pelo si sigue cantando con la misma intensidad con la que nos tiene acostumbrados (es más, prefiero la gorra a aquellas rastas que nunca me han gustado en el rock, me da igual si las lleva Dexter Holland o Jonathan Davis).

La entrada del concierto no incluía los horarios de inicio de las actuaciones, algo que me irrita bastante ya que, sin saber a qué hora exacta empezaría In Flames, decidimos entrar demasiado pronto, lo suficiente como para tener que aguantar al telonero. No me malinterpretéis, hay actuaciones y grupos que merecen ser vistos pero los eslovenos Noctifer (gracias al cielo, hasta ese momento desconocidos por mi y, de ahora en adelante, directamente ignorados) no es la clase de grupo por la que te desplazarías a otra ciudad o lucirías orgulloso una camiseta, a pesar de que lograron calentar el ambiente (debido al inagotable entusiasmo de los seguidores de In Flames) me aburrieron bastante. Me gustó algún que otro riff y le vi la gracia a algún tema pero la sensación general fue de incosistencia (basta con que escuches "Demoncracy" para que sepas a lo que me refiero), todas las canciones sonaban similiares, grises y apagadas tras un muro de sonido al que no ayudó el que su cantante (al que casi no se le escuchaba), Giani Poposki, tocase un set de timbales cercano a la batería en los últimos temas, aquello distaba mucho de la apisonadora tribal en la que se convierten Slipknot en directo y se asemejaba más a una batukada. Para colmo de males tuvimos que aguantar también a Noctifer fuera de las tablas, pasando mil veces entre el público durante la actuación de In Flames, tomando copas y apostados en el puesto de merchandising con cara de malos (pero pidiendo a gritos que alguien les parase para una foto o autógrafo, como demostraba su batería, Mathias Gergeta), ignorando por completo la actuación del artista principal, aquel que les ha traído a nuestro país en su gira. Son ese tipo de actitudes (sumadas a su mediocre propuesta y actuación) las que te hacen saber qué tipo de artista tienes frente a ti, así que a Noctifer, de ahora en adelante, le situaré junto a ese tipo de grupos incómodos como Franz Ferdinand (más interesados en pasear por las primeras filas frente a cuatro niñas, jodiendo la actuación de un gigante como Bob Dylan) o The Gaslight Anthem (un verdadero incordio de idas y venidas para conseguir copas, como adolescentes en plena Nochevieja, durante la actuación del grupo que teloneaban, los también aburridos Foo Fighters). Es fácil saber cuando un grupo se ha metido en esto de la música por razones equivocadas.

Sin saber a qué hora comenzaría In Flames y tras la horrorosa actuación de Noctifer, la gente se iba impacientando y poco a poco se iba llenando la pista de La Riviera. Los suecos salieron a las nueve y diecisiete de la noche. ¿Quién hubiese acertado un horario así? El escenario, decorado con las ilustraciones del nuevo álbum, cubriendo varias pantallas de focos, y el genial cuervo de la portada tras ellos a modo de telón de fondo. Es cierto que la sala no estaba llena del todo pero el entusiasmo de los fans de In Flames hizo el resto. Sonaba la magnífica guitarra de la intro de "Sounds Of A Playground Fading" y las primeras filas enloquecieron en un mar de cámaras digitales. Es una de mis canciones favoritas de su último disco y suena perfecta en directo, la voz de Fridén atrona mientras la preciosísima guitarra Gibson Les Paul de Björn Gelotte marca el ritmo y Niklas solea.

Sin descanso, atacan con "Deliver Us". ¿Quién pudo criticar este single? Funciona a la perfección y es coreado por toda la sala, su ritmo machacón y su pegadizo estribillo nos recuerda a todos su videoclip (aquel de la noria), el cual no estuvo tampoco exento de crítica y polémica por los seguidores más fundamentalistas. Sólo han pasado dos canciones y ya tenemos una opinión; In Flames son grandes y en directo no han perdido fuerza alguna. La clásica (por heavy) intro de "All For Me" y su adictivo riff convierte a la pista en una marabunta. Tres del nuevo disco y viajamos a "Reroute To Remain" de la mano de "Trigger" cuya batería suena como una ametralladora. De "A Sense Of Purpose" (2008) rescatan "Alias", un medio tiempo en el que las guitarras de la parte central logran cotas de belleza sorprendentes en directo, escuchando el estribillo a uno no le sorprende que este disco fuese tan bien recibido al otro lado del charco. Fridén nos saluda y presenta "Swim" del inmortal "Clayman" (2000).

El entrecortado riff de "The Hive" del "Whoracle" (1997) y nos acordamos del compañero blogofenero que no ha podido venir, la voz de Anders suena más gutural que nunca para callar a todos aquellos que, como a Sansón, auguraban un cambio de registro en el vocalista causado por su reciente corte de pelo. Siempre me ha sorprendido como; si bien el público de metal es quizá el más fiel es también el más reaccionario y enemigo de los cambios, aunque estos sean simplemente estéticos y no afecten en nada en el plano musical. Volvemos al 2004 (al disco "Soundtrack To Your Scape") y suena "The Quiet Place" que es coreada por todos, por todos... "Where the Dead Ships Dwell" nos devuelve a "Sounds Of A Playground Fading", magnífico cuando Fridén canta "I won't let the world break me, So I need to change direction, nothing special I'm far from perfect, light the way for me". Especialmente destacable la labor de las guitarras. Seguimos con "Fear Is The Weakness" cuya suave introducción no es más que eso y pronto se convierte en el gran tema que es, toda una declaración de principios para todos los inmovilistas fans del grupo. ¿Cuántos grupos pueden incluir más de dos canciones de su nuevo disco sin que éstas "chirrien" entre su repertorio más clásico?

"Come Clarity" y la impresionante "Only For The Weak" encienden a toda la sala. "Delight And Angers" allana el camino para, la ya esperada por todos, "Cloud Connected" y  "The Mirror's Truth". Anders, emocionado por la respuesta, promete volver a nuestra tierras y se despide con la brutal "Take This Life". Grandes temas, mucha entrega, buen sonido y muchas ganas, un gran concierto.

© 2011 Jim Tonic

Blogozarro #3 "Pelotas de béisbol y cómics en los noventa"

Ayer, leyendo de nuevo "Silencio" de Batman, me quedé mirando largo rato los espectaculares dibujos de Jim Lee y recuperé algunos números de sus X-Men. A pesar de los años transcurridos siguen resultando tan sorprendentes como cuando era un adolescente.

Hice memoria y recordé lo excitantes que resultaron los primeros noventa en el mundo del noveno arte, aquel terremoto editorial que fue Image Comics y lo que queda de todos ellos.

A mediados de los ochenta, el cómic de superhéroes había llegado a cierto estancamiento estilístico (que no en cuanto a guión) y las grandes editoriales del mundillo (que prácticamente se repartían el pastel entre Marvel y DC, para qué engañarnos) ficharon a gran cantidad de savia nueva con la que reenganchar a nuevos lectores. Creo que viví aquella época con la edad apropiada. ¿Qué mejor que ser un auténtico niño para disfrutar de todos aquellos personajes e ir formando poco a poco mi gusto?

Un año me regalaron muchísimos cómics por mi cumpleaños y uno de ellos fue en el que aparecía Veneno ("Venom") dibujado por Todd McFarlane (un frustrado jugador de béisbol que, debido a una lesión, terminó dedicándose al mundo del cómic aunque nunca haya olvidado su pasión y sea actualmente poseedor de una enorme colección de pelotas de béisbol históricas, firmadas por algunos de los jugadores más legendarios de la historia).

¡Vaya portada, habíamos pasado de un Spiderman a veces hierático y en esquijama a conocer a uno de sus futuros grandes enemigos en un dibujo lleno de dinamismo, pura exageración! Aunque me llamó la atención y me quedé impactado pero no memoricé el nombre del dibujante, era un crío y me gustaba copiar los dibujos (dibujaba a todas horas) y leer aquellas historietas pero no solía fijarme en el artista que firmaba a mis superhéroes favoritos, lo importante era el personaje no quien estaba tras él.



"The Spirit"
Pasó el tiempo y poco a poco me fui volviendo más exigente, con mis compañeros de clase hablaba a todas horas de cómics y los fines de semana recorríamos las principales tiendas de Madrid en busca de ofertas y las últimas novedades. ¡Era tan excitante avalanzarse sobre cajones y cajones repletos de cómics antiguos que eran vendidos por lotes, casi al peso! Podías hacerte con colecciones enteras como "Inferno" o "Proyecto Exterminio" y otras miniseries que no habían tenido tanto éxito y los dependientes te miraban con alivio cuando te las llevabas (como ocurría con "Halcon y Paloma" de un jovencito Liefeld o "Nexus"). Así, pasé de leer historietas y disfrutar de los superhéroes a leer cómics y disfrutar de sus autores. Pronto comencé a consumir a John Byrne (¡cómo disfrutaba con "Alpha Flight" o la sensacional "Omac"), Adams (¡Excalibur!), Mignola o Romita y descubrí que había otra dimensión hasta entonces desconocida para mí; la del guión, había verdaderos escritores como Miller o Moore tras aquellas viñetas. El siguiente paso fue dejar el cómic de superhéroes más estricto y conocer a "The Spirit" de Will Eisner, aquellas historias en blanco y negro bajo las farolas y la lluvia de la ciudad, gabardina y mujeres fatales que no dudaban en apuñalar al protagonista por la espalda eran maravillosas (¡menos mal que conservo todos aquellos cómics!)

Un millón de copias...
Pero fue con "The Amazing Spider-Man" (que a España llegó con retraso, como siempre) cuando fui consciente de la llegada de Todd McFarlane a mi mundo. Aquel Spiderman era nuevo; era más atlético, se veía estilizado y sus ojos habían dejado de parecer los de un disfraz de críos para convertirse en unos largos y blancos óvalos que ocupaban toda su máscara. Sus poses eran retorcidas e inexplicables y la telaraña se enredaba algodonosa y pegajosa a todas las fachadas. Cuando le zurraban sangraba como los demás, el traje acababa hecho jirones y gritaba de dolor entre los escombros de los edificios mientras sus enemigos (más grandes y violentos que nunca) disfrutaban socarronamente pisoteándole. Era unos dibujos llenos de expresión, que rozaban la caricatura y me recordaban a Eisner, me enamoraron. Busqué todos sus cómics (¡cómo disfruté con su "Hulk"!) y aparecieron otros dibujantes llenos de personalidad que nos cautivaron a mí y a todos mis amigos; Jim Lee, Erik Larsen, Greg Capullo, Sam Kieth o Rob Liefeld.

La alegría duró poco porque pronto abandonaron a aquellos personajes inmortales que les habían hecho famosos y en 1992 fundaron Image Comics ante la necesidad publicar sus propias creaciones sin necesidad de ceder los derechos de autor de éstas a las grandes compañías. Rompían así la hegemonía "bipartidista" de Marvel y DC sobre el mundo del cómic en el cual las pequeñas editoriales se tenían que conformar con los restos ante las dos gigantes. Image Comics estaba formado por McFarlane, Valentino, Erik Larsen, Valentino, Silvestri, Jim Lee, Rob Liefeld y Portacio y, posteriormente, ficharon a más dibujantes y guionistas bajo sus propios estudios.

"Spawn"
La sección de importación de las tiendas especializadas volvía a ser visita obligada para mi grupo de amigos. Pronto aparecieron los primeros cómics de Image; papel de alta calidad, portadas con colores relucientes, títulos resaltados con metalizados y dibujos efectistas que quitaban el hipo a un chaval de doce años. Los precios eran prohibitivos y no sabíamos demasiado inglés así que no podíamos permitírnoslos y los mirábamos una y otra vez en las estanterías como objetos codiciados. Todd McFarlane creó Spawn, el primer número vendió un millón de ejemplares, hablamos de un cómic, no un libro o un disco; ¡un millón! Larsen creo a "The Savage Dragon", Rob Liefeld a los llamativos pero insípidos "Youngblood", Jim Lee a "WildC.A.T.s" y Silvestri "Cyberforce".

Mi favorito, por supuesto, era "Spawn". Contaba la historia del agente de la CIA Al Simmons que, una vez asesinado por su propio gobierno, fue enviado al infierno y allí, loco de amor por su esposa Wanda, hizo un trato con Malebolgia (señor del octavo anillo del infierno, casi nada) para volver al mundo de los vivos y poder estar con ella. El problema era que las fuerzas infernales le convirtieron en un "Hellspawn" desmemoriado que vagará por las páginas del cómic buscando venganza, respuestas y cómo encajar las piezas para recuperar su vida.

Pronto, McFarlane diversificó su negocio y bajo Todd McFarlane Productions y McFarlane Toys comienza a desarrollarse en nuevos campos como los videojuegos o los juguetes (en este sector en concreto vuelve a causar sensación debido al altísimo nivel de detalle que muestran estos "juguetes" que suelen estar dedicados a un sector más adulto y coleccionista, desmarcándose una vez más del mundillo del superhéroe y reproduciendo sin miramientos a estrellas de la liga nacional de béisbol (una de sus pasiones), NFL o músicos como Alice Cooper, Ozzy, Jim Morrison o KISS, con éstos últimos también realizaría el cómic de su disco "Psycho Circus" del 98) mientras Image Comics comenzaba a naufragar poco a poco y muchas de sus colecciones terminaban cerrando (hay algunas excepciones como la propia "Spawn"), la principal crítica a la editorial fue una atención desmesurada a la imagen (a la estética y los recursos más efectistas) y una despreocupación total por el argumento.

¡Claro que había buenos títulos! "The Maxx" de Sam Kieth era innovadora y deliciosa y contaba en ocasiones con el gurú de los guionistas; Alan Moore (que también participó esporádicamente en "Spawn") pero la gran mayoría sí es cierto que adolecían de argumentos poco sólidos y lo que en un principio fue realismo, pasó a ser violento (Marvel o DC rara vez mostraban sangre y visceras) para terminar siendo grotesco y carente de sentido. Recuerdo que mis amigos y yo nos reíamos de los cómics de Liefeld; en una viñeta sus personajes llevaban todo tipo de armas que sacaban de la nada y que, según avanzaba la historia, iban transformándose (una sofisticada metralleta podía acabar siendo una futurista pistola en la misma página). Lo mismo ocurría con sus uniformes o los escenarios en los que transcurría la acción, se podía leer un cómic de Liefeld en un par de minutos ya que había poco texto más que todo tipo de onomatopeyas y viñetas a toda página, todo un disparate.

Con el tiempo, todos volvieron con mayor o menor éxito a colaborar puntualmente en algunos de los personajes más emblemáticos de Marvel o DC, Jim Lee se encargó de Superman y Batman (actualmente se pueden encontrar editados en dos sensacionales tomos) y ayer volvía a leer su revisión sobre el superhéroe más famoso de Gotham lo que me ha llevado a recordar aquellas magníficas tardes de verano dibujando y leyendo cómics, qué tiempos...

© 2011 J.Cano